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La integración entre abuelos y nietos tiene recompensa

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Desarrollo Rural

27 de julio de 2009 Fuente: Información

El proyecto Artesaneando, desarrollado por Cáritas Diocesana en el ámbito rural, ha merecido la catalogación de buena práctica por el Proder (Programa de Desarrollo Rural), ya que se inserta en la línea de protección y mejora del patrimonio y del medio ambiente dentro de una iniciativa de animación comunitaria rural. De este modo se reconoce el trabajo llevado a cabo por Cáritas en el ámbito rural, sustentado en un proyecto que favorece la interrelación entre niños y mayores y que, además, contribuye a recuperar viejos oficios.

Entre otras cosas, Artesaneando pretende fomentar la participación e integrar a las personas mayores de la zona rural en la sociedad, haciéndolas protagonistas al transmitir su experiencia y sabiduría popular a los más jóvenes, así como recuperando conocimientos y habilidades relacionadas con los antiguos oficios artesanales y tradicionales de la comarca y sus alrededores, que se están perdiendo a pesar de que representen parte de la identidad de la zona.
Los talleres han sido impartidos en colegios, centros de barrio y sedes de asociaciones, y siempre han contado con alguna acción intergeneracional y de convivencia con otros sectores de población a quienes los mayores transmitían sus conocimientos de artesanía. Ello, sumado a la recuperación de oficios artesanales en desuso y de la consecuente autoestima del colectivo de personas mayores, en especial las mujeres superando desigualdades, le han hecho acceder a este reconocimiento.

Una iniciativa muy ambiciosa

El proyecto, que ha sido coordinado por Lourdes Barrera, se insertaba dentro del programa de animación comunitaria rural que Cáritas Diocesana desarrolla en la zona rural. Se parte de la base de que el 25 por ciento de la población de las pedanías y barriadas rurales -que suman alrededor de 23.000 habitantes-está integrada por personas mayores de 55 años. La idea de trabajar con este grupo d edad surgió a propuesta de varios colectivos, que demandaban algún tipo de actuación que fuera más allá del plano meramente asistencial.

Las personas mayores entendían que, lejos de ser vistas sólo como cargas familiares, podían contribuir al desarrollo rural de la zona, ya que eran las únicas que tenían los conocimientos de las artesanías tradicionales, algo que forma parte del patrimonio cultural de la comarca. Para ello, era necesario vencer a la costumbre de minusvalorar el trabajo llevado a cabo por los mayores a lo largo de su vida, reconociendo únicamente la labor de quienes han sido “económicamente productivos”.

Para emprender el proyecto, Cáritas mantuvo reuniones con todos los representantes políticos, sociales y demás agentes sociales de la zona. A partir de ahí se contactó con las asociaciones de personas mayores de la campiña. A pesar de que algunos grupos no pudieron perdurar en el tiempo, la experiencia confirmó el potencial humano en muchas pedanías y barriadas rurales.
Finalmente, el proyecto encontró la colaboración de los centros de día de menores y de los propios centros educativos, gracias al amparo del Ayuntamiento a través de Bienestar Social y del Mayor.

Ahora, María del Carmen Martínez, delegada del Medio Rural y presidente del Grupo de Desarrollo Rural (GDR) de la Campiña, ha felicitado por escrito al presidente de Cáritas Diocesana, Juan de los Ríos Cornejo, por los resultados cosechados por este proyecto, al que será necesario dar continuidad tras esta primera experiencia.

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