Jorge Barrero, director de la Fundación Cotec: «Mis años en el pueblo son la línea más importante de mi currículum»
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11 de septiembre de 2025 Fuente: REDR

Los pueblos, sobre todo los más aislados, son pequeños planetas, sociedades a escala, donde un niño se asoma de forma natural a realidades que, en una gran ciudad, con barrios grandes pero homogéneos son, aunque parezca contradictorio, más difíciles de aprehender.
🖊️ Artículo de opinión de Jorge Barrero, director general de la Fundación Cotec.
Cuando nació la REDR, en 1995, yo llevaba ya diez años lejos de la aldea donde me crie, San Antolín, en Ibias, un recóndito valle de la cordillera cantábrica a casi casi tres horas de Oviedo.
Recuerdo perfectamente el día que abandonamos la casa -que era la de la maestra, mi madre- y pusimos rumbo a Salamanca para que mis tres hermanos mayores pudieran continuar sus estudios. Fue quizá el día más triste de mi infancia, aunque sólo unos meses más tarde, como muchos otros niños de pueblo, escondiera mi pasado rural.
Recuerdo aquella mudanza y también, durante mucho tiempo, haber contestado infinidad de veces con un genérico “soy de Asturias” cuando alguien se interesaba por mi acento.
Sin embargo, no consigo recordar el momento en que descubrí que mis años en el pueblo son la línea más importante de mi currículum, la que marca la diferencia, pero seguro que fue demasiado tarde y eso es lo que me ruboriza ahora.
La infancia es la verdadera patria, dicen que dijo Rilke, pero si además la has pasado en un pueblo, ese sentido metafórico complementa la etimología del término “la tierra de tus padres”.
A mi la patria -mi infancia, mi aldea - me ha hecho pasar vergüenza dos veces -una por ser de pueblo y otra por esconderlo- pero muchas más me han hecho sentir orgulloso y, sobre todo, me ha sido útil en varios sentidos y momentos.
Mi trayectoria vital, seamos honestos, también ha dejado su impronta en la entidad que dirijo, la Fundación Cotec, cuya apuesta por el medio rural es, cada vez más visible.
Pero mucho antes de llegar a Cotec y poder contribuir al fomento y análisis de la innovación en el medio rural, yo ya había “capitalizado” de muchas maneras mis años de Ibias, a veces sin ser muy consciente de ello.
Destaco la posibilidad de construir de forma prematura e intuitiva un “modelo del mundo”. Los pueblos, sobre todo los más aislados, son pequeños planetas, sociedades a escala, donde un niño se asoma de forma natural a realidades que, en una gran ciudad, con barrios grandes pero homogéneos son, aunque parezca contradictorio, más difíciles de aprehender.
En la Moraleja juegan unos niños y en Vallecas otros, pero en la plaza del pueblo y en el patio de la escuela rural conviven el hijo del rico, del pobre, del loco, del extranjero. Y no sólo la diversidad y la desigualdad, el ciclo de la vida, también el de la materia – la economía circular-, la interacción entre tecnología y naturaleza, la tradición, la comunidad se integran en lo cotidiano.
Así veo yo lo rural, sin nostalgia ni romanticismo, porque es un entorno duro y maltratado -San Antolín es hoy sólo la sombra de lo que fue, y lo mismo me decía mi padre cuando yo era un niño- pero tampoco como una experiencia heroica, porque ofrece a sus habitantes una experiencia, un enfoque y unos recursos diferenciales, que pueden ser ventajas competitivas en otros entornos.
Apuesto a que esta visión realista del futuro rural es compartida por las entidades adheridas a REDR, porque constato su impacto en el debate de público y su aportación particular a la agenda de Cotec.
Quiero felicitarles -felicitaros- por lo mucho y bueno que se ha hecho en estas tres décadas, pero, aún más, por todo lo que se conseguirá en el futuro.
Europa atesora en su medio rural una gran diversidad de culturas, y eso implica, entre otras cosas, un conjunto muy amplio de retos y también de posibles soluciones, a la espera de ser testadas. Este patrimonio es fundamental para afrontar un escenario cambiante e incierto, porque hay soluciones que pueden nacer en lo rural y escalar al conjunto de la sociedad. Así ocurre con la mayoría de las prácticas de economía circular, que aún persisten en nuestros pueblos, o disciplinas como la arquitectura bioclimática, que se inspiran en técnicas tradicionales.
Se señala con mucha frecuencia que los pueblos necesitan a las administraciones, a las personas, a las empresas. Yo quiero enfatizar que ciudadanos, sector productivo y Estado necesitan también a los pueblos.
* Este artículo forma parte de una serie de publicaciones en las que responsables de diferentes instituciones, entidades, empresas privadas... elaboran un artículo de opinión en el que valoran estos últimos 30 años de la Red Española de Desarrollo Rural (REDR). Cada semana, publicaremos un nuevo artículo.
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