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¡En 2033 habrán abandonado la Europa rural 30 millones de personas! El Comité Europeo de las Regiones alerta sobre el peligro de la falta de cohesión territorial

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Desarrollo Rural

08 de octubre de 2024

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Retos demográficos como el envejecimiento de la población, la fuga de cerebros, la despoblación y las disparidades entre zonas urbanas y rurales afectan cada vez más a la competitividad regional y la cohesión social.

Coincidiendo con el inicio de la Semana Europea de las Regiones y las Ciudades, el Comité Europeo de las Regiones ha publicado su informe anual de la UE sobre el estado de las regiones y las ciudades, una instantánea de los retos más acuciantes a los que se enfrentan las regiones y ciudades de toda Europa, así como de las soluciones sobre el terreno para fundamentar las decisiones políticas de la UE.

El informe también ofrece información sobre cómo las regiones y ciudades de Europa plantean soluciones para configurar el futuro. 

Retos demográficos como el envejecimiento de la población, la fuga de cerebros, la despoblación y las disparidades entre zonas urbanas y rurales afectan cada vez más a la competitividad regional y la cohesión social. Muchas regiones se encuentran atrapadas en una «trampa para el desarrollo del talento», debido a la falta de trabajadores cualificados y titulados para contrarrestar los efectos del envejecimiento y la reducción de la mano de obra. Las zonas rurales son las más afectadas por estas tendencias demográficas. En la actualidad, uno de cada cuatro ciudadanos de la UE vive en zonas rurales, que representan aproximadamente el 75% del territorio de la UE.

Se calcula que en 2033 habrán abandonado la Europa rural 30 millones de personas, en comparación con los datos de 1993. La despoblación de las zonas rurales, unida a unas condiciones de vida y trabajo inadecuadas, podría constituir una grave amenaza para la seguridad alimentaria en Europa. Cada día desaparecen 800 explotaciones agrícolas en Europa y solo una de cada veinte es gestionada por agricultores menores de treinta y cinco años. Abordar esta cuestión es un requisito previo para desarrollar una agricultura sostenible. Será necesaria una reforma de la política agrícola común, reclamada por el Comité Europeo de las Regiones, para reforzar el desarrollo de las zonas rurales. Las zonas rurales también poseen un importante potencial para mejorar la seguridad energética y la cohesión económica de Europa, pues casi el 80% de los recursos energéticos renovables sin explotar de la UE se encuentran en estas regiones.

Existen diferencias significativas en las oportunidades de educación, empleo, acceso a los servicios y remuneración entre las zonas urbanas y rurales; las personas de entre 20 y 39 años tienen más probabilidades de trasladarse de las regiones rurales a las urbanas, mientras que entre las de 40 años o más puede esperarse lo contrario. Es esencial adoptar medidas para abordar esta tendencia, ya que puede erosionar la confianza política y la cohesión social. Es crucial reforzar la «libertad de quedarse», pero para lograrlo es esencial adoptar e implementar una combinación de políticas que cree las condiciones necesarias para que las personas permanezcan en sus regiones, como la prestación de servicios públicos básicos incluso en las zonas más remotas. A tal fin, el enfoque hacia el cambio demográfico expresado por la recién elegida presidenta de la Comisión Europea en sus Orientaciones políticas 2024-2029 es muy alentador.

El cambio demográfico es evidente en la UE, aunque sus causas y efectos se manifiestan de diversas maneras: regiones con poblaciones predominantemente envejecidas, fuga de cerebros, efectos de la desertificación y el cambio climático, tasas de dependencia de la tercera edad en aumento, etc. Para muchas regiones, el cambio demográfico es un desafío mucho mayor que las transiciones verde y digital, como lo demuestra un estudio reciente.

La migración legal y efectiva de nacionales de terceros países puede ayudar a abordar la escasez de habilidades y las brechas de fuerza laboral. La fuga de cerebros está provocando una marcada disminución de la población en edad de trabajar en algunas regiones, lo que en última instancia obstaculiza su capacidad económica, generando nuevos problemas y resentimiento, según el informe Letta sobre el mercado único, que destaca la «necesidad de romper este círculo vicioso apoyando a estos territorios en sus esfuerzos por retener y atraer a una población en edad de trabajar».

La UE debe hacer frente a la inevitabilidad de una disminución de la población. Por lo tanto, es esencial preparar a las regiones y ciudades para hacer frente a este hecho y sus diversas consecuencias. La transición demográfica también debe abordarse junto con las transiciones verde y digital y debe tenerse en cuenta al desarrollar todas las políticas en la UE. A nivel de la UE, sería prudente crear mecanismos de desarrollo de la capacidad institucional y de formulación de políticas. Las regiones y ciudades deben utilizar la financiación y la inversión disponibles para crear políticas que mantengan a las personas en sus regiones ofreciéndoles acceso a servicios, buenos niveles de vida y oportunidades profesionales.

El conjunto de herramientas demográficas de la Comisión Europea proporciona un enfoque integral del cambio demográfico a través de una combinación de políticas, centrada principalmente en cuatro pilares: padres, jóvenes, personas mayores y migración. Como se ha mencionado, la brecha entre las zonas urbanas y rurales también representa un grave desafío en muchas partes de la UE.

No se puede subestimar la importancia de atraer talento migrante a las ciudades y regiones, y se necesitan soluciones duraderas, incluida la promoción del acceso legal al mercado laboral y la migración. La población de Europa está disminuyendo en relación con otros continentes. Los cambios demográficos, como la disminución de las tasas de natalidad y el envejecimiento de la población, requieren algo más que un aumento de la migración: es esencial una política migratoria flexible y dinámica. Es fundamental adoptar actitudes positivas hacia la migración, centradas en el empleo y en los beneficios culturales, sociales y económicos. Las estrategias de integración adaptadas a todos los niveles gubernamentales pueden contribuir a este cambio si se desarrollan en coordinación con normas previsibles de la UE en materia de migración.

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