La nueva promoción de la Escuela de Pastores de Cataluña se compromete con la tierra y los rebaños
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17 de enero de 2017 Fuente: ara.cat / ARCA
Con sede en Rialp (Pallars Sobirà), la escuela apuesta por fomentar una ganadería que parte de la gestión comprometida con la tierra y los rebaños.
Cambiar un proyecto de vida y poner su granito de arena para que una ganadería recupere el ritmo pausado de la tierra y revalorice la figura del pastor. Esta es la intención de muchas de las personas que se inscriben en la Escuela de Pastores de Cataluña, que trabaja desde 2009 para formar nuevos ganaderos y hacer posible la dinamización de la agricultura y la gestión sostenible de los rebaños.
El modelo garantiza con fuerza eficacia la incorporación al mundo laboral de una gran parte de sus alumnos. El 68,6% de las 132 personas que han hecho la formación (de 335 solicitudes) han conseguido trabajar en el campo. Sólo el 31,4% no han continuado o bien aún están pendientes de encontrar trabajo. La media de edad de los nuevos pastores es de 31 años.
En la Cerdanya, justo a la entrada del pequeño núcleo de Éller, se han instalado Sara Gutiérrez (38 años) y Miguel Ángel Queralt (40 años), que en 2015 fueron alumnos de la escuela. Juntos decidieron dejar atrás Barcelona y la fotografía freelance -con la que habían llegado a recorrer todo el mundo siguiendo el Campeonato Mundial de motocross- por una vida más tranquila en la montaña. "Teníamos clarísimo que nuestro proyecto de vida estaba aquí", explica Gutiérrez.
Lo que aprendieron a las prácticas que hicieron en Ariège, en el País Vasco y también en una finca de Montellà, así como lo que les han enseñado en la escuela, les ha servido para empezar a desarrollar su proyecto en Éller. "Estamos muy ilusionados", aseguran. Hace ocho meses que, a Éller, Sara y Miguel tienen un pequeño rebaño de 36 cabras de leche. En todas las llaman por el nombre de pila que les han puesto y los animales se dejan acariciar.
Cambio de vida
Cada día las acompañan a pastar y están con ellas. Pero la idea es que la Osa, una perra de montaña de los Pirineos, sea la guardiana y que, por tanto, puedan dejarlas a su aire por los terrenos de la finca mientras ellos hacen queso.
"Llegó un momento en que la vida que llevábamos no tenía mucho sentido, entonces compramos la casa y nos planteamos desarrollar una actividad que fuera respetuosa con el paisaje", relatan. A pesar de que les han advertido que sacarían más rendimiento con un rebaño más numeroso, tienen claro que no quieren que crezca más allá de las 50 cabras.
Con sede en Rialp (Pallars Sobirà), la escuela apuesta por fomentar una ganadería que parte de la gestión comprometida con la tierra y los rebaños. El curso tiene una duración de seis meses e incluye contenido teórico y práctico.
El ebrenc Juan Gumbau tiene 26 años y ha estado en la última edición. "Me he quedado donde hice las prácticas: en la Casa Mestre Pere de Pobellà (Pallars Jussà), que se dedica a la carne de ternera ecológica", explica. Él es de Campredó (Tortosa) y antes trabajaba de carnicero en un obrador. "No soy de ciudad, pero igualmente quería venir a vivir en los Pirineos. Soy partidario de la ganadería que procura el bienestar de los animales ", dice.
De la hornada de 2016, Merlés Martínez, de 28 años , es ingeniera agrícola. "Mi propósito era tener explotación propia. La finca que he encontrado es en Vacarisses, dentro del proyecto Life de prevención de grandes incendios a través de los pastos, y tendré cabras ".
Según indica Vanesa Freixa , responsable de la Escuela de Pastores, el 44% de los aspirantes de la escuela provienen del ámbito urbano, mientras que el 56% son originarios del medio rural -aunque no necesariamente tienen vínculos con el mundo los rebaños-. El 42% tienen estudios universitarios y casi el 90% provienen de las comarcas de Barcelona. La escuela, que dirige la Asociación rururbanas, tiene el apoyo del departamento de Agricultura y Ganadería de la Generalitat y la Escuela Agraria del Pallars.
Vacas del Valle de Aosta
El italiano Simone Brusaferri (41 años) creció en Milán, pero siempre había veraneado en el Valle de Aosta, en los Alpes. En Barcelona llegó para estudiar arquitectura y, más tarde, desarrollar esta profesión. Pero estalló la crisis.
Por el vínculo familiar con el oficio -uno de sus abuelos era pastor- dio el paso de incorporarse a la escuela. Las prácticas se hizo las más Colina de Dachs, a las Llosses (Ripollès). A partir de entonces replantearse la vida de arriba abajo. Dicho y hecho, se vendió el piso de Barcelona y decidió quedarse a vivir y trabajar en el Pirineo.
¿Lo más difícil para un joven que se inicia en el mundo de la agricultura? Acceder al uso de la tierra. Hay pocas casas asequibles. Brusaferri ha recuperado un cortijo abandonado en San Juan de las Abadesas y se ha establecido con un rebaño de vacas de la raza Valdostana, los Alpes, muy adaptadas al ambiente de montaña. Pronto vendrá leche fresca, pero también quiere hacer quesos.
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