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Pedro Arrojo: ''El medio rural necesita más apoyo y empoderamiento para enfrentar la crisis hídrica''

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26 de agosto de 2024 Fuente: REDR

El relator especial sobre los Derechos Humanos al Agua Potable y al Saneamiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) destaca la urgencia de adaptar las políticas de agua al cambio climático y las necesidades del medio rural

Pedro Arrojo-Agudo, una de las figuras más influyentes en la gestión del agua a nivel mundial, ha dedicado su carrera a defender el acceso al agua potable y el saneamiento como derechos humanos fundamentales. Como Relator Especial de la ONU, ha viajado por todo el mundo evaluando y promoviendo políticas hídricas justas y sostenibles, con especial atención a las necesidades de las comunidades rurales. Su labor incluye no solo la denuncia de la sobreexplotación de los recursos hídricos, como en el caso de los pozos ilegales en España, sino también la propuesta de soluciones innovadoras para enfrentar las sequías y el cambio climático, que afectan de manera desproporcionada a las áreas rurales.

Fundador de la Fundación Nueva Cultura del Agua, Arrojo ha sido un ferviente defensor de una gestión del agua basada en principios éticos y ambientales, enfrentándose a intereses económicos y políticos que amenazan los recursos hídricos. Su enfoque integrador y su capacidad para movilizar a la sociedad civil han sido clave en la promoción de una nueva cultura del agua que prioriza la sostenibilidad y la equidad, especialmente en contextos rurales donde los desafíos del agua y el saneamiento son más agudos.

En esta entrevista con la Red Española de Desarrollo Rural (REDR), Arrojo comparte su visión sobre los retos actuales en la gestión del agua, particularmente en el medio rural, y las estrategias necesarias para garantizar un acceso equitativo y sostenible a este recurso vital. 

  • En tu informe presentado en la Asamblea General de ONU en 2022 subrayas la urgencia de promover estrategias de adaptación en el medio rural. ¿Consideras que existen ejemplos en el medio rural español que podrían servir como modelo para otras regiones, o crees que es necesario desarrollar enfoques específicos adaptados a las particularidades de nuestro entorno rural?


En todo este debate del cambio climático, cuando vemos las cumbres y todo lo que sale en prensa, generalmente está en primer plano lo que se llama mitigación del cambio climático, es decir, disminuir la emisión de gases de efecto invernadero para que lo que se nos viene encima sea lo menos grave posible. Detrás de esto hay también intereses económicos legítimos, como la transición energética. Para producir menos anhídrido carbónico necesitamos transitar a formas de energía que no lo produzcan. Pero fíjate, no se habla mucho de las estrategias de adaptación, aunque nos vamos a enfrentar a impactos demoledores. Aunque tengamos motivación, necesitamos prepararnos para lo que se viene, eso es adaptación: minimizar los impactos sobre las poblaciones más vulnerables. Y entre esas poblaciones vulnerables, las más vinculadas al medio natural son las que tienen más riesgo. Esto incluye a las poblaciones rurales empobrecidas y a las comunidades indígenas.

El medio urbano como en el rural, requiere políticas de adaptación y son especialmente urgentes para el medio rural

En ese sentido, como relator, insisto en que la adaptación debería ser una prioridad, al igual que lo es la transición energética. Los impactos del cambio climático están relacionados principalmente con el agua: sequías, inundaciones, etc. Por tanto, las políticas de adaptación deberían centrarse en una "transición hidrológica", un cambio en la forma en que actuamos respecto a nuestros ríos y el uso del agua, abriendo el camino hacia una nueva cultura del agua. Esto es urgente especialmente en el medio rural, donde las sequías afectan principalmente a la agricultura, y es en el medio rural donde se encuentran los agricultores.


Entonces, proteger la agricultura de las futuras sequías e inundaciones, tanto en el medio urbano como en el rural, requiere políticas de adaptación. Estas políticas son válidas para todos, pero especialmente urgentes en el medio rural. A veces, lo que parece positivo en el medio rural, como robar dominio público para hacer huertas cerca del río, puede convertirse en la próxima catástrofe, como una inundación. Los primeros interesados en una buena ordenación territorial son los que viven o usan esos entornos, por lo que una buena colaboración entre el Estado y estas comunidades es fundamental. No digo que no usen esos entornos, digo que los usen teniendo en cuenta que hay esos riesgos para no verse sorprendidos luego por ellos. Las sequías y las inundaciones tienen su impacto más potente, más fuerte y más demoledor en el medio rural, por lo que la adaptación y el apoyo a estos procesos de adaptación deben intensificarse, debe hacerse más fuerte en el medio rural, en apoyo a los ayuntamientos, pero también en apoyo a agricultores y ganaderos en explotación familiar.

  • Como fundador de la ‘’Nueva Cultura del Agua’’, ¿podrías definir a qué te refieres exactamente? ¿Cómo se puede contribuir a una mejor gestión sostenible de los recursos hídricos a través de esta nueva cultura?

 

La nueva cultura del agua se basa en dos aspectos principales. Primero, debemos dejar de ver los ríos como simples canales de H2O, al igual que ya hemos aprendido que no podemos ver los bosques solo como almacenes de madera. Los ríos son ecosistemas vivos, y debemos preservar su buen estado ecológico para que sigan proporcionándonos vida. La segunda parte de esta nueva cultura es ver el agua como un bien común, no como una mercancía. Debe ser accesible para todos, pero no apropiable por nadie. La distribución del agua debe ser equitativa y sostenible, asegurando que nadie quede atrás en el acceso al agua potable.

Este cambio de visión nos lleva a proteger los ríos y otros ecosistemas acuáticos no solo para nosotros, sino también para las futuras generaciones, estableciendo la sostenibilidad como un criterio fundamental en la nueva cultura del agua.

Este modelo de sistema alimentario también debe cambiar, abandonando el paradigma tradicional de dominación de la naturaleza para adoptar uno basado en la sostenibilidad. Este enfoque es esencial en lo que muchos ya consideran la era del post-crecimiento. Seguir creciendo de manera ilimitada ni es posible ni deseable, y debemos construir un nuevo concepto de progreso que tenga en cuenta tanto los derechos humanos como la sostenibilidad de los ecosistemas que sostienen la vida, particularmente en la agricultura y el desarrollo rural.

El agua da vida al territorio, y cómo organizamos el territorio influye en las demandas de agua y en la generación de contaminantes

Reflexionar sobre la conexión entre el agua y los alimentos es crucial, como indico en mi último informe que presentaré en la Asamblea General de Naciones Unidas en octubre. Desde un enfoque basado en los derechos humanos, este nexo nos invita a enfrentar el reto de una transición agroecológica, pasando del productivismo mercantilista a la agroecología, y a establecer sistemas alimentarios sostenibles que equilibren la salud humana, la salud de los ecosistemas y el bienestar social. Como señaló el director de la FAO, incluso en organismos como la FAO, que antes rechazaban la agroecología y la soberanía alimentaria, se está reconociendo ahora la necesidad de esta transición hacia la agroecología. Así, la nueva cultura del agua también se relaciona directamente con la agricultura, la ganadería y el medio rural en un sentido más amplio.

El agua da vida al territorio, y cómo organizamos el territorio influye en las demandas de agua y en la generación de contaminantes. A su vez, lo que ocurre con el agua tiene impactos en el territorio, en las ciudades y en los pueblos. Por tanto, la gestión hídrica, la gestión territorial y la gestión urbana están estrechamente vinculadas. Deben abordarse desde un enfoque conjunto que desarrolle criterios de sostenibilidad y enfoques de derechos humanos.

 

  • ¿En ese sentido, existe algún caso en el que haya habido una verdadera integración, en el que se haya tenido en cuenta esa planificación territorial, aunque sea a pequeña escala?

 

A pequeña escala muchas veces se producen los primeros y mejores avances porque muchas veces también las instituciones locales son muy conscientes de lo que sufren en su propio territorio, y luego tienen más independencia, más autonomía política, no dependen tanto de los mercados internacionales. Son capaces de hacer políticas más cercanas, y es deseable que así sea, más cercanas a la población. Entonces, tienes ciudades que han desarrollado un derecho humano al agua potable. Venía hace poco de Lyon, una gran capital en el área metropolitana con varios millones de habitantes que ha vuelto a la gestión pública que estaba privatizada y ha puesto en marcha un modelo participativo, en donde la tarifa, que han discutido en la Asamblea Ciudadana durante varios años, genera gratuidad en el primer tramo de consumo, que es como el agua que tú necesitas, la básica, que es como lo que tú respiras.De manera que lo que yo vengo proponiendo hace tiempo lo han llevado a la práctica con un gran acuerdo ciudadano. Están haciendo acuerdos con las comunidades campesinas del entorno. También, muy interesante, la gran ciudad dialoga con quienes suministran los alimentos para que haya alimentos de gran calidad, de cercanía, para que no haya que traer las manzanas desde el otro lado del planeta, sino que se produzcan cerca y de buena calidad, a favor de la ecología en el entorno. Empieza a haber ejemplos de este tipo en el tercer mundo y en el primer mundo.

A nivel global, aunque los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) no sean ejecutivos, el hecho de que existan marca objetivos para la humanidad que son muy razonables y que se han hecho por acuerdo internacional lo que nos da la posibilidad de reclamarlos con más fuerza. Obviamente hay muchas cosas en donde los avances son parciales que no se cierran, por así decirlo, en un ejemplo que puedas decir: aquí tenemos un ejemplo modélico, ¿no? 

No es modélico porque ha mejorado en la sostenibilidad, pero no ha mejorado en la participación social o ha mejorado en la tarifación del agua, pero no ha evitado que se sigan desarrollando las macrogranjas o que se siga desarrollando el regadío ilegal, y por tanto, seguimos teniendo otro tipo de problemas. Muchas veces lo más frecuente es eso: que se producen avances desiguales a nivel geográfico, a nivel institucional de distintos rangos y a nivel temático, en donde a veces se avanza en un frente y no se avanza en otro.

  • A nivel tecnológico, ¿qué podríamos usar o implementar en nuestro medio rural?

 

Aunque soy tecnócrata, con formación en física, ingeniería y economía, y reconozco que la tecnología tiene su utilidad, no podemos mitificarla. La tecnología no es la solución para todos los problemas que creamos, y en algunos casos, incluso ha sido el origen de errores o ha inducido a errores históricos que después son irreversibles. El cambio climático, por ejemplo, es un fenómeno exacerbado por tecnologías que fueron desarrolladas sin considerar sus impactos a largo plazo.

Dicho esto, existen tecnologías que son útiles, especialmente las más simples y aquellas que se basan en la naturaleza. Actualmente, se habla mucho sobre las tecnologías o estrategias basadas en la naturaleza, que aprovechan la propia ingeniería natural, que es increíblemente inteligente y eficiente. Si logramos combinar la tecnología humana con las necesidades y características del entorno natural, podremos encontrar soluciones que sean tanto económicas como efectivas.

Hay muchas veces que la mitificación tecnológica nos lleva a olvidar la inteligencia ancestral o la inteligencia de entender la naturaleza y de entender lo que tenemos a nuestro alrededor. Hay que hacer desde el mundo universitario, desde el mundo de la investigación, un esfuerzo de diálogo constructivo e intercultural, con conocimientos y saberes indígenas, con conocimientos y saberes campesinos, con conocimientos y saberes rurales. Y desarrollar tecnologías para el medio rural que sean asequibles, que sean gestionables desde el medio rural, que no supongan perder la autonomía municipal.

  • El medio rural está un poco desprotegido o al menos no se está teniendo tanto en cuenta como se debería en esa toma de decisiones. Desde REDR estamos trabajando ahora con una línea de trabajo del rural proofing y hemos detectado que a veces al medio rural no se suele mencionar en la legislación…

La impresión que tengo es que hay avances importantes que hay que reconocer. Hay que saber distinguir en qué cosas se han avanzado, fruto de la lucha y del empuje de la propia gente del medio rural. Dicho esto, evidentemente hay muchas cosas que el medio rural requiere no sólo por justicia con quienes viven en el medio rural sino también por la cuenta que nos trae a toda la sociedad, incluidas las sociedades urbanas. Necesitamos dar más apoyo, más empoderamiento al medio rural y particularmente a las mujeres y a los jóvenes en el medio rural, con medidas concretas y específicas. Algunas van emergiendo, pero todavía son muy poquitas y muy poco eficaces. Pero falta mucho por hacer. En temas de agua y saneamiento; abrir líneas de financiación específicas sobre todo para el saneamiento en el medio rural, sería importantísimo. Sin embargo, también eso requiere desde el medio rural, tener una posición también constructiva y autocrítica, a la hora de poder abordar también cuestiones que están afectando al medio rural y que también están afectando al medio urbano, como por ejemplo; la contaminación difusa, la contaminación agraria o los pesticidas. Eso no es un capricho urbano, es una necesidad colectiva de toda la sociedad. Tiene que haber un apoyo fuerte del Estado para poder hacer esa transición agroecológica, pero también los agricultores y el medio rural deben tener más interés que nadie en esa evolución y además debe haber los medios necesarios y el empuje para poder construirlo.

 

  • ¿Cómo puede entonces el medio rural construir resiliencia?

 

En gran medida depende del terreno en cuestión, recuperando, vamos a decir, entre otras cosas, el orgullo de la localidad, del modelo de vida. Igual que pertenecer a una ciudad se puede hacer con orgullo digno, y ser muy de Zaragoza, o ser muy de Madrid, o ser muy de Sevilla, tener orgullo por vivir en el medio rural, que yo creo que es tan digno como vivir en cualquier ciudad, con más desarrollo, más lo que se quiera. Sobre esa base, hay que reforzar los enfoques a nivel global del municipalismo. En los sitios donde hay vida comunitaria y estructuras comunitarias hay que reforzar con leyes, con acuerdos y con presupuestos a las instituciones comunitarias, desarrollando esa estrategia de partenariado público comunitario. En donde no haya tanta vida comunitaria y haya más municipalismo; hay que reforzar los acuerdos público-privados entre comarcas y municipios, provincias y municipios, Estado y municipios; reforzar la financiación municipalista, reforzar la participación y la transparencia. Por ejemplo, me parecen los sitios donde yo conozco que se ha fomentado la comarcalización. 

Habrá que mejorar la participación ciudadana territorial, pero creo que las comarcas son un buen reforzamiento del municipalismo si hay transparencia y participación ciudadana. Perseguir y acabar con los pozos ilegales, aunque haya mucha gente involucrada en eso, porque es un desastre para el medio rural, para los propios agricultores y para los propios municipios. Entonces, hacer un debate que permita a los propios del territorio entender que destruir su patrimonio de agua subterránea es un suicidio para la propia gente. No tienen que venir de fuera a decirlo, es que la propia gente puede hacerlo mejor que nadie. Igual que las comunidades de regantes de agua superficial, son los que más cuidan el agua superficial y no permiten que nadie venga de fuera y les fastidie aquello. O algunos casos en los que algunos están planteando vender su agua y cosas así, pero en general, las comunidades rurales, las comunidades de regantes son buenos gestores del agua que disponen como un bien común. Pues también hacer del acuífero un bien común, gobernado por los propios gestores, usuarios del acuífero, con el apoyo del Estado que merecen, pero con autoridad propia. Apoyo público a un sistema de seguros frente a sequías e inundaciones para las explotaciones familiares, para el medio rural específico. Reordenación territorial de espacios inundables, en colaboración con el Estado, pero como iniciativa propia, para tener un futuro más seguro frente a los riesgos de inundación. O, por ejemplo, fomento y reclamación de un sistema, vamos a decir, de impuestos, un sistema de impuestos específico para las inversiones en el medio rural. Igual que se tiene un sistema específico y mejorado para Canarias. Quien invierte en Canarias tiene menos impuestos. Bueno, pues quien haga inversión o desarrollos empresariales en el medio rural, entonces se abren líneas, por ejemplo, de agroecología, etc., pues que estén premiados con unos impuestos menos fuertes. La vía financiera ahí puede ser muy importante. Entonces, reclamar esto y por parte del Estado reconocerlo y articularlo en el orden del sistema de impuestos.

 

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