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Jóvenes y patrimonio rural: la llave del futuro

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Desarrollo Rural

11 de diciembre de 2024 Fuente: REDR

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Un grupo de jóvenes reflexiona sobre cómo preservar y revitalizar el patrimonio rural. A través de los cursos organizados por REDR, proponen soluciones que combinan tradición, sostenibilidad e innovación para transformar los territorios rurales en espacios vivos y con futuro.

Mientras el medio rural español busca adaptarse a los desafíos de un mundo en constante cambio, un grupo de jóvenes profesionales y estudiantes ha reflexionando sobre cómo proteger, revitalizar y trabajar su patrimonio. A través de los cursos de diseño y sostenibilidad organizados por la Red Española de Desarrollo Rural (REDR), han explorado los retos y las oportunidades que ofrece el entorno rural. Sus ideas, innovadoras y respetuosas con la tradición, apuntan a convertir el patrimonio en un motor de desarrollo y conexión con las comunidades.

Sheila Omaira Herrera, periodista de 27 años nacida en La Gomera (Canarias), expresa: Considero importante difundir y divulgar al público la importancia de impulsar la vida y desarrollo de las comunidades rurales, especialmente aquellas que cuentan con menor población, pero con un amplio y rico patrimonio cultural, etnográfico, arqueológico, gastronómico y arquitectónico

Patrimonio que lucha por no desaparecer

Para estas jóvenes, preservar el patrimonio rural es una cuestión de identidad. María Ormeño, estudiante de Ingeniería Civil y Territorial de 23 años de Ciudad Real, lo describe como ''el decir 'de dónde venimos' sin que se olvide''. En su opinión, muchas construcciones rurales, por antiguas que sean, tienen un fuerte vínculo con la historia y merecen una mayor visibilidad. 

Además de su valor simbólico, el patrimonio puede ser una herramienta clave para el desarrollo. Herrera señala que, desde una perspectiva turística, ''se puede convertir en un atractivo destacable, un elemento diferenciador, y una oportunidad para situar en el mapa pueblos que, de otra manera, pasarían totalmente desapercibidos''.

Pilar Lázaro, zaragozana graduada en Economía de 27 años, quien también ha trabajado en un Grupo de Acción Local de Teruel, añade: ''Sin nuestro patrimonio material e inmaterial no somos nada. Define nuestros valores, mantiene vivas nuestras tradiciones y nos da una identidad''.

Retos persistentes: abandono e invisibilidad

A pesar de su importancia, el patrimonio rural enfrenta numerosos desafíos. Elisa San Ceferino, restauradora santanderina de 27 años, lamenta que ''en ocasiones esta subestimada la arquitectura rural y no se le tiene demasiado respeto a su valor patrimonial. En numerosas ocasiones se han visto abandonadas, no se ha invertido en su conservación o simplemente se han derribado para nuevas construcciones que no están en línea con el paisaje''.

La invisibilidad es otro obstáculo, como destaca Cristina Gullón, graduada en Publicidad y Relaciones Públicas de 22 años de Aguilar de Campoo (Palencia): ''Muchos proyectos de mantenimiento y/o modernización de ciertos elementos arquitectónicos del medio rural no obtienen el reconocimiento que deberían debido a que son zonas poco pobladas y no se publicita lo suficiente''.

A esta lista se suma un reto menos evidente, pero igualmente crítico: la pérdida de las artesanías y técnicas tradicionales. Patricia Ceacero, diseñadora de interiores de 27 años de Jaén, señala: ''Creo que las artesanías se están perdiendo, y hay oficios que hacen verdaderas obras de arte. Artículos de decoración como cerámicas o elementos con fibras vegetales apenas se ven en los proyectos de decoración actuales''.

El papel transformador de la juventud

Las jóvenes que han participado en los cursos de REDR no solo comprenden la importancia de preservar el patrimonio rural, sino que plantean una transformación profunda basada en el respeto a la tradición y la apuesta por la innovación. Gullón resume esta visión con una llamada a la coherencia: ''Mantener siempre la esencia del pueblo y de la arquitectura principal en su restauración y modernizarlo en lo necesario siempre para sacar el mayor partido a sus atribrutos''.

Más allá de las técnicas y herramientas, lo que emerge con claridad es una conexión emocional con los espacios rurales, un compromiso que San Ceferino describe como una responsabilidad generacional: ''Somos las futuras generaciones las encargadas de mantener estas zonas y darles el valor que se merecen''. Sin embargo, advierte que la juventud no puede hacerlo sola: ''Esto requiere de una concienciación y actuación por parte de las instituciones para que sepamos que el medio rural es un sitio posible para desarrollar nuestra vida''.

Una visión de futuro

Como concluye Herrera, la preservación del patrimonio no es solo un deber histórico, sino una inversión estratégica con beneficios a todos los niveles: ''Los trabajos que deriven de esa preservación supondrían un revulsivo económico para el pueblo a corto plazo, a la vez que una inversión a largo plazo. Espacio y entornos puestos a punto podrán ser un incentivo para atraer eventos y celebraciones, un atractivo para los visitantes y un empuje para crear vida y hábitos en torno a ellos''.

Ceacero aporta una propuesta concreta para revitalizar las artesanías en el medio rural: ''Una buena idea sería acercar a las personas al medio rural a través de centros de interpretación dentro de la misma obra, en el que se explicaran las materias primas autóctonas del lugar y, además, talleres relacionados con artesanías, para darle una nueva vida a las diferentes técnicas que ya se están perdiendo''.

Los participantes de los cursos coinciden en que la juventud es crucial para la transformación del medio rural. Blanca Pérez, sevillana de 25 años afincada en Santiago de Compostela (A Coruña), subraya que ''los jóvenes tenemos la fuerza y el conocimiento para transformar los recursos rurales existentes en algo que se adapte a nuestras necesidades presentes y futuras. Podemos hacer de lo rural una opción igual de válida que lo urbano, y darle vida nosotros mismos o las generaciones que vengan''.

Las ideas están sobre la mesa, pero el camino por recorrer es largo. Estas jóvenes han demostrado que preservar el patrimonio rural no es solo es nostalgia, sino una apuesta por el futuro. Como bien señala Pérez, ''se trata de mostrar el potencial de las áreas rurales y cambiar la percepción arcaica que le atribuimos''.

El cambio no vendrá solo de las instituciones o de las tecnologías, sino de quienes viven y trabajan en sus territorios rurales. Cada casa conservada, cada camino restaurado y cada técnica artesanal recuperada construyen algo más que infraestructuras: edifican historias, raíces y futuros. Y ahí están las jóvenes que ya han comenzado a escribir el próximo capítulo del medio rural.

''El patrimonio se puede convertir en un atractivo destacable, un elemento diferenciador, y una oportunidad para situar en el mapa pueblo''

''Nuestro patrimonio material e inmaterial define nuestros valores, mantiene vivas nuestras tradiciones y nos da una identidad''

''Muchos proyectos no obtienen el reconocimiento que deberían debido a que son zonas poco pobladas y no se publicita lo suficiente''

''Somos las futuras generaciones las encargadas de mantener estas zonas y darles el valor que se merecen''

''Sin nuestro patrimonio material e inmaterial no somos nada. Define nuestros valores, mantiene vivas nuestras tradiciones y nos da una identidad''

 

''Los jóvenes tenemos la fuerza y el conocimiento para transformar los recursos rurales existentes en algo que se adapte a nuestras necesidades presentes y futuras''

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