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«Quería dar a mis hijos una educación en el entorno rural»

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Desarrollo Rural

09 de agosto de 2016 Fuente: El Norte de Castilla

Devtopia es una empresa de servicios centrada en el desarrollo web y las aplicaciones móviles.

  • José Ibáñez cambió a millones de madrileños por los 19 habitantes de Requijada, donde se estableció para trabajar en su cooperativa de desarrollo web y móvil

«Tratamos de recuperar el tejido social de los espacios rurales, tratamos de extender este modelo de trabajar y vivir en el campo». José Ibáñez desarrolla webs desde hace cinco años en Requijada. Se mudó allí con su pareja y allí están creciendo sus dos hijos, de 1 y 3 años. «Requijada tiene 19 habitantes y es lo que buscábamos: a 20 minutos de Segovia y a una hora de Madrid tenemos todo el espacio y estamos en contacto con la naturaleza. Lo preferimos a la urbe. Queríamos dar a nuestros hijos una educación en un entorno muy diferente al de Madrid», dice.

Para José, ingeniero informático madrileño de 36 años, mudarse al pueblo no ha sido sólo una opción para huir de la crisis. Él cree en la capacidad transformadora de una filosofía que engloba la manera en que vive y la manera en que trabaja. Su empresa se llama, significativamente, Devtopia y es una cooperativa con 4 trabajadores y más de 15 colaboradores. «Tratamos de luchar contra el sistema capitalista meramente productivo, tratamos de crear redes de alianzas con otras cooperativas del sector. Entre lo que se suele entender como competencia tratamos de buscar apoyos para enriquecernos mutuamente», explica.

Devtopia es una empresa de servicios centrada en el desarrollo web y las aplicaciones móviles. Ofrecen servicios de consultoría, diseño, desarrollo y puesta en marcha. La peculiaridad es que cada uno de los cooperativistas vive en un lugar, porque la empresa está deslocalizada. Además de José están Iván, a caballo entre Barcelona y Madrid; Jorge, que se ha quedado en Petrer (Alicante); y el otro Jorge, que es nómada, trabaja en su furgoneta y lo mismo la aparca en Galicia que en Francia.

«Hicimos la cooperativa con objetivos de transformación social. Ahora, nos da la posibilidad de conciliar y de trabajar donde queramos, porque no dependemos de una oficina física», dice. «La conciliación es una gran ventaja. Cuando hay que hacer reuniones visitamos la oficina del cliente, pero lo normal es que cada uno trabaje en su casa. Así reducimos costes y tiempos de desplazamiento, además de tener la flexibilidad de trabajar cuando te sientes más productivo y no en unos horarios marcados», ennumera.

Más cerca del cliente

«Todos habíamos pasado por grandes consultoras y generalmente el que se comunica con el cliente es un comercial. Cuando le llega el encargo al que lo hace es como el teléfono escacharrado. Nuestro sistema acorta las distancias: el que hace el trabajo está más cerca del cliente y eso es mejor para todos, porque le vamos a entender y nos vamos a adaptar. Nuestro proceso de trabajo es de estar muy encima, mano a mano, es un trabajo de equipo con el cliente», explica.

«Otra ventaja es la reducción de costes. Al no tener oficina y quitar intermediarios reducimos los costes en un 30%. Un porcentaje de este ahorro lo dedicamos a invertir en productos sociales. Con eso atendemos, por ejemplo, a una start up sin recursos. Trabajamos juntos y ellos nos lo pagan dentro de un año o dentrode unos años, cuando cobren las subvenciones o empiecen a rendir. Se trata de apoyar a quien tiene una idea pero no sabe por dónde empezar», detalla.

Los cuatro integrantes de Devtopia se conocieron trabajando como freelances en su sector, en el que coincidían en distintos proyectos. Poner en marcha su empresa fue sólo una cuestión de alinear su visión. «Al principio todos hacíamos de todo, pero nos hemos ido especializando. El punto fuerte de todos es el desarrollo, tenemos un perfil técnico, pero yo he adoptado parte de las tareas de comercialización y recursos humanos». Al ser una cooperativa, el modelo es horizontal, «la clave es que todos los socios representan lo mismo y tienen la misma capacidad de decisión y eso hace que todos estén igual de implicados en la empresa y la sientan igual. Esto se basa en la confianza y transparencia, que también es importante para los clientes: les enseñamos como funcionamos y les explicamos que esto sí funciona».

Asesoramiento

A la hora de informarse y ampliar su clientela, José se ha puesto en contacto con el Servicio de Promoción Económica de la Diputación de Segovia. «Conocí a David Moreno en la feria de empleo Tandem. No conocía sus servicios, y a partir de entonces nos dieron un apoyo continuo. Nos ofrecieron sus oficinas del Vicam, pero en nuestro caso no nos hacía falta. Siempre que salen subvenciones europeas nos animan, nos dan indicaciones acerca de los requisitos y de cómo funcionan. Aparte, está la visibilidad que se consigue en su red de empresas, que ya nos ponen nombre», comenta.

Una vez dados todos los pasos para la puesta en marcha de la empresa («Una de las dificultades ha sido adaptarnos a una mentalidad de empresa, el modelo estratégico, las inversiones...») José ya podía empezar su vida soñada en el pueblo. «El número de horas de trabajo es variable, procuro limitarlo a 5 o 6 horas diarias. Todos cobramos en función de las horas trabajadas, y así, me sale un sueldo de 1.500 a 2.000 euros que me permite vivir de esto», explica. «Hay picos de trabajo en los que estás muchas horas y ni miras por la ventana. Esos días me daría igual estar en la ciudad, pero al terminar salgo y estoy en el campo. Esa para mí es la principal ventaja», dice.

«Estoy aprendiendo agricultura, tengo una pequeña huerta y ganado menor, sobre todo gallinas y conejos. Tuve 4 ó 5 ovejas, pero la experiencia no salió bien, requería mucho tiempo y terreno. Con las hortalizas voy rotando, planto por temporada. Fui a unos talleres en Madrid y allí aprendí algo». Los vecinos también han ayudado a la nueva pareja «hay algunos más recelosos de compartir su sabiduría, pero por lo general la acogida ha sido muy buena, te dan su apoyo y la verdad es que eso es un placer». La mayor parte de los vecinos de Requijada son mayores y les gusta tener parejas jóvenes en su pueblo (hay otra, además de ellos) «por la cosa sentimental de ver a gente joven que da vida al pueblo, les puede ayudar con las tareas o hacerles alguna chapucilla».

La vida en el pueblo

A pesar de lo que dice, no considera que emprender en el pueblo sea un camino de rosas. «Puede estar un poco de moda, pero porque se idealiza mucho la vida en el pueblo: que no hay estrés, que es muy bonito... Y sí, aparentemente hay facilidades, pero luego las cosas son más complicadas que eso: se trabaja tanto como en la ciudad y hay que tener paciencia. Si llegas a un pueblo que no es el pueblo de tu abuela y no tienes relación cuesta hacerse un huequecito. Pero una vez que te lo has hecho cambian mucho las cosas», concluye.

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