La mujer en el mundo rural: imprescindible, invisible
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15 de octubre de 2015 Fuente: Tribuna del País Vasco
La mujer en el mundo rural normalmente no cotiza a la Seguridad Social y si lo hace es en cuantía insuficiente.
Texto de opinión de David R. publicado originalmente en la Tribuna del País Vasco
De la misma manera que en las sociedades de todo el planeta no podemos equiparar el papel que juega el hombre en unas y otras, ocurre lo mismo con las mujeres, y por eso nos vemos obligados analíticamente a realizar comparaciones, pero en el caso que nos ocupa tenemos que hacer, no solamente comparaciones entre hombres de un lugar y de otro o comparaciones entre hombres y mujeres o mujeres de un lugar y de otro. Tenemos que hacer comparaciones entre actividades socio-económicas de unas mujeres y de otras.
En este caso me refiero a las importantes diferencias que se han producido y se siguen produciendo entre mujeres con diferentes actividades laborales, y concretamente entre mujeres que no trabajan en el mundo rural y las que sí lo hacen.
Las diferencias son importantes hasta tal punto que no me parece correcto que a día de hoy no se produzca el necesario reconocimiento a la mujer en el mundo rural, que además de mujer, en casi todos los casos es madre, es ama de casa y es trabajadora en la explotación agrícola o ganadera (normalmente en ambas actividades). Como mujer ve cercenados sus derechos por las especiales circunstancias laborales y sociales, porque todos sabemos que el sexismo ha sido y continúa siendo más acusado en el mundo rural que en las zonas urbanas; como madre, cumple una función imprescindible en el sostenimiento del núcleo familiar y en la educación de los hijos, y como trabajadora soporta la acumulación de las "misiones" a cumplir atendiendo a las necesidades que surgen, que en las zonas rurales son muy imprevisibles.
La mujer en el mundo rural normalmente no cotiza a la Seguridad Social y si lo hace es en cuantía insuficiente para tener la posibilidad de obtener un retorno dinerario que le permita una subsistencia suficiente y digna en caso de necesidad, y este problema esta tremendamente extendido; pero, mientras tanto, muchas de ellas conducen tractores tan grandes que para acceder a la cabina es necesaria una escalera, o recogen patatas partiéndose "el espinazo", igual que los hombres.
En ese mundo rural, la mujer aporta, además de muchísimo trabajo (el dicho de "sol a sol" en este caso se queda corto) sensatez y creatividad, dos elementos que con frecuencia desarrollan mejor que los hombres, y un sentido de la estética en las cosas y en la vida de la que también solemos adolecer nosotros.
El papel y los "roles" que juegan las mujeres en el mundo rural es de tal importancia que sin ellas no existiría la sociedad, porque hablamos de funciones necesarias y vitales no suficientemente reconocidas salvo en casos muy especiales, y desarrolladas en condiciones extremas de todo tipo, desde sociales a climáticas. Sociedades rurales descritas y estudiadas como matriarcados desde la sociología y la antropología (caso vasco) son excepciones.
En España, la mujer tuvo derecho a votar por primera vez en 1931, con el advenimiento de la I República, pero esos tardíos avances que serán cercenados durante la dictadura de Franco, no llegaron por igual a todas las mujeres, porque la recepción del avance de la mujer en el camino de una progresiva igualdad no ha sido nunca igual en el mundo rural que en el urbano. Afortunadamente, las cosas están cambiando y, por ejemplo, todas estas circunstancias ya están reflejadas en amplia filmografía, pero no en las hemerotecas. Les invito a que realicen un sencillo ejercicio de investigación en Internet, busquen artículos o informaciones relacionados con el descriptor -mujeres en el mundo rural- y comparen con otros colectivos.
Pienso que es importante que se preste más atención al colectivo más importante que existe en nuestra sociedad: la mujer en el mundo rural; desde las universidades (hay campo para cientos de Tesis Doctorales), desde el periodismo, desde el mundo de la cultura, desde la Iglesia, pero, sobre todo, desde los legisladores y los respectivos gobiernos. Echo en falta una consideración legal específica que creo que debería estar presente en todos los programas de todos los partidos políticos, y me refiero a nivel nacional, más allá de las actividades concretas que desarrollan las comunidades autónomas y muchos ayuntamientos.
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