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El éxodo poblacional se revela el principal lastre del desarrollo económico de la provincia de Burgos en su historia reciente. Así lo constata el análisis monográfico de la variable demográfica que acompaña al último Boletín de Coyuntura Económica elaborado por la Fundación Caja Rural.

El informe, coordinado por José María Calzada al frente del equipo de especialistas de la UBU, pone de relieve el problema que tiene la provincia en este sentido y que «condiciona todas las magnitudes económicas, especialmente las del mercado laboral», precisaba ayer Calzada en la presentación del documento.

Y es que la inclusión de este indicador, el de los movimientos de población, en los cálculos del paro enfría -incluso congela- el entusiasmo suscitado por la última EPA al ubicar a Burgos, con una tasa del 10%, como la provincia con menor paro del país.

«¿Qué encubre esta cifra?», se preguntaba Ramón Sobremonte, director general de Cajaviva Caja Rural, antes de dar paso a Cámara para ahondar en el documento y tras tildar de «mito» la «excelente» posición que suele ocupar Burgos en la Encuesta de Población Activa.

En la misma línea se pronunció el coordinador del boletín al considerar que las conclusiones de esta «no son muy realistas» precisamente por obviar la evolución de la población. Y es que la tasa de paro real de la provincia superaría el 25% si se tuviera en cuenta el saldo migratorio y rondaría el 18% si la población activa hubiera cambiado en Burgos como en el resto del país.

Ambos supuestos confirman que la buena tasa de desempleo no se debe ni a mayor dinamismo económico, ni a un aumento de la riqueza, sino que «se explica por la desfavorable evolución demográfica». Un prolongado «proceso recesivo» que comenzó a mediados del siglo pasado al tiempo que comenzaba a aumentar la emigración, «especialmente la interior», indicó Calzada.

En concreto, de los 428.839 burgaleses nacidos desde 1950 se han ido de la provincia 169.910, casi cuatro de cada diez. Si bien el dato dista poco del 35% de los castellanoleoneses sí se aleja notablemente del 1,9% del conjunto de los españoles. La emigración al extranjero en el amplio periodo analizado es, sin embargo, testimonial, con 6.980 casos, un 4,1% del total.

Ni la inmigración, con años de apogeo incluidos, ha logrado paliar esta fuga. Según recoge el Boletín de Coyuntura Económica de 2017, de los 358.056 burgaleses que registra el último censo publicado, 99.127 han venido de fuera y de ellos, 32.291 del extranjero.

Así, el saldo migratorio en este plazo es de 70.783 habitantes menos, siendo mucho más acusado en mujeres, el 62%, «lo que agrava los ya importantes problemas de natalidad» en una provincia que desde 1989 registra un crecimiento vegetativo negativo.

Por su parte, Sobremonte subrayó el notable decrecimiento que en términos absolutos ha sufrido Burgos, con 397.000 habitantes en 1950 y 361.000 en 2016, lo que arroja una pérdida de población del 9% frente a un aumento del 45% en el conjunto del país.

¿Las causas? «La falta de oportunidades laborales», indicó José María Calzada. ¿La solución? «Generarlas», afirmó para incidir en la necesidad de invertir todos los esfuerzos en «revertir el problema poblacional».

Al respecto, Sobremonte recordó que los principales destinos de los ‘exiliados' han sido tradicionalmente País Vasco, Madrid y Cataluña y como primera medida para corregir la situación actual llamó a «eliminar cualquier rasgo de autocomplacencia» como la que alimentan precisamente los datos de la EPA que este informe enmienda.