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La vertebración del territorio aragonés y la distribución de fondos

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Desarrollo Rural

03 de septiembre de 2014 Fuente: aragondigital.es

El medio rural es la pieza clave del engranaje para la vertebración de un  territorio tan vasto como el aragonés.

El desarrollo del medio rural se viene apoyando desde la Unión Europea a través de los distintos planes que se han creado. Ahora estamos inmersos en el programa 2014-2020, y es el momento de decidir cómo se estructuran las prioridades, ya que en la actual situación económica sería una temeridad y una irresponsabilidad que los fondos no se distribuyeran de acuerdo con unos objetivos de utilidad para asentar población, creación de riqueza y sostenibilidad.

El medio rural es la pieza clave del engranaje para la vertebración de un  territorio tan vasto como el aragonés, que tiene una bajísima densidad de población (29 hab/km2), y que pivota en gran medida sobre el municipio de Zaragoza.

En los años del desarrollo incontrolado, se siguieron unas políticas territoriales que en general han contribuido muy poco a la vertebración  del territorio aragonés. Se crearon las comarcas para fomentar el desarrollo de sus municipios, pero la realidad, generalmente tozuda, está demostrando que se creó una estructura administrativa más, y ya son cinco con competencias en ocasiones solapadas. Creo que esta estructura aportará poco a la vertebración territorial, en tanto que sus competencias son escasas y la dotación presupuestaria (63,6 millones de euros) está más destinada a gasto corriente, servicios y personal  que a inversiones reales (entre el dos y el cinco por ciento).

Además, se siguió manteniendo una política de fomento del crecimiento de Zaragoza y su área metropolitana, con la creación de grandes urbanizaciones y polígonos industriales en el entorno de Zaragoza y su área metropolitana (algunos de ellos prácticamente vacíos al llegar el pinchazo de la burbuja inmobiliaria).

En cualquier caso, dicho esto, conviene ser conscientes de la realidad y de la necesidad de que los fondos públicos se utilicen correctamente para sus verdaderos fines, lejos de veleidades inconsistentes de algunos gobernantes.

Por ello, insisto en que no vale "café" para todos. En estos tiempos duros, el café hay que dárselo a aquellas iniciativas que tienen una buena idea  y un proyecto serio detrás, con un análisis profundo de la situación previa, presente y futura, y considerando las distintas alternativas. Un proyecto que deberá contribuir al desarrollo de la vida de los pueblos, a favorecer el bienestar de los ciudadanos, sus capacidades económicas y la generación de empleo.

Cabe recordar que, en esta fase, tienen gran importancia la agricultura, la ganadería y la industria agroalimentaria, que pueden y deben contribuir al desarrollo rural y a la sostenibilidad del medio.  El entorno natural también puede ser un elemento interesantísimo que apoye el  desarrollo económico de la zona.  Ejemplos loables de ello, son los municipios de Alquézar, Albarracín, Valderrobres, etc. que supieron aprovechar sus recursos históricos, culturales, deportivos y naturales para generar riqueza  y poder mirar el futuro con optimismo.

Desgraciadamente hay muchos pueblos aragoneses que están abocados a la desaparición en un período de tiempo corto. Cada vez son más los que apenas tienen unas decenas de habitantes, y además de edad avanzada. Hemos de recordar que un pueblo sin niños ni  jóvenes no tiene futuro.

Como escribía Michel Vallés, "el 76,9% de nuestros pueblos tendrán muchas dificultades para su supervivencia". De los más de 700 municipios aragoneses, 170 son localidades demográficamente terminales y 392 están seriamente envejecidos.  Por ello, es imprescindible que los esfuerzos se centren en aquellos  179  pueblos que gozan de buena salud y en los que teniendo una población cada vez más envejecida, aún tienen posibilidades de desarrollo por estar bien ubicados, dotados de buenas infraestructuras y servicios, y con elementos de índole económica, social o cultural que permitan divisar la luz al final del túnel.

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