Análisis de la Ley de Titularidad Compartida en Cantabria
Contenido principal
12 de abril de 2016 Fuente: El Diario Montañés
Solo tres trabajadoras agrarias se han acogido a la titularidad compartida.
- La ley de enero de 2012 naufraga en Cantabria, donde el 44% de las explotaciones agropecuarias tiene por titular a una mujer.
La Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias entró en vigor en enero de 2012 con el objetivo de profesionalizar la labor de la mujer del campo y transformar las estadísticas. «La ley abrirá un nuevo tiempo para el mundo rural: el de la igualdad y los derechos», declaró en 2011 la ministra Rosa Aguilar. El Gobierno también calculó por entonces que la norma favorecería a entre 100.000 y 300.000 trabajadoras agrarias, las descubriría para la Administración y la sociedad. A 4 de marzo de 2016, el registro de inscripción está casi vacío: solo 179 explotaciones en toda España funcionan bajo el régimen de cotitularidad, tres de ellas en Cantabria.
La ley no ha cuajado, no se ha hecho herramienta. ¿Por qué? Nieves Gutiérrez, al frente de Fademur-Cantabria, reflexiona: «Igual no hemos sabido valorar lo que tenemos entre manos». Admite que no tiene las claves para explicar este uso tan escaso, pero esboza un croquis con las posibilidades: quizá falta de voluntad de las administraciones; quizá la edad (cercana a la jubilación) de muchas de las potenciales beneficiarias, o tal vez la prevalencia de otras fórmulas jurídicas con las que dirigir una explotación (por ejemplo, las sociedades agrarias de transformación). Gutiérrez también apunta a la penosa situación que atraviesa el campo, y este argumento abandona el terreno de la posibilidad para entrar en el de la certeza, su certeza como ganadera de leche: «Es que igual ahora no todas las explotaciones pueden pagar dos cuotas de la Seguridad Social». Habla de que los precios de la leche se han desplomado tras la desaparición de las cuotas, lamenta que se está retrasando el pago de la ayuda europea de la PAC y cree que los ganaderos están a merced de un mercado agresivo y voraz. «Nos están ninguneando, el Gobierno, los políticos. Va a desaparecer una forma de vida tradicional, la explotación familiar está en peligro, y no hacen ni hacemos nada. En estos momentos estamos abandonados, los hombres y las mujeres».
Lo cierto es que muchas mujeres rurales han trabajado a la sombra administrativa del marido. Cuando nace la ley, un varón está al frente del 70% de las explotaciones familiares en España. Por lo general sus cónyuges, sus mujeres, figuran en los papeles como ‘ayuda familiar', eso a pesar de que puedan desarrollar un trabajo similar en tiempo y esfuerzo. En la Encuesta sobre la Estructura de las Explotaciones Agrícolas (2013), elaborada por el INE y publicado en diciembre de 2014, la proporción anterior (70-30) se mantiene más o menos intacta. Pero hay autonomías que no se ajustan del todo a la media. Cantabria figura en la desviación. Aquí hay una mujer al frente del 44,48% de las explotaciones del campo (es titular en 4.041 de las 9.085 registradas), un porcentaje que ha crecido 5 puntos en los últimos diez años. En la misma línea, las regiones cantábricas de Asturias y Galicia superan incluso el 50%. En lado contrario se sitúan La Rioja (17,29%) o Aragón (22,66%).
La mayor parte de las titulares cántabras tienen 65 o más años (1.072 mujeres), y les siguen los grupos de 50-54 años (710), y de 60-64, que suman 645. Su representación es más escasa en etapas de juventud y madurez: 332 mujeres menores de 39 años comandan una explotación agropecuaria familiar, la mitad que los varones que sitúan en esa horquilla de edad.
«Va a desaparecer una forma de vida tradicional y estamos abandonados, hombres y mujeres»
¿Por qué estos porcentajes? ¿Por qué en Cantabria hay un 44% de jefas de explotación? ¿Pueden explicarse estos datos por la tradición agrícola y ganadera de la región? Algunos análisis, como un texto del Ministerio sobre acciones positivas, dan valor a este enfoque: «Estas regiones, y en especial, las de la cornisa cantábrica, han destacado por tener mayor número de mujeres dedicadas a la agricultura y la ganadería, lo cual queda registrado también en el número de incorporaciones como titulares de explotaciones en el período de programación en estudio».
A Nieves Gutiérrez, de entrada, le sorprende que se alcancen porcentajes tan altos, aunque reconoce que el sector de la carne, por ejemplo, es un sector feminizado. La coordinadora de Fademur a nivel nacional, Nieves Alonso, prefiere analizar algunas cuestiones paralelas: considera esencial determinar si el varón trabaja o no en esa explotación de titularidad femenina, y segundo, no perder de vista que en las explotaciones de titularidad masculina «es probable» que haya una mujer trabajando sin visibilidad. «Hay que centrarse en ese 60%»".
Una cotitular
Teresa Marín Real fabrica queso para Cudaña. Los granjeros le entregan cientos de litros de leche de vaca en su quesería de Roiz (‘La Ganceuca'), y ella les devuelve queso fresco, curado o de untar. Antes lo elaboraba con leche propia, la de sus cabras y ovejas. Llegó a tener más de 200 animales, y ahora mantiene «solo unos pocos». La primavera es una buena época para vender queso, explica, atrás han quedado enero y febrero, los peores meses de año.
Teresa Marín también es una de las pocas mujeres que ha tramitado la titularidad compartida en Cantabria. Lo hizo por una cuestión práctica: necesitaba unificar su trabajo y el de su marido en una única explotación. Durante tres o cuatro años mantuvo esta fórmula, pero luego llegaron los cambios a la estabulación y la deshizo. En la actualidad, ella figura como única titular. Teresa se siente «ciudadana del mundo» y satisfecha por haber sacado adelante un proyecto de vida en el campo, aunque acusa aún el ambiente cerrado de los pueblos. Sobre la situación de la mujer rural opina salomónicamente: «Hay de todo, mujeres que tiran del negocio, y mujeres que no, que lo hacen los maridos».
Edel Cava Sarabia tiene una explotación cárnica en San Vicente del Monte, todo «razas puras». Si se le pregunta por la Ley de Titularidad Compartida responde rápido que «hay cosas más importantes» para una ganadera o una agricultora. Por ejemplo: la gestión de la leche, la seguridad jurídica de las fincas afectadas por las leyes de Costas o Montes, el dumping, el relevo generacional. «Problemas reales», insiste. ¿Y por qué solo ha habido tres registros de cotitularidad en Cantabria? «Igual cada uno ha mirado su situación particular, y ha considerado que no le convenía».
OBJETIVO FRUSTRADO: La ley quería acabar con la invisibilidad de las mujeres rurales
La ley de Titularidad Compartida se aprueba en 2011, en el tramo final del Gobierno de Rodríguez Zapatero, y entra en vigor en enero de 2012. Con ella se pretende superar la situación de invisibilidad de las mujeres que trabajan en el sector agropecuario, alentando su papel como cotitular en la explotación familiar. Y generar efectos en cadena, como la mejora de las cuotas femeninas en las organizaciones y cooperativas, o «la mejora de las condiciones de vida» en el área rural. A grandes rasgos, los requisitos para acogerse a este régimen son: estar dada de alta en la Seguridad Social, ejercer la actividad agraria y «trabajar en la misma de modo directo y personal». Como incentivos, figuran un descuento del 30% en las cuotas de la Seguridad Social para menores de 50 años (a la que el Gobierno de Cantabria añadió un 20% extra de bonificación), el acceso a una pensión contributiva, formación y asesoramiento, o distintas subvenciones.
Fin del contenido principal