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En el corazón de una pequeña escuela rural única en Europa

02/03/2018 Área: Jóvenes Fuente: La Opinión de Zamora

  • Maestros de Bélgica, Finlandia, Francia y Hungría conocen el modelo educativo rural a través del centro de El Maderal, con 9 alumnos de 6 niveles, una estructura inconcebible en Europa.

Artículo de Irene Gómez, publicado en La Opinión de Zamora.

Mª José Marcos abre cada día la escuela de El Maderal para dar clase a 9 alumnos de seis niveles diferentes -1º y 3º de Infantil, y 1º, 2º, 5º y 6º de Primaria-. Y así durante los últimos 9 años que ejerce como maestra en este pueblo de la comarca de La Guareña, donde los cursos más florecientes llegó a tener 11 pupilos. Es la realidad de un mundo rural donde la despoblación arrostra su cara más amarga con muy poquitos niños y cuyo modelo educativo agrupa a todos los escolares del pueblo en un solo aula. Es la manera de que no se cierre la escuela y los niños eviten desplazamientos.

Estamos en el CRA Guareña, con seis colegios abiertos que en su conjunto suman 59 alumnos -5 en Vadillo, 5 en Argujillo, 9 en El Pego, otros tantos en El Maderal, 14 en Cañizal y 17 en Guarrate- y 16 profesores. Un perfil asimilable al de muchos colegios rurales agrupados que ayer sirvió como modelo a profesores de centros de Bélgica, Finlandia, Francia y Hungría, asociados al CRA Guareña en el proyecto "Feel Better, Learn Better, Live Better", cuyo objetivo es crear y mantener un clima seguro y respetuoso dentro de la escuela, en el que cada alumno sea capaz de desarrollar sus habilidades y competencias.

Esa singularidad de las pequeñas escuelas, dotadas de todos los medios y con muy poquitos alumnos de distintos niveles, llamó especialmente la atención de los docentes europeos, procedentes de colegios con 210 alumnos en el caso del más pequeño, en Bélgica, y hasta 630, en el del Hungría.

En Europa es impensable que una escuela se abra con un mínimo de 4 alumnos, como ocurre en Castilla y León. La ratio de Hungría es de 4 clases de 15 niños cada, es decir, un mínimo 60 niños para no cerrar una escuela. En el norte de Bélgica el mínimo para tenerla abierta es 24 alumnos; 15 en Francia y alrededor de 20 en la Finlandia rural donde también tienen niños de diferentes edades dentro del mismo aula.

Parámetros muy distintos a los que se miden en Zamora, donde además cuentan con una dotación importante de medios. "Cuando me hablan de crisis y recortes yo tengo que ser muy clara: en nuestro caso no" precisa Laura Galán, directora del CRA Guareña. Y lo avala con datos. "Tenemos 7 pizarras digitales, ordenadores en todas las aulas, estamos empezando a adquirir tablets, 6 líneas de Internet, fotocopiadoras en todos los centros. El esfuerzo económico es importante para que nuestros alumnos no sufran carencias respecto a los de la ciudad".

Y eso también ha sido llamativo para los docentes europeos, que ayer conocieron sobre el terreno cómo se desenvuelven los maestros con el pequeño universo de niveles educativos y edades al que se enfrentan a diario. "Es estupendo ver las diferencias con nuestro trabajo; en mi país no se concibe una escuela con menos de 15 alumnos" certificaba la francesa Margaux de Lluc, maestra en el colegio Condorcet de Jacou, un pueblo de 6.700 habitantes, con 17 clases y ella con 25 escolares en la suya.

"Lo que estamos viendo aquí es muy raro para nosotros, lo máximo que podemos llegar a tener es dos niveles en una clase; es admirable cómo se trabaja en estos centros tan pequeños" certificaba la docente francesa.

A diferencia de Zamora, la tendencia europea es al agrupamiento en escuelas comarcales, un modelo que en esta provincia privaría a la mayoría de los pueblos de un centro educativo. "Este modelo tiene sus ventajas, permite una atención muy personalizada y las carencias en la convivencia con otros alumnos del mismo curso las compensamos con actividades conjuntas" explica Laura Galán.

Además de intercambiar experiencias, los maestros participaron en talleres organizados en El Maderal con sabor zamorano y rural. Por un lado África, una madre, cocinó los típicos figones ante la atenta mirada de los docentes.

Y después participaron en una sesión de juegos autóctonos como calva, petanca o los bolos, organizada por el maestro Félix Sánchez. "Es una forma de compartir conocimientos a través de juegos que tienen una raíz en las distintas culturas". Juegos que en el CRA Guareña se promocionan a través de una unidad didáctica específica que no solo muestra cómo es el juego en sí, sino sus orígenes o la procedencia de su terminología. "Para saber a dónde vamos tenemos que saber de dónde venimos" argumenta Félix Sánchez.


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