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Entrevista de Ramón Muñiz, publicada originalmente en El Comercio.es

Yves Champetier (Ardeche, Francia, 1950) se licenció en Economía en la Universidad de Grenoble y se especializó en dirigir el dinero público a los proyectos de mayor interés social. Fue director de la Asociación para el Desarrollo del Pirineo (1981-1989) y del Instituto Mediterráneo de Formación (1989-1992). Luego se sumó a Leader, programa que la Comisión Europea iniciaba entonces y riega hoy de subvenciones las mejores propuestas del medio rural europeo. Tardó nueve años en cambiar Bruselas por el Banco Interamericano de Desarrollo pero nunca pierde la pista a su 'criatura'. Ayer habló de ella en Oviedo invitado por la Red Asturiana de Desarrollo Local (Reader).

Pues imagínate. En la primera convocatoria tuvimos 217 grupos de desarrollo local y ahora son unos 2.400.

Hay principios básicos que se han enriquecido. Desde el origen se trataba de llevar una iniciativa comunitaria al nivel local, escuchar lo que pasa sobre el terreno, relacionarse con todos los agentes locales y ponerles a trabajar de forma asociada.

Sobre el papel el mecanismo es claro: condicionar las subvenciones a que emprendedores, administración y vecinos se organicen, seleccionen los mejores proyectos y velen por su ejecución. Al delegar la gestión en pueblos donde todo el mundo se conoce, ¿cómo evitan que el dinero termine donde no debe?

No siempre se consigue y ahí están las auditorías del Tribunal de Cuentas. La idea es que en los grupos de desarrollo local estén todos, para que todos se controlen. También se ha avanzado en la trasparencia para que todo ciudadano sepa cómo se gestiona el dinero.

La cultura de cada país influye. Hay donde tenían muy arraigada la participación local y la dinámica que proponemos cuajó rápido; en otras partes es la Administración la que tiene un gran peso y cuesta más abrir canales de participación. Hay países con una importante cultura de lo colectivo mientras otros están más interesados en los promotores privados.

Leader entró aquí como la primera herramienta a disposición de los territorios. Antes los fondos públicos, sobre todo los comunitarios, podían llegar a grandes proyectos pero no había una estructura que pudiera beneficiar a los microproyectos. España se aplicó mucho con esta herramienta que a la larga permite estructurar el medio rural de una manera eficaz.

Tenéis menos dispersión que Aragón y vuestro paisaje es una maravilla. Dicho esto, yo creo que las condiciones de vuestra región antes que un obstáculo son más bien la razón de ser de Leader. Este programa se hizo para territorios donde hay problemas críticos en el medio rural, que requieren de soluciones no clásicas. En los territorios más ricos la iniciativa pública igual está más afianzada y todo se resuelve con políticas sectoriales, es decir, programas para dar respuesta a la cuestión industrial, otro para el turismo, aquel para la ganadería. En cambio hay sitios como éste donde había un déficit en el medio rural que exigía una respuesta más completa, participativa y en red.

Sí, pero en estos territorios ya había un sustrato con el que trabajar. La gente de lugares como éste se han acostumbrado a vivir de muchas actividades; de un lado trabajaban la tierra, cuidaban de animales, emigraban un par de meses para sacar dinero. La filosofía Leader se diseñó justo con este tipo de culturas.

Vengo de la Costa da Morte gallega. Allí vi cómo con ayuda comunitaria se hizo un restaurante que abre los fines de semana y el resto del tiempo trabaja productos del mar que vende por internet. Eso y un hotel que a la vez hacía exposiciones y encuentros entre artistas.

Es seguro que Leader ha dado una imagen positiva de la UE, aunque ahora compite con otras prioridades en el presupuesto comunitario.