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Ainielle y la despoblación en Aragón

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Desarrollo Rural

10 de agosto de 2016 Fuente: La identidad de Aragón

Las cifras de la emigración son dramáticas. En apenas un siglo, once comarcas aragonesas perdieron más del 50% de su población.

El escritor leonés Julio Llamazares publicó en 1988 "La lluvia amarilla". Esta sobrecogedora novela narra la soledad y la desesperanza del último habitante de Ainille; un pequeño pueblo del Pirineo oscense que fue abandonado a comienzos de los años 70. Tras su gran éxito, Ainielle se convirtió en un triste icono del drama de la despoblación que sufre el territorio aragonés. Andrés, su protagonista, sólo es un personaje de ficción. Pero Ainielle es real y su abandono también, así como el de muchos otros pueblos. Hoy os proponemos tratar la terrible realidad de la despoblación que se ha llevado por delante la vida y la memoria de cientos de nuestros pueblos, y que amenaza a gran parte de nuestro territorio.

A lo largo del siglo XX, las zonas montañosas así como las grandes extensiones de territorio extremadamente árido del centro de Aragón, se vieron afectadas por un intenso proceso de despoblación que fue originado por la continua emigración de sus habitantes a otras zonas más desarrolladas económicamente. Los vecinos de cientos de pueblos se vieron obligados a abandonar su casa y su medio de vida para buscar un futuro nuevo en otro lugar.

Las razones tenemos que buscarlas en el impacto social que tuvo la industrialización y sus diferentes ritmos de implantación. Especialmente, en las zonas de montaña más aisladas, como el Pirineo y el Sistema Ibérico, donde no había posibilidad de adaptar su economía a los nuevos tiempos.

Las nuevas relaciones económicas y sociales desarticularon la economía de las gentes de la montaña que tradicionalmente se basada en la trashumancia ovina, la agricultura de subsistencia y una industria textil tradicional. La economía montañesa se hizo inviable y las formas de vida tradicionales entraron en crisis. Una crisis que, en muchos casos, solo podía solucionarse mediante la emigración hacia otras zonas con mayor dinamismo económico. El destino principal fue la moderna Barcelona, y en menor medida Zaragoza, Valencia y Madrid.

Las cifras de la emigración son dramáticas. En apenas un siglo, once comarcas aragonesas perdieron más del 50% de su población. Algunas como el Sobrarbe y la Ribagorza (Huesca) en torno al 70% y las sierras de Gudar y el Maestrazgo (Teruel) el 80 %. Evidentemente, muchos pueblos, sobre todo los más aislados, quedaron completamente abandonados.

Este fue el caso de Ainielle y del resto de los pueblos del llamado Sobrepuerto. El Sobrepuerto es la zona más alta del Serrablo y se extiende por la falda del pico Oturia entre los valles de los ríos Ara y Gállego. Hoy forma parte de la Comarca del Alto Gállego. Una zona ubicada por encima de los 1200 m, que marca el escarpe del puerto de Santa Orosia, y que englobaba las localidades de Cortillas, Cillas, Basarán, Sasa, Escartín, Ainielle y Otal, la más alta (1465m). Hoy todas despobladas y en ruinas.

A Anielle (1355m) se accede a través del barranco de Olivan por una senda que parte la iglesia parroquial de este pueblo y que también pasa por los despoblados de Susin y Berbusa. Era un pueblo pequeño y humilde (en 1920 llegó a censar un máximo de 83 habitantes) donde habitaban una docena de familias. En 1971 la ultima de esas familias cerró definitivamente su casa y hoy apenas se pueden distinguir nada de ellas; están todas derruidas. Solo la nave y el campanario de la antigua iglesia permanecen en pié.

La vida en los pueblos del Sobrepuerto era difícil y requería que sus habitantes se adaptaran perfectamente al medio: clima muy duro, penosas comunicaciones, escasez de tierras para cultivar etc...

La casa era la unidad básica de producción y la autarquía era llevada a sus máximas consecuencias. En la casa convivían hasta tres generaciones: Abuelos, hijos y nietos. También los tiones, es decir, los hermanos solteros que se quedaban a vivir con el primogénito que heredaba la casa.

Durante los largos inviernos los hombres bajaban con el ganado a la tierra llana o marchaban a realizar labores de carga y descarga en Francia. Las mujeres y los abuelos se hacían cargo de todas las faenas. Al llegar la primavera, los pueblos recobraban la vida.

A comienzos del siglo XX, el desarrollo industrial de Sabiñánigo y las posibilidades pueblos de colonización creados al sur de Huesca, crearon una nueva expectativa de trabajo e independencia para los tiones de las familias; quienes no dudaron en emigrar. Al fallar este pilar básico de la casa montañesa comenzó la crisis en la economía tradicional de las casas del Sobrepuerto. A ellos se sumaron también las mujeres que salían a servir a Barcelona y que ya nunca volvieron.

Poco a poco, silenciosamente, unos y otros se fueron yendo en busca de un futuro mejor, y la vida para los que todavía se quedaban en casa se fue haciendo cada vez más difícil. Al final, todos terminaron por macharse y poner punto final a una manera de vivir y de entender la vida que durante siglos estuvo vigente en el Pirineo.

Museo de artes del Serrablo. Fuente: museo-orensanz-serrablo.blogspot.com.es

Afortunadamente, la memoria de la vida en estos pueblos del Sobrepuerto no se ha perdido gracias a la asociación "Amigos de Serrablo". Desde 1975, sus miembros se dedicaron a recopilar enseres de la vida cotidiana abandonados en ellos con la intención de salvaguardar la cultura material de las formas de vida tradicionales de la montaña. Y fruto de su gran labor en 1979 se abrió en Sabiñánigo el precioso Museo "Ángel Orensanz y Artes de Serrablo" donde podemos ser testigos de cómo era la vida de los hombres y mujeres de las montañas del Serrablo.

La memoria de Ainielle tampoco se ha perdido. Todavía hoy, los vecinos y descendientes del pueblo continúan reuniéndose en el pueblo todos los segundos sábados del mes de septiembre para almorzar y celebrar misa. Pero, sobre todo, para rendir homenaje a su memoria. Y desde hace más de 10 años la asociación "O Cumo" de Olivan organiza una marcha senderista con el nombre de "La Senda Amarilla" que tiene como destino Ainielle.

El programa "Crónicas" de TVE dedicó uno de sus programas a Ainielle. Es muy interesante. Si queréis verlo aquí tenéis el enlace: http://www.rtve.es/alacarta/videos/cronicas/cronicas-ainielle-tiene-memoria/221225/

Lo más preocupante del abandono de Ainielle y los pueblos del Sobrepuerto es que no han sido los últimos, porque el problema de la despoblación en Aragón es cada día más grave. En la actualidad, ya no es la emigración la que amenaza la existencia de nuestros pueblos, sino una consecuencia de la misma: el sobreenvejeciemiento de sus vecinos.

La mayoría de nuestros pueblos presentan unas tasas de crecimiento natural negativo (mueren más personas que nacen) que hacen inviable su desarrollo a corto y medio plazo. Un problema del que todos los aragoneses deberíamos tomar conciencia antes de que sea demasiado tarde.

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