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'Carreritas de Resurrección', una tradición de Pascua en la localidad sevillana de Pilas

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Desarrollo Rural

03 de abril de 2012 Fuente: ADAD

Lo religioso y lo pagano se dan cita en esta fiesta tradicional de la localidad de la comarca sevillana del Aljarafe.

La fiesta de "Las Carreritas", que se celebra en Pilas (Sevilla) el Domingo de Resurrección, es una de las más enraizadas en la localidad, con una tradición de más de tres siglos de historia. Ese día, lo simbólico-religioso se entremezcla con lo pagano y popular, creando un paisaje único, que se identifica con una forma de ser y sentir la resurrección de Cristo.

Este festejo, al que precede la pasión y muerte de Jesucristo, es una alegoría del misterio de su posterior resurrección, y como tal, pone fin al recogimiento y a la tenebrosidad de los días santos, para dar paso a la esperanza, la luz, el color y la alegría. Pero la peculiaridad del festejo en Pilas radica en que el Resucitado es un bello zagal, el Niño Dios de "Las Carreritas", que se funde en un alegórico abrazo con su madre, la Virgen de Belén, patrona del municipio.

La imagen del Niño pertenece a la Hermandad de la Soledad  y ha sido atribuida a la Escuela de Martínez Montañés, mientras que su madre representa a la Hermandad de la Veracruz. Un abrazo cargado de emoción que se repite una y otra vez, y al que las imágenes llegan tras haber recorrido en volandas, abriéndose paso entre la multitud enfervorizada, un trayecto en línea de unos veinticinco metros. Un recorrido lleno de obstáculos humanos de un lado a otro de la Plaza Mayor, corazón de este municipio sevillano.

Las dos Hermandades organizadoras del tradicional festejo poseen una vasta documentación sobre el evento, que demuestra la gran importancia que esta celebración ha tenido en la historia religiosa de la localidad en los últimos siglos. Aunque aún más significativo que los papeles resulta la visión de los riquísimos enseres y galas -considerados por muchos un rico tesoro patrimonial- que las dos imágenes vienen luciendo ese día desde tiempos inmemoriales.

La Virgen de Belén y su Hijo salen a la calle desde la Ermita y la Iglesia Santa María la Mayor respectivamente. Pero antes del encuentro tendrá lugar una puja que los pileños organizan para arrendar los mangos de los pasos. El ritual de arrendamiento tiene su origen en la necesidad de las Hermandades de sufragar los gastos extraordinarios que conlleva la celebración, y los postores podrán portar a hombros las sagradas imágenes.   

Hornazos y garrapiñadas para los niños pileños

La celebración de la festividad de "Las Carreritas" también tiene su aspecto culinario. Cada Domingo de Resurrección por la mañana los pileños comen en sus hogares los típicos hornazos, que son unas extrañas tortas de azúcar ornamentadas con un huevo en el centro. Antiguamente, los niños del municipio ofrecían este manjar al Niño Dios. En la actualidad, aunque esta tradición ya se ha perdido, se continúan elaborando y degustando estos pasteles. La cultura confitera de esta fiesta tiene además otra protagonista indiscutible: las garrapiñadas. Durante el encuentro de la imagen del Niño Dios y de la Virgen, los cofrades de las Hermandades de la Soledad y de la Veracruz van repartiendo a mansalva estas golosinas, las más preciadas por los niños de la localidad.

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