El vino que transformó el mundo rural
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25 de marzo de 2015 Fuente: El Bierzo Noticias
La tesis del geógrafo Julio Fernández documenta la repercusión del sector en el paisaje de llanura y el enoturismo como pilar económico de Castilla y León.
Al joven geógrafo Julio Fernández Portela los viñedos y todo lo que les rodea siempre le produjeron gran curiosidad. Esta vocación le llevó a investigar durante cuatro años, con el resultado de una tesis doctoral recogida en 761 páginas. Bajo el título 'La industria del vino y la viticultura en Castilla y León: su incidencia en el paisaje y en el desarrollo rural', el trabajo, por el que ha obtenido la calificación de sobresaliente 'cum laude', documenta el peso del sector en el desarrollo de Castilla y León, la repercusión en el paisaje de llanura y el enoturismo como pilar económico.
El estudio incide especialmente en la influencia que en el paisaje rural de llanura han tenido los profundos cambios que ha sufrido en pocos años una actividad meramente artesanal. "Esto ha supuesto tener vides con otro tipo de plantación, pasando del tradicional vaso a la mayoritaria espaldera, la incorporación de aerogeneradores para calentar las cepas en época de heladas, la aparición del riego por goteo y el paso de una bodega tradicional subterránea a una instalación industrial", expone.
En Cubillas de Santa Marta (Valladolid) -donde su familia regenta un bar y un tío posee una bodega tradicional- las numerosas conversaciones con cultivadores le condujeron a querer saber más sobre un sector que ha transformado la forma de vida de muchas zonas de la Comunidad. Por ello, aspira a que una institución, un sello editorial o una bodega con posibilidades económicas le apoyen para publicar un laborioso estudio que incluye numerosos mapas, fotografías y gráficos.
Su intención pasa por recopilar toda la información documentada, resumirla y actualizarla en un libro de en torno a 250-300 páginas. "La tesis abarca todas las comarcas con tradición de viñedo en Castilla y León y lo que han supuesto en su desarrollo tanto el cultivo como la producción industrial, especialmente en las llanuras centrales del río Duero", señala.
Modificación del paisaje
La tesis doctoral dedica un apartado muy concreto a los efectos que la producción de vino ha causado en la visión de numerosas zonas terracampinas, teniendo en cuenta que la transformación del paisaje se asocia sobre todo a los cambios económicos. "Del cultivo en vaso a ras de suelo se ha pasado a la espaldera emparrada para ubicar un mayor número de cepas, producir más uva y, por consiguiente, obtener más litros de vino y beneficio económico. De esta forma se crea un paisaje nuevo que antes no existía, lo que se puede comprobar a través de la pintura que refleja los viñedos de finales del siglo XX y comparar la situación con lo que hay ahora", manifiesta Julio.
En otro punto, la variedad en el paisaje agrario se plasma a la hora de vendimiar y en las instalaciones industriales ubicadas junto a las parcelas de cultivo. "Antes se vendimiaba siempre a mano y ahora se introducen máquinas, que no dejan de crear un cambio paisajístico. A todo ello se une la construcción de naves en el exterior que antes no existían, ya que el vino se producía en las bodegas subterráneas de toda la vida", concreta.
Al respecto, Jiménez Portela distingue entre las nuevas instalaciones donde se lleva a cabo todo el proceso de elaboración de vino con un diseño vanguardista, que marida bien con el paisaje, y las que no lo hacen. "Hay algunos edificios que se integran muy bien en el medio natural, pero no así la gran mayoría al existir construcciones más bien destinadas a un polígono industrial o a servir de almacén de uso agrícola. Si vas por una carretera donde antes no veías nada y ahora te encuentras cuatro paredes de hormigón el impacto visual es importante", argumenta.
El joven geógrafo sostiene, asimismo, que hay algunas bodegas que han logrado integrarse bien con el viñedo a través de naves y fachadas atractivas edificadas con materiales más nobles. "Estas instalaciones incluyen ladrillo o piedra natural y destacan por su buen gusto, junto a las que se asientan en recintos rehabilitados que antes fueron casonas solariegas, castillos, monasterios o fábricas", apunta.
De los vacceos a los romanos
El estudio abarca diez capítulos que repasan numerosos aspectos como las políticas de desarrollo rural que han contribuido a que muchas bodegas se hayan podido restaurar y ampliar. En una primera parte se hace una introducción al viñedo en Castilla y León desde sus orígenes en la época vaccea, pasando por la romana, hasta la situación actual y el medio físico donde se ubica el cultivo. "Se analizan, por ejemplo, distintas variables en cuanto al medio físico para que las cepas se sitúen en uno u otro lugar como la altitud, el clima, los tipos de suelo o las pendientes", enumera.
En otros tres capítulos abarca la parte más histórica que ha rodeado a la viticultura con las diferentes plagas de finales del siglo XIX y principios del XX, "donde de las 300.000 hectáreas existentes aproximadamente se destruyeron cerca de la mitad". A ello se sumó la crisis agraria de los años 50 con la mecanización, la concentración parcelaria, la generalización del regadío y el éxodo rural que hicieron descender el número de viñas al ser más rentables otros productos alimentarios, con la pérdida progresiva de unas 70.000 hectáreas más.
"Los propietarios de terrenos empezaron a vender los derechos de plantación de vides a las grandes denominaciones de origen como Rueda, Ribera del Duero y Toro, principalmente. Así, se produjo una redistribución de la superficie y aumentó en estas últimas zonas, al tiempo que se redujo en otras comarcas que tuvieron una producción muy arraigada", explica.
Giro económico
El profesor universitario realizó en su trabajo un muestreo inicial sobre unas 800 bodegas existentes dentro y fuera de las denominaciones de origen (DO) en la comarcas productoras. Las que han sido objeto de estudio están acogidas a la principal figura de calidad, sin tener en cuenta otros sellos e identificaciones geográficas protegidas, que se cifran en unas 520. "Elegí finalmente 42 bodegas y los datos obtenidos revelan que en Castilla y León aún predomina la industria pequeña de carácter familiar y con pocos trabajadores. Loque sí es verdad es que cada vez hay más instalaciones industriales medianas y grandes", comenta.
La última parte del trabajo resalta la aparición del enoturismo como un factor de desarrollo rural y auténtico pilar económico de muchas comarcas. Acompañando la producción de vino de calidad, se han creado restaurantes, alojamientos rurales, museos y centros de interpretación rural vinculados a la actividad vitivinícola durante siglos. Mientras tanto, numerosas bodegas realizan visitas guiadas a sus instalaciones y han instalado puntos de venta de sus vinos además de organizar cursos y catas.
Así, se ha conseguido que los visitantes de los viñedos e instalaciones que producen vino se queden a comer en los pueblos, duerman y también adquieran productos típicos en otros establecimientos rurales. "Se ha generado una nueva actividad económica añadida, además de crearse varios empleos precisos para enseñar y atender las bodegas donde directamente se consume y se compra vino. Incluso, algunos trabajadores han fijado sus residencias en estas zonas productoras y han contribuido a fijar población", concluye.
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