Ángela Lara: "El medio rural tiene grandes oportunidades para implementar soluciones basadas en la naturaleza"
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20 de agosto de 2024 Fuente: REDR
La arquitecta y doctora en Geografía subraya la importancia de aplicar soluciones sostenibles en las ciudades y en medio rural para enfrentar los desafíos del cambio climático
Las ciudades modernas enfrentan desafíos ambientales crecientes, especialmente en la gestión del agua. La planificación urbana tradicional, en muchos casos, ha contribuido a la degradación de los recursos hídricos y a la creación de infraestructuras insostenibles. En este contexto, emergen conceptos innovadores como las "ciudades sensibles al agua", que promueven una gestión más integrada y sostenible del ciclo del agua en los entornos urbanos, pero que también pueden trasladarse a pequeñas y medianas ciudades.
Una de las figuras más destacadas en este ámbito es Ángela Lara, arquitecta y doctora en Geografía por la Universidad de Sevilla. Con una sólida trayectoria en ordenación territorial, energías renovables y urbanismo sostenible, Lara ha enfocado su carrera en desarrollar soluciones eco-integradoras para la gestión del agua como las que plantea en su tesis, "Agua y espacio habitado. Propuestas para la construcción de ciudades sensibles al agua".
En esta entrevista con REDR, exploramos la visión de Lara sobre las ciudades sensibles al agua, profundizando en sus proyectos y metodologías para construir un futuro urbano y rural más sostenible, involucrando a la sociedad en el proceso.
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¿Qué son las ciudades sensibles al agua?
Las ciudades sensibles al agua o el diseño de ciudades sensibles al agua, es un concepto que nace en Australia, finales del siglo XX, y que lo que plantea es integrar el ciclo del agua en el planeamiento urbano y en el diseño de las ciudades, desde un enfoque obviamente de sostenibilidad fuerte o socioecológico, como lo queramos un poco definir. Entonces, la ciudades sensibles al agua, inicialmente se plantea un poco en la línea de los sistemas urbanos de drenaje sostenible y este tipo de diseño que integra elementos que tratan de restaurar, recuperar o imitar los procesos naturales del ciclo del agua en el espacio urbano, vale, ese es un poco como el origen, pero ya cada vez más las ciudades sensibles al agua, integran otros tipos de elementos relacionados, por ejemplo también con la gestión de la demanda de agua, la gestión de los riesgos hidroclimáticos, como las inundaciones y las sequías, y la gestión integrada de los recursos hídricos, es decir, todos los aspectos del ciclo urbano del agua desde una visión socioecológica o de sostenibilidad fuerte. Ese sería un poco el marco general del que podríamos hablar.
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En tu tesis propones una metodología para incorporar el ciclo urbano del agua a la planificación urbana. ¿Podrías explicar cuáles son los componentes claves de esta metodología que propones?
La metodología es una metodología de planificación que trata de sintetizar las diferentes perspectivas relacionadas con la gestión del ciclo urbano del agua, con la gestión de la planificación desde la perspectiva de la sostenibilidad. Y al final plantea las fases que suele tener un proceso de planificación, pero con dos condiciones; Por un lado, que sea participado y por otro lado que sea cíclico, es decir, que no se entienda como un principio y un final, sino que se retroalimente constantemente.
La metodología que proponemos es cíclica y participativa, lo que permite una constante retroalimentación y adaptación
Tiene una primera fase en la que plantea la construcción del equipo de trabajo, del equipo motor, con multidisciplinariedad, con participación de actores clave, una identificación de actores clave, una hoja de ruta, en la que se aclare el marco de participación que se va a establecer. Después una segunda fase de análisis, en la que en este caso hablamos del contexto socioambiental; de las condiciones climáticas, urbanísticas de tipos de suelos, de demanda; una caracterización del ciclo del agua en el espacio de trabajo; una caracterización socio-institucional; a nivel de normativa, a nivel de actores competentes, de actores sociales que intervienen; y un diagnóstico participado, que ahí pueden emplear diferentes técnicas de participación para hacer un diagnóstico participado, también dependiendo de la escala en la que estoy interviniendo. A partir de ahí, definimos cuáles son los objetivos y las estrategias que deseamos plantear, un poco la visión de hacia dónde queremos ir. Y eso nos permitirá establecer después ya una serie de estrategias y modelizar una serie de alternativas de actuación: ¿qué podemos hacer? ¿Cuánto vale hacer eso? ¿A qué actores implica? Y en base un poco a esas alternativas de actuación, pues se hace. Todo esto va acompañado siempre de fases de participación: la definición del diagnóstico de los objetivos y la selección de alternativas: cuáles son las alternativas más viables, a corto, a medio, a largo plazo, y a partir de ahí se empieza a intervenir. Un plan de actuación, en el que se definen tiempos, responsabilidades, y ese plan de actuación está abierto, periódicamente, a un proceso de evaluación y monitorización, tanto de las cosas que se van implementando como de las que no. Y eso inicia un poco, otra vez, el proceso.
Esto de la planificación cíclica, por ejemplo, la Directiva Marco de Agua en la planificación hidrológica lo tiene muy estructurado, ¿no? Bueno, pues en la planificación urbana no tanto. La planificación urbana suelen ser ciclos mucho más amplios y mucho más cerrados. Aquí lo que se plantea es precisamente aprender un poco de ese concepto más cíclico de la planificación y entender que la planificación debe de estar en constante revisión para ir adaptándola a los objetivos y a los avances que se van produciendo
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Podemos decir entonces, que no existe un modelo único de ciudad sensible al agua sino que tendría que valorarse situación por situación.
Una de las claves de las ciudades sensibles al agua es la adaptación a las condiciones del contexto. Con las ciudades sensibles al agua, entre otras cosas, por ejemplo, se basan mucho, entre otras cosas, las soluciones basadas en la naturaleza. Las soluciones basadas en la naturaleza nunca van a ser las mismas en dos climas diferentes, pero es que además en dos climas diferentes, voy a tener problemáticas diferentes, voy a tener una serie de precipitaciones diferentes, en cada contexto voy a tener unas demandas y unas presiones sobre los ciclos del agua diferentes, los recursos van a ser diferentes. Al final lo que estamos hablando es precisamente de soluciones adaptadas a su contexto socio-institucional y ambiental, que es lo que les permite, por un lado, responder a las necesidades de ese contexto y por otro, realmente adaptarse a las condiciones de sus climas. Y precisamente de eso se trata, de no pretender que cualquier solución valga para cualquier situación sino que las soluciones estén adaptadas tanto a las necesidades como a las condiciones del contexto y eso es lo que les permite ser sostenibles en el largo plazo.
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¿Por qué no están tan extendidas las ciudades sensibles al agua y qué tiene que cambiar para que este concepto pueda incluirse en las planificaciones urbanas de las ciudades?
Varias cosas. Primero que se trata de un enfoque que cuestiona el modelo, entonces, cuestiona el modelo de ciudad, cuestiona el modelo de urbanismo. Plantea transformaciones importantes, entonces bueno, en general, las personas, las instituciones, tendemos a resistirnos a los cambios importantes. Porque suponen también desafíos importantes. Uno de los temas importantes es que, lo que plantea, cuestiona el modelo de ciudad, por otro lado, también implica un cambio de paradigma en la forma de hacer urbanismo, en la forma de hacer gestión de los recursos hídricos, por ejemplo, el concepto de soluciones basadas en la naturaleza. Supone un cambio importante, en lugar de buscar soluciones tecnológicas, buscar soluciones basadas en procesos ecológicos, también es algo que requiere un cambio de paradigma y eso es difícil de que se produzca. Y en tercer lugar, tiene una serie de condicionantes importantes desde el punto de vista económico, o sea, se requiere una inversión importante y a veces no tan importante como se cree, lo que pasa es que, bueno, requiere una inversión importante en infraestructuras, en algunas cosas, y requiere también cambios importantes en la forma de hacer las cosas y la adaptación a esos cambios siempre requiere un proceso.
‘’El enfoque de ciudades sensibles al agua cuestiona el modelo tradicional de urbanismo y requiere un cambio de paradigma en la gestión de recursos’’
Cada vez más ya se está viendo que, a largo plazo, la inversión en soluciones basadas en la naturaleza es más rentable que la inversión en soluciones tecnológicas, en términos económicos también. Y, por otro lado, la participación. O sea, al final lo que plantea es un proceso participativo y eso es un cambio importante en la forma de hacer las cosas. Y que requiere su tiempo, porque los procesos participativos requieren tiempo, requieren un compromiso, requieren recursos, y eso no es sencillo.
- ¿Conoces algún caso en España donde se hayan desarrollado proyectos que concuerdan con las ciudades sensibles al agua?
Hay experiencias y hay actuaciones que se han llevado a cabo. Por ejemplo, una muy conocida, El Anillo Verde de Vitoria, es un concepto de infraestructura verde que está muy vinculado a lo que serían las ciudades sensibles al agua, entendida como ese recuperar los espacios de los ríos, recuperar los humedales, respetar un poco la funcionalidad de sus espacios. El concepto infraestructura verde está muy ligado al concepto también de ciudades sensibles al agua.
‘’Los incentivos económicos y la educación son claves para fomentar la adopción de prácticas sostenibles en la gestión del agua’’
Después hay ejemplos, como Benaguacil, que es una ciudad de Alicante, que ha sido digamos laboratorio de un grupo de investigación sobre sistemas de drenajes sostenibles. En Sevilla, en los últimos años se han hecho algunas cosas interesantes, sobre todo con temas de drenajes sostenibles, pavimentos permeables, este tipo de cosas. En Barcelona se han hecho también unas cuantas cosas en este sentido. Ahí también dentro del ayuntamiento hay gente también trabajando en esto muy interesante. Yo he participado también en Madrid en el Plan Director de La Quinta de Torre Arias y en ese Plan Director se aplican todos los principios de las ciudades sensibles al agua a gestión de un parque histórico. Yo creo que hay experiencias, cada vez más, hay grupos de investigación en Galicia, Alicante, Valencia, Granada, que están trabajando en esta línea, y yo creo que cada vez hay más cosas.
- ¿Dónde queda el medio rural en este tipo de metodologías?
La metodología en su estructura, yo creo que es aplicable en cualquier sitio y en diferentes escalas. Otra cosa es cómo esa metodología la aterrizas en cada territorio. La metodología trata de dar una estructura que tienes que aterrizar en cada territorio. Ahora, por ejemplo, nosotros estamos trabajando en una Guía de Adaptación al Cambio Climático del Ciclo Urbano del Agua para la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (AEOPAS) y nos estamos centrando en pequeñas y medianas poblaciones que son las que tienen al final más dificultades a la hora de afrontar determinados retos relacionados con la adaptación al cambio climático, porque no tienen tanta capacidad de financiación, de contratar equipos técnicos, porque sus presupuestos son limitados, porque no tienen un aparato propio técnico tampoco tan potente.
Las ciudades sensibles al agua son una parte crucial de esta transición. Además, las tecnologías y conocimientos necesarios para implementar estas soluciones están avanzando rápidamente
Hay retos, por ejemplo, dentro del mundo rural y de las pequeñas y medianas poblaciones muy importantes que tienen que ver con los problemas de contaminación de los ríos relacionados con la depuración. Y ahí, yo creo que una de las claves está precisamente en la implementación de sistemas no convencionales, sistemas basados en la naturaleza y descentralizados. Creo que uno de los grandes problemas es que se ha intentado trasladar la tecnología de los grandes sistemas de autonomía con un coste energético muy importante, y con una dependencia tecnológica muy fuerte, a pequeñas poblaciones que no tienen capacidad para gestionar esas tecnologías. Cuando las tecnologías basadas en la naturaleza como los humedales artificiales o de lagunaje son tecnologías mucho más sencillas de manejar y que dan muy buenos resultados en pequeñas y medianas poblaciones. Por ejemplo, yo creo que esa apuesta sería fundamental en lo que se refiere, por ejemplo, a los temas de depuración de aguas residuales. En temas de inundación, pues, un poco más de lo mismo. Precisamente, creo que la ventaja que hay en el mundo rural es que no hay tanta competencia por el espacio, que en la ciudad hay muchas veces es que no hay sitio donde poner las cosas, y estas soluciones a veces pues necesitan espacio y precisamente en el mundo más rural pues no hay esa problemática o no es tan grave. Entonces en el mundo rural yo creo que hay muchas oportunidades, lo que pasa es que hay que, como yo digo, ponerse las ‘’gafas azules’’ antes de empezar a elaborar.
- ¿La aplicación de las ciudades sensibles al agua cómo afecta al medio rural?
Las ciudades al final dependen del territorio de su entorno, porque las ciudades no pueden ser autosuficientes, porque no tienen territorio. El municipio de Sevilla, por ejemplo, es muy poco autosuficiente. Sevilla bebe de la sierra de Huelva, de la sierra de Sevilla. Al final el metabolismo de las ciudades afecta a un territorio circundante mucho más amplio del medio rural. En las ciudades somos sumideros de recursos y generadoras de residuos que van a parar al medio rural. Por lo tanto, cuanto más eficientes seamos en las ciudades utilizando nuestros recursos y menos impacto generemos, menos dependencias tendremos y menos afección tendremos sobre ese medio. Entonces, bueno, pues todo lo que tenga que ver, o sea, nosotros al final lo que estamos intentando con esto, entre otras cosas, es extender a eso que ahora se llama la economía circular, que es reducir las entradas y reducir las salidas de agua, de energía, de contaminantes. Y si reduzco las entradas y reduzco las salidas, pues sustraigo menos recursos y genero menos residuos. Entonces, eso así, conceptualmente, yo creo que podría ser la idea más importante. Después puede haber casos mucho más específicos.
- En cuanto a la implementación de estas soluciones, ¿qué tipos de políticas o normativas son necesarias para fomentar la creación de ciudades sensibles al agua? ¿Cómo pueden los gobiernos locales impulsar este tipo de iniciativas?
Hay varias vías para fomentar la creación de ciudades sensibles al agua. Primero, es fundamental tener una normativa clara y específica que apoye la implementación de soluciones basadas en la naturaleza. Por ejemplo, incluir en los planes de ordenación urbana la obligación de incorporar sistemas de gestión sostenible del agua, como los techos verdes, los jardines de lluvia o los humedales artificiales. Segundo, es necesario ofrecer incentivos económicos para aquellos que adopten estas prácticas. Pueden ser subvenciones, reducción de impuestos o facilidades para acceder a financiación. Tercero, la educación y la concienciación son claves. Es vital que la población entienda la importancia de estas medidas y cómo pueden contribuir a un entorno más sostenible. Finalmente, la colaboración entre diferentes niveles de gobierno y la participación de la sociedad civil y el sector privado también son esenciales para el éxito de estas iniciativas.
- Cambiar las mentalidades y las estructuras establecidas no es tarea fácil, ¿crees que a pesar de estos desafíos hay un futuro prometedor para las ciudades sensibles al agua?
Definitivamente. Creo que estamos viendo un cambio de paradigma en la manera en que gestionamos nuestros recursos naturales. Cada vez hay más conciencia sobre la necesidad de vivir de manera más sostenible y de adaptarnos al cambio climático. Las ciudades sensibles al agua son una parte crucial de esta transición. Además, las tecnologías y conocimientos necesarios para implementar estas soluciones están avanzando rápidamente, y cada vez hay más ejemplos de éxito que pueden servir de modelo para otras ciudades. Así que, a pesar de los desafíos, soy optimista sobre el futuro de las ciudades sensibles al agua.
‘’Las ciudades sensibles al agua no solo ayudan a proteger nuestros recursos naturales, sino que también crean entornos urbanos más agradables y habitables’’
Bueno, simplemente subrayar que la gestión sostenible del agua es esencial no solo para el medio ambiente, sino también para la salud y el bienestar de las personas. Las ciudades sensibles al agua no solo ayudan a proteger nuestros recursos naturales, sino que también crean entornos urbanos más agradables y habitables. Así que creo que es un objetivo que vale la pena perseguir y espero que cada vez más ciudades se unan a este movimiento.
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