‘Agraristas Nostálgicos’, artículo de César C. Sáenz Barrio, Diplomado en Derecho Agrario Comunitario, a favor de un Desarrollo Rural integrador
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17 de febrero de 2014 Fuente: REDR
Todavía hay quien defiende el viejo y decimonónico agrarismo, no como complemento del ruralismo.
AGRARISTAS NOSTÁLGICOS
Leído el artículo de opinión (sic) “Okupas del medio agrícola”, publicado en Las Provincias el pasado día 10 de los corrientes, asombro y perplejidad son dos estados de ánimo que acuden a un Agente de Extensión Agraria, ya jubilado, pero que no acepta el ex, pues haberlo sido imprime carácter, como el sacerdocio, cuando comprueba que, a estas alturas, todavía hay quien defiende el viejo y decimonónico agrarismo, no como complemento del ruralismo, en el que se integra, sino como antagónico espectro.
Porque, tras cursar en la vieja Escuela de Burjassot e ingresar en aquel modélico organismo en 1978 (más tarde me licenciaría en Derecho, lo que me permitió dedicarme al Derecho Agrario Comunitario), me integré en una metodología de trabajo que respondía a lo que existía en mi propio pueblo, en el que vivían los agricultores, pero también el herrero, y el que hacía alpargatas, y el fontanero, y un electricista, y la maestra, y el cura, y los empleados del Ayuntamiento, y el Basilio el de la tienda multiusos, y Eulalia la de la posada y sus hijas, y el panadero, y el que hacía tinajas y cántaros de barro, y una enfermera, y Manolo el del taller de coches, y “la Trini” la peluquera (hoy se llamaría unisex), y el maestro...y hasta una curandera y un zapatero remendón, y todos ellos, naturalmente, salvo el cura, con sus respectivas familias. En definitiva, era un pueblo agrícola, pero sobre todo era un pueblo serrano enclavado en un medio rural, como los que, en mi dilatada vida profesional, he encontrado a lo largo y ancho de este país, como todos.
Por eso, para información de columnistas orgánicos, con la pretensión de alcanzar a toda la población rural, con independencia de su ocupación y de su fuente de ingresos, el trabajo de Extensión descansaba en cuatro pilares, Explotaciones, Familias, Jóvenes y Comunidades, como décadas más tarde la PAC descansa en varios pilares, el segundo de los cuales, Desarrollo Rural, que no desarrollo agrícola, se articula en el plano jurídico mediante disposiciones de alcance general y de obligado cumplimiento, los Reglamentos de desarrollo rural, y en el plano operativo, mediante PDRs (Programas de Desarrollo Rural) de carácter nacional o, como en España, de carácter regional a nivel de Comunidad Autónoma.
Siendo así, solo desde el absoluto desconocimiento o desde la enfermiza enemistad es comprensible que se impute a quienes han presentado un trabajo sobre el futuro del medio rural en la Comunidad Valenciana, su deseo que no exista agricultura ni agricultores, porque, según esa peregrina teoría, son los agricultores los que unas veces lo pasan mal y otras peor, mientras, al parecer, el resto de los habitantes rurales viven en la más paradisíaca de las realidades, sin afectarles las carencias de servicios del medio en el que residen y trabajan.
Pues bien, la realidad es que a pesar del escaso peso que la agricultura tiene en el PIB español, no ha de olvidarse que se trata de una actividad económica que se desarrolla en un espacio físico concreto, el medio rural, en que conviven, hasta ahora y si los visionarios decimonónicos los dejan, agricultores y los que no lo son.
Pero al margen del dato macroeconómico, lo que nos debe interesar es quién vive allí, a qué se dedican, cuáles son sus problemas, con qué medios cuentan, cuáles son sus opiniones y qué desean para el medio en que viven, para su pueblo. En este sentido, los panegiristas del agrarismo han de saber que en municipios de cero a diez mil habitantes, llámeseles agrarios, rurales o como se quiera, el sector primario, agricultura, silvicultura, caza y pesca, representa el 15,3 por ciento de la población ocupada, la industria más la construcción el 35,8 por ciento y los servicios, el 48,9 por ciento. Por tanto, el medio rural dista mucho de ser un medio solo agrícola; mas propiamente habría de decirse que se trata de un medio absolutamente terciarizado. Y todavía hay quienes ignoran, o, desde su reduccionismo, quieren ignorar, que Buñól es conocido en el mundo entero no por su producción de tomates, sino por una fiesta única e inigualable de concepción y desarrollo totalmente turística, la Tomatina, y que en el medio rural, además de agricultura, hay turismo, y patrimonio arquitectónico e historia, y comercio, y pymes de las más variadas ocupaciones, y folclore, y gastronomía, y música, y paisaje, y cultura, y valores………….. y sabiduría.
¿Y qué pasa con la industria agroalimentaria?, pues que únicamente el 53 por ciento se encuentra en el medio rural y que del empleo que genera este tipo de industria, solo el 32 por ciento es rural.
Si este decálogo de los profesores universitarios demanda un cambio de rumbo en la política agraria, en particular, y rural en general, priorizando la gobernanza, término impuesto por la Unión Europea, es porque, hasta ahora, esa política en algunas Comunidades Autónomas, entre ellas, al parecer, la Comunidad Valenciana, ha estado diseñada y ejecutada bajo parámetros dirigistas y clientelares, al margen de los problemas, deseos, opiniones y perspectivas de los interesados, en este caso, los habitantes de los núcleos rurales, sean los agricultores, los fontaneros, los carpinteros o los tocadores de campanas, para que sean ellos, de forma autónoma y responsable, los verdaderos protagonistas de su propio desarrollo.
Y ahí está la cuestión. En todo diseño de desarrollo, la gobernanza debe ser el método vehicular de las opiniones de los protagonistas, a través de la participación de todos los sectores socioeconómicos del territorio, agrícolas y no agrícolas, mediante la interlocución de sus asociaciones y representantes. Seguir como hasta ahora es consentir que, desde las Consejerías de Agricultura, alguien estudie un medio en el que no vive y diseñe una serie de soluciones que él no va a aplicar, para unos problemas que no padece. Pues bien, si hay alguien que quiera cambiar el modelo, proponiendo el protagonismo de los habitantes rurales, bienvenido sea.
Pero el columnista orgánico reprocha a estos profesores universitarios que vivan en la ciudad. ¿Es que solo se puede hablar del campo desde la boina y el botijo?¿Es que vivir en la ciudad deslegitima para estudiar, preocuparse y hablar del medio rural?¿Acaso por vivir en España no estamos legitimados para analizar, y en su caso criticar, lo que se cuece en Bruselas?¿Residir en Madrid, cual es mi caso, me deslegitima para hablar de la Comunidad Valenciana y quererla?¡Santo cielo, hasta qué nivel de “ombligismo reduccionista” han llegado algunos agraristas nostálgicos del XIX!
Si tuviera que elegir entre los okupas-teóricos-ilustrados que propugnan un cambio en las políticas de desarrollo rural y los que, enarbolando el botafumeiro, aunque a su apellido le sobre una ele, al parecer pretenden que todo siga igual y que el protagonista sea, rodeado de incienso, el titular de la Consejería o de la Dirección General, lo tengo claro. Me quedo con los primeros, por cuanto su preparación ilustrada me ofrece más garantías que la indigencia intelectual de los segundos.
César C. Sáenz Barrio
Ingeniero Técnico Agrícola-Agente de Extensión Agraria
European Engineer
Licenciado en Derecho
Diplomado en Derecho Agrario Comunitario.
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