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En busca de la regeneración del mundo rural

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Desarrollo Rural

09 de septiembre de 2016 Fuente: Compromiso Empresarial

Las zonas rurales cada vez están más despobladas y, sin embargo, ofrecen interesantes oportunidades empresariales.

Texto de opinión de Gema López Albendea.

Las zonas rurales de España cada vez están más despobladas y, sin embargo, gracias al desarrollo tecnológico alcanzado hasta el momento, ofrecen interesantes oportunidades empresariales que muy pocos se atreven a acometer por falta de confianza. No sólo de trabajo en el campo, también en sectores como el del ocio, la restauración, la hostelería e, incluso, la biotecnología.

Acabo de llegar de mis vacaciones rurales en los pueblos. Sí, han leído bien, los pueblos. Desde mi más tierna infancia siempre he veraneado en los pequeños municipios de la España profunda que vieron nacer a mi padre, por un lado, y a mi madre, por otro. Y cada año que pasa, el censo poblacional de cada uno de ellos baja de forma estrepitosa (ambos están ya por debajo de 80 habitantes), lógicamente porque no hay renovación generacional.

Como los míos hay muchos más, que siguen sin recuperarse de aquel éxodo que se vivió a mitad de la dictadura franquista: la gran ciudad acaparó el grueso de la mano de obra de un país que, por otra parte, poseía (y posee) un fuerte sector agroalimentario. Aunque es entendible que las nuevas generaciones saliesen huyendo despavoridas de la sacrificada vida del campo para abrirse camino en áreas laborales más cómodas.

Sin embargo, esas razones ya no son válidas a día de hoy gracias a las nuevas tecnologías. Hace cincuenta años el campo se labraba con trillos, azadas y guadañas, y con el apoyo de bueyes y otros animales de tiro; hoy hay todo tipo de maquinaria con la que el agricultor puede sacar adelante sus cultivos con el mismo esfuerzo que aquel que se levanta temprano para acudir a la oficina (y respirando un aire más limpio).

Pero no se trata sólo de fomentar el relevo para la actividad agrícola, esa que (no lo olvidemos) nos da los alimentos que debemos ingerir día tras día para seguir al pie del cañón y no morir en el intento, y a la que se incentiva por activa y por pasiva con subvenciones estatales y europeas para evitar su clausura definitiva.

El enorme desarrollo que han sufrido las telecomunicaciones ofrece nuevas oportunidades empresariales generadoras de empleo más allá de la jungla de cristal, donde se encuentra el grueso de la población desempleada. De hecho, los sectores de la hostelería y la restauración en regiones rurales fueron unos de los primeros en darse cuenta de que su condición ‘pueblerina' no era un hándicap, sino un reclamo, y rápidamente entraron por el aro digital para darse a conocer gracias al algoritmo de Google.

A ellos se unieron poco después diversos empresarios del sector del ocio en espacios naturales: senderismo, trekking, montañismo, rutas ciclistas, deportes de riesgo... Este tipo de compañías han ido asentándose en determinadas zonas rurales y muchas han sabido diversificar su negocio correctamente siguiendo el consejo de foreros y comunidades especializadas de internautas interesados en deportes de este tipo.

Pero aún se puede ir más allá. No hace mucho coincidí con varias startups que tenían fuertes vínculos con el mundo rural y que dudaban si establecer su sede en el campo o en la ciudad. Una era una empresa biotecnológica que elabora productos naturales, libres de químicos, para exterminar plagas de los cultivos.

Otra, especializada en Big Data, desarrolla softwares y apps para controlar desde dispositivos móviles la salud de sus cabezas de ganado y la producción que estos generaban. Dos ejemplos de negocios que necesitan del mundo rural para crecer y expandirse.

En cualquier caso, hay grandes conflictos para que estas regiones despobladas recobren su lustre ancestral. El más flagrante radica en la falta de servicios, que no llegan por falta de habitantes, que a su vez no llegan por falta de servicios. Un círculo vicioso del que es difícil escapar.

No debemos olvidarnos de las ayudas que la Administración de turno concede pero que no paga, como ha estado ocurriendo en Castilla y León. Ni tampoco de aquellas localidades que deciden aislarse del mundo y evitar a toda costa la entrada de foráneos poniendo trabas, por ejemplo, a la entrada de la cobertura móvil y de la fibra óptica dentro en sus fronteras. Dos aspectos que a día de hoy son más que importantes para el desarrollo de un negocio.

Es indudable que los urbanitas hemos echado raíces en el asfalto, que nos gusta la vida en la ciudad, repleta de opciones para lidiar en nuestro día a día: educativas, sanitarias, culturales, comerciales... Pero estoy convencida de que todas esas opciones se podrían trasladar en forma de negocio, de oportunidad empresarial, a ese mundo rural del que provenimos y del que sólo nos acordamos cuando llegan las fiestas patronales.

Yo no cejo en mi empeño de encontrar un nicho de mercado para explotar (de forma sostenible, por supuesto) en mis remansos de paz, antes de que la jungla de asfalto me engulla de forma irremediable.

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