La escuela rural da vida a los pueblos
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22 de junio de 2015 Fuente: El Comercio.es
Los centros educativos en el Oriente de Asturias están registrando un incremento de las matriculas.
- Supone un elemento fundamental para evitar la despoblación de estas zonas y fijar a las familias en el territorio
Acaba el curso escolar y el escenario que se abre a partir de septiembre en los colegios rurales agrupados del Oriente es, cuanto menos, esperanzador. Estas escuelas rurales que aún se mantienen operativas están viviendo, en general, una buena etapa. Dos parecen los principales motivos de su repunte, algo que se está notando ya en el incremento de matrículas para el próximo curso. Por un lado el retorno de algunos vecinos a los pueblos y con ellos sus hijos pequeños; pero por otro, el abandono de esa idea sobre que este tipo de centros no tenían la misma calidad educativa que los grandes.
Once son las escuelas rurales que se mantienen a flote en este municipio y se dividen en dos CRA, en el primero están Vibaño, Celorio, Porrúa y Villanueva; en el segundo, Vidiago, San Roque, Parres, Pendueles, La Borbolla, Cué y Poo. Hace dos años cerró la escuela de Caldueño y, por el momento, la que peor lo está pasando actualmente es la de Celorio, ya que es posible que pierda un aula de los dos que tenía hasta este curso.
Diferente respecto a esta última es la situación de la escuela rural de Villanueva de Pría. Después de llegar a rozar el mínimo de alumnos para mantenerse abierta crece ahora a marchas forzadas. Era incluso difícil de comprender hace algunos meses cómo niños que residen en el propio pueblo se desplazasen a centros de referencia, en grandes villas, antes que aprovechar la cercanía de esta pequeña pero productiva escuela. Tiene ahora nueve alumnos y de cara al próximo curso puede que se incorporen hasta tres más. Goza de una excelente salud y buena parte de culpa la tiene su directora, Teresa Vallés. El incremento de estudiantes de este curso le ha hecho replantearse las clases, pasando de cuatro a nueve escolares, porque «la profesora debe adaptarse al medio y, además, disfrutar del resultado». Bajo su punto de vista, desde hace unos años ha habido una ruptura con el concepto de la escuela rural. «La gente no traía a los niños porque pensaba que en estas escuelas no se aprendía, pero nada más lejos de la realidad», destaca.
En Villanueva, las alumnas mayores son de 4º de Primaria y la más pequeña termina este año la educación Infantil. Dentro de ese amplio abanico de edades, la enseñanza resulta mucho más rica. «La profesora solo es una y ellos lo saben, cuando necesitan ayuda y yo estoy con otro compañero, los pequeños echan mano de los mayores y así ambos ganan. Es una de las mejores cosas del aula compartida. Los pequeños pueden aprender por encima de su nivel, cositas sueltas, pero siempre se les despierta la curiosidad», valora Teresa. Ella está siempre con los niños pero, además, por allí desfilan profesores itinerantes de Inglés, Llingua, Religión, Música, Educación Física o Apoyo. Todos ellos compartidos con el resto de centros que integran el CRA número 1 de Llanes.
Retos
Con la ampliación de matrícula en este curso, también llegaron importantes retos para este centro. La inclusión de un niño con necesidades especiales de enseñanza debido a sus problemas de visión no ha hecho más que mejorar un ambiente que ya de por sí era bueno. Además desde la ONCE se le ha facilitado una mesa especial y se ha impartido un curso para que todos pudiesen comprender las limitaciones de su nuevo amigo. «La atención por parte de los docentes es plena e, incluso, existen todo tipo de clases de apoyo a disposición de los alumnos. Pero sin duda lo mejor de todo ha sido la acogida por parte de los compañeros, que entienden perfectamente la situación y ayudan a su nuevo compañero a adaptarse y a realizar cualquier cosa que necesite. Eso para una maestra es todo un orgullo», confiesa Teresa. ¿Lo mejor de una escuela como la suya? «Que somos como una pequeña familia», analizaron los pequeños. Ellos y el resto del pueblo, que les acompaña cada vez que puede. «Hacemos fiestas y se acercan muchos vecinos, para ellos es una alegría que los niños puedan estar aquí. La gente incluso pasa por delante y se para a verlos jugar. No hay duda de que la escuela rural da vida a los pueblos».
¿Los problemas que afectan a estas escuelas rurales? Los mismos que en el resto de centros educativos. «Hay materias que gustan más, otras que gustan menos. Hay niños más perezosos para una u otra cosa pero, en general, aquí tiran unos de otros. Si alguno viene más travieso le reprenden y todo ello con respeto, con el que me tienen a mí como maestra y el que se tienen ellos mismos como compañeros», narra la docente. No niega que hay «algunas peleillas» de vez en cuando, pero en general «trabajamos bastante bien». «Hacemos enseguida las paces, comentaron los chicos. A la pequeñaja del grupo, Lara, de 5 años, la parte que más le gusta de todas es «jugar». Sin embargo casi todos coinciden en destacar, por encima de otras cosas, «la profesora y los compañeros». Son muchos los festivales que realizan a lo largo del curso en los que «además de disfrutar de la actividad los niños se realizan, desarrollan sus habilidades y ponen en práctica lo aprendido». Es una forma de trabajar quizá diferente, pero no por ello peor y así lo demuestran los buenos resultados de estos pequeños y la satisfacción de los padres. Laura Inguanzo tiene a su hija en esta escuela desde hace tres años y confiesa que «los padres y los profesores luchamos mucho todo este tiempo para que no se cerrase el centro». Valora muy positivamente «lo que una escuela rural aporta a un pueblo como el nuestro» y por ello ahora lanza una petición al aire: «Lo que ahora luchamos solos necesitamos que se refleje en un poco de apoyo municipal. Ahora que la escuela tiene alumnos de sobra y que seguirá adelante muchos años más, pedimos que se nos eche una mano en cuanto a infraestructuras, porque hay muchísimas necesidades».
Nuevas tecnologías
Las nuevas tecnologías son el plato fuerte del CRA Picos de Europa. Las escuelas de Benia (Onís), Mestas de Con (Cangas de Onís) y San Juan de Beleño (Ponga) cuenta con un total de 61 alumnos y, de cara al próximo curso, incrementarán su matrícula en más de una decena. Sus avances en el mundo de las redes sociales e internet están siendo un gran atrayente para las familias, que en los últimos años se han acercado a la escuela rural en lo que responde a un claro cambio de concepto. Además de estar presentes en Facebook o Twitter y tener su propio dominio online, este centro agrupado ha puesto en marcha un pionero plan de libros en el que durante el curso que ahora acaba se han adscrito a él el 90% de las familias. Por un importe fijado en 105 euros, el alumno recibe los libros y el material escolar básico para todo el curso, una ventaja importante en el panorama económico actual. Cuidar el material entregado para poder hacer un banco de libros es una de las principales premisas de participación. «Es una buena fórmula, entre otras cosas, para enseñar a los niños a ser responsables con sus cosas», explica el director de este CRA, Xandru Armesto.
Una tendencia «a volver a lo rural» es lo que el docente cree que está ocurriendo entre las familias. «Bien por la crisis, bien porque la gente desarrolla otra filosofía de vida, hay un cambio de tendencia y, al llegar a vivir a estos pueblos, las familias se están interesando además en cuestiones como las aulas unitarias para la enseñanza de sus hijos», detalla. Según opina el director «esta cuestión supone más problemas para el maestro, que tiene que preparar muy bien las materias, que para los alumnos». José María Crespo imparte también clases desde hace tres años en el CRA Picos de Europa y forma parte de un grupo de 14 docentes que se desplazan entre los tres centros según sus especialidades. Crespo opina que «la ausencia de escuelas en los pueblos es otro motivo para marcharse» y, respecto al tipo de centro en el que trabaja explica que «la atención a los alumnos es mucho más individualizada». «Contamos con todos los servicios que pueda haber en cualquier centro de Oviedo o Gijón, no ofrecemos ni más ni menos». Otra ventaja sería «el contacto directo y contínuo de los profesores con las familias».
40 años de docencia
Podría decirse que la escuela de Caravia con más de medio siglo de vida se encuentra ahora en uno de sus mejores momentos. Once son los alumnos, de entre 3 y 12 años, que forman parte de esta pequeña comunidad educativa que se hace grande con la estrechez de los lazos que se forman entre los propios compañeros y también entre los familiares que van a llevarlos y a recogerlos. La directora del centro, Margarita Vega, cree que es la manera de que «un pueblo subsista y para los críos es estupendo». Porque a ella también le cautivó lo rural. Trabajaba dando clases a alumnos de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en Barcelona, una ciudad enorme, y los devenires de la vida la llevaron a Caravia por dos años, que al final acabaron siendo 27. «Llevo 40 años en la enseñanza y tengo que decir que este ha sido un cambio en todos los sentidos, pero a positivo sin ninguna duda», destaca esta veterana.
Afirma que con la crisis económica muchas familias han optado o se han visto obligadas a mudarse a los pueblos o a alguna casa de parientes, lo que ha evitado el desarraigo y la supervivencia del centro escolar caraviense. Además es un plus que no tengan la necesidad de usar autobuses escolares para ir de casa al cole. «Aquí los niños espabilan mucho más rápido que en otros colegios porque todos se relacionan con todos. Ves como los más mayores cuidan de los más pequeños, se ayudan, juegan. Forman una familia porque a fin de cuentas, todo queda en casa», indica Vega.
La plantilla docente se compone de un titular, que es la propia directora, y de otros cinco profesores itinerantes especializados en diferentes materias que cubren el 100% las necesidades de los jóvenes como en cualquier centro que cuente con centenares de alumnos, desde la asignatura de gimnasia hasta el logopeda o el orientador. A Margarita Vega le queda poco para jubilarse y eso le da pena. Porque son muchos años entregados a la enseñanza y porque «veo como llegan sin saber coger un lápiz y salen sabiendo hacer ecuaciones», indica.
Por ello, espera que las administraciones pongan de su parte, sumen esfuerzos y cuiden las escuelas rurales «porque deben tener futuro y continuidad».
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