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Las mujeres, pilares en el desarrollo sostenible del medio rural en España, donde constituyen el 10% de la población total

15/03/2011 Área: Mujeres Fuente: REDR

Cuatro millones de mujeres españolas viven en municipios considerados rurales, lo que supone que el casi el 10% de la población total son mujeres rurales. Sin embargo, y pese a este dato, lo cierto es que cada vez son menos las mujeres jóvenes que deciden permanecer en el entorno rural, optando por emprender una vida en la gran ciudad.

Radiografía de las mujeres rurales en España. La masculinización del territorio

En términos generales, en la última década, las zonas rurales han pasado de concentrar el 19,4% de la población total española a aglutinar el 17,7%. Este descenso ha sido más acusado en los municipios de menos de 2.000 habitantes, cuya población ha descendido un 30%.

En estos diez últimos años, la población rural ha sufrido un proceso de masculinización, lo que realimenta el proceso de despoblación. A menos mujeres, menores perspectivas de crecimiento poblacional. El índice de masculinidad en el medio rural es de 104,13% de hombres con respecto a mujeres, mientras que la media nacional es de 98.01%.

Esta masculinización del medio rural es más patente en las franjas de edad más jóvenes y las que se corresponden con la edad laboral de las personas. Esto es así, en buena medida, porque se produce una migración de las mujeres, sobre todo de aquellas que cuentan con mayor nivel de formación, hacia otros núcleos donde encuentran mayores oportunidades de desarrollo profesional. Las mujeres rurales tienden, en mayor medida que los hombres, a abandonar el medio rural. Las menores oportunidades laborales, formativas, de ocio, de acceso a recursos y servicios y el mayor control social que existe sobre ellas, derivan en una migración selectiva al medio urbano.

A la hora de buscar empleo, las mujeres rurales tienen por lo  general mayor dificultad que sus compañeros, debido sobre todo a que ellas cargan con la mayor parte de las responsabilidades familiares, como el cuidado de las personas dependientes; por tanto su área de búsqueda geográfica de empleo se ve reducida. Ante esta perspectiva de falta de movilidad, las mujeres jóvenes optan por establecer su proyecto vital en las zonas urbanas.

Las mujeres rurales están hoy mejor preparadas que hace décadas. Más del 30% tienen estudios medios. Sin embargo, esta cifra está sensiblemente por debajo de lo que ocurre en la media nacional (36%). La mejora en la formación de mujeres rurales en las últimas décadas provoca necesariamente que busquen oportunidades laborales en un mercado más amplio que el rural.

Todo ello se traduce en que en los grupos de edad entre los 20 y los 45 años, una gran cantidad de mujeres optan por cambiar el pueblo por la ciudad, lo que va en detrimento de la formación de unidades familiares en el mundo rural. Este hecho provoca un fenómeno continuado de despoblación en los municipios rurales, con el consiguiente riesgo de desaparición del mundo rural. Existe, pese a todo un elevado grado de satisfacción de las mujeres que viven en el medio rural (un 7,5 sobre 10, según datos del Foro IESA para el Instituto Andaluz de la Mujer).

A pesar de esta satisfacción las mujeres son conscientes de las dificultades que entraña vivir en el medio rural, si bien vislumbran un potencial de desarrollo del medio rural más allá del ámbito local; es decir, desde una perspectiva comarcal o provincial e, incluso, regional.  Este anhelo por el desplazamiento para trabajar, pero sin modificar el domicilio habitual debe encontrar su incentivo en una buena red de comunicaciones (líneas de autobús, trenes, carreteras...).

Desde el punto de vista de la emprendeduría, las mujeres rurales se pronuncian más favorables a tener su propio negocio, pero el grado de ejecución posterior es pequeño (siendo más alto en aquellas mujeres con una tradición empresarial familiar). 

La inserción plena de las mujeres en la sociedad no puede alcanzarse solo por la vía de su inserción laboral; es fundamental también que las mujeres intervengan en la vida social y política como ciudadanos que reivindican sus derechos, lo que supone el verdadero empoderamiento de las mujeres rurales. Una de las herramientas más importantes para empezar a construir este empoderamiento es el asociacionismo y la creación de redes femeninas.

Otro elemento de extraordinaria importancia para el desarrollo de las  mujeres rurales son las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), por lo que se hace necesario reducir la brecha digital que existe en el medio rural, especialmente entre las mujeres.

En definitiva, es evidente que la potencialidad de la mujer rural como agente desarrollador del medio rural es inmensa, por lo que se hace imprescindible apoyar y facilitar el acceso a los recursos necesarios, fomentar su participación en la toma de decisiones y crear alternativas laborales para alcanzar un modo de vida más sostenible y equitativo.

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