Eugenio Monesma, documentalista e influencer rural: «Las ayudas LEADER supusieron un gran impulso a mi trabajo»
Contenido principal
06 de febrero de 2025 Fuente: REDR

El etnógrafo y director oscense, que acaba de publicar un libro para poner en valor la importancia de los oficios tradicionales, habla con REDR sobre patrimonio cultural, emprendimiento y la importancia de las redes sociales para construir un verdadero relato rural.
A sus 72 años, el documentalista, realizador y etnógrafo Eugenio Monesma se ha convertido en todo un influencer de referencia en España. Puede que, comparado con otros gurús de las redes sociales, su perfil no pase desapercibido, pero lo cierto es que sus vídeos y publicaciones, que suman millones de reproducciones en Youtube -lo que le han hecho valedor del ansiado ‘botón de oro’ de la plataforma- han encontrado un nuevo espacio en las redes sociales, donde sus seguidores -especialmente jóvenes- esperan con ansia cada nueva publicación de este oscense, que lleva décadas entregado a la documentación del patrimonio cultural inmaterial de nuestro país.
A su edad, Monesma admite que aún le sorprende todo este reconocimiento. «El acierto ha sido que, aunque el objetivo inicial con los documentales era llegar a los nostálgicos sesentones y setentones, esto se ha convertido, al revés de lo que previmos, en una información que llega a la gente joven», dice. Todo comenzó allá por el año 2020, cuando el enorme archivo de imágenes y vídeos que atesora, tras más de cuatro décadas de laboriosa tarea recorriendo los rincones de la España rural y documentando sus historias, oficios, tradiciones…, estaba «prácticamente inutilizado». «No se vendían copias en DVD -reconoce- tampoco se descargaban los documentales… Entonces mis hijos plantearon la posibilidad de subir los documentales a las redes sociales», afirma. Tras la «sorpresa» inicial, Monesma admite que, en el fondo, sí entiende que hayan sido los jóvenes los responsables de este éxito, quizá porque «precisamente los jóvenes son los que no han conocido estas cosas en absoluto». «Me estoy dando cuenta de que, al ver cómo hacían sus oficios, los chicos y chicas más jóvenes valoran a esos hombres y mujeres de 70-80 años, les parecen personajes de película», confiesa, a la vez que defiende la importancia de las redes sociales para, precisamente, emplear el mismo lenguaje empleado por la juventud. «Claro que las redes sociales ayudan a construir una imagen positiva de la realidad rural, incluso una idealización positiva del campo: el hecho de que la juventud perciba a estos hombres y mujeres como héroes y heroínas puede cambiarles su conciencia y su forma de ver el mundo», comenta.
Aunque esta historia de amor con las redes sociales comenzó hace unos pocos años, el trabajo de Monesma a favor de la documentación de los oficios y tradiciones rurales empezó mucho antes. Reconoce que los fondos europeos LEADER y PRODER supusieron el mayor impulso a su trabajo, a partir de los años 90 y, de a esta colaboración con grupos de acción local de varias regiones («Castilla-La Mancha, Extremadura, Canarias…»), surgieron innumerables documentales que sirvieron para engrosar su ingente archivo documental. «El emprendimiento es una herramienta fundamental para dar vida a un pueblo, y los fondos LEADER han servido desde sus inicios para ayudar a emprendedores y emprendedoras a poner en marcha su proyecto rural, como fue mi caso», destaca.
Como amante de la antropología, se siente afortunado por haber tenido el privilegio de poder contar, a través de miles de documentales, oficios, tradiciones y gastronomía rural de toda la geografía española. Aunque haya alguno que se le resistiera («los cedaceros que hacían los ciazos para la harina, por ejemplo») la enorme cantidad de oficios que ha tenido la suerte de conocer hoy se encuentran, en su mayoría, extintos. Él, que ha conocido y documentado tantos, entiende que muchos de ellos hayan desaparecido (como los «vinculados al transporte con caballerías o las argaderas para llevar los cántaros a las fuentes») pero, a la vez, también reconoce que hay muchos de ellos, «como la herrería, la alfarería, el trabajo con el cuero» que están «en buenas manos», porque sí han logrado un cierto relevo generacional. Sin embargo, cuando se le pregunta por el que más le preocupa, lo tiene claro, la ganadería extensiva. «La ganadería extensiva es fundamental para el medio rural. La última trashumancia la hice en 2020: bajamos desde Belagua por la cañada de los Roncaleses hasta Las Bárdenas, con 1.000 cabezas de ganado, y es curioso porque, solo diez años antes, por esa misma cañada, bajaban 100.000, y ahora solo quedan 10.000 entre las dos cañadas de los Roncaleses y los Salacencos» admite con cierta tristeza.
¿Qué es lo que más te piden los jóvenes? «A mí me llaman muchos, para decirme “¿podrías venir a grabar porque tenemos no sé qué en mi pueblo?... ¡Coge un teléfono móvil y grábalo, ya, no me esperes a que vaya yo!» bromea.
Acaba de publicar un libro, 100 oficios para el recuerdo. Un viaje por la España rural en busca de las labores del pasado, en el que los jóvenes han vuelto a ser un pilar fundamental. «Fue mi hijo Eloy el que propuso la idea de hacer un libro precisamente destinado a los más jóvenes y todo se materializó cuando la editorial Lunwerg lo hizo posible». Hablando de relevo generacional, ¿continuará su hijo con el trabajo de su padre? «¿Quién es el mejor para manejar mi archivo cuando yo falte? Creo que va a ser él, y creo que el archivo va a tener cada vez más importancia».
Su hijo Eloy, uno de los grandes artífices de que Eugenio haya logrado convertirse en el influencer rural que es hoy en día, también ha sido uno de esos repobladores que cambian la ciudad por el medio rural. Tras cuatro años en Madrid, volvió a Huesca, donde ha podido desarrollarse profesionalmente gestionando los perfiles sociales de la productora y de Eugenio. Monesma aboga por que los jóvenes apuesten por un cambio de vida rural, haciendo hincapié en todas las posibilidades que ofrece, especialmente, el teletrabajo. «En un pueblo nunca pierdes el tiempo, simplemente ese tiempo lo estás invirtiendo en tu salud, en tu relax, en desarrollar tu mente para nuevos proyectos…», defiende. «Para desempeñar cualquier trabajo que no requiera una presencia física, lo mejor es el medio rural, está clarísimo» afirma rotundamente.
Reivindica la figura de los bares («las verdaderas redes sociales de los pueblos») y, aunque defiende los avances logrados en los pueblos a nivel de conectividad -tanto a nivel físico (carreteras, infraestructuras…) como digital (acceso a Internet)-, también se muestra crítico con las necesidades que acucian a los territorios rurales y que siguen sin encontrar solución. «Sí, soy optimista respecto al futuro de nuestros pueblos, pero todo lo que se habla ahora de la España Vaciada y todas estas historias… para mí es mucho palabrerío, se necesitan tomar medidas concretas», concluye.
Fin del contenido principal