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Cómo llenar de música la España vaciada

08/05/2019 Área: Desarrollo rural Fuente: El País

Uno de los conciertos durante el festival de 2018.

  • Daniel Broncano nació en una de las zonas rurales más despobladas de España. Tras recorrer el mundo como clarinetista profesional, creó Música en Segura, un festival de 'delicatessen' musicales que propicia el acceso a la cultura en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas (Jaén). En el medio rural también se cultiva progreso con imaginación, creatividad y cultura.

Artículo de Claudia Paolini, publicado en El País.

Cuando Daniel Broncano (Orcera, Jaén, 1986) iba al colegio "había grandes piques entre 5º A y 5º B", pero ahora esa tradicional rivalidad ha quedado extinta. Los niños apenas llenan una sola clase y las letras que marcaban el derbi social del recreo han desaparecido. Las sillas vacías de la escuela, donde su madre sigue impartiendo clases, denotan el fenómeno que erosiona muchas zonas rurales. No es necesario consultar las estadísticas para predecir un agujero negro demográfico a corto plazo.

El pueblo de Daniel es tan solo un ejemplo de la tónica general por todos conocida, por muchos reivindicada y por pocos solucionada: el 30% del territorio nacional concentra el 90% de la población. La falta de oportunidades, de servicios básicos como la educación, sanidad o transporte y la transformación de los modelos sociales y económicos ha provocado que en algunas regiones de la Península existan densidades de población similares a las de la inhóspita Laponia. Pero el enclave donde conocemos a Daniel Broncano nada tiene que ver con el desierto ni el hielo. Tanto él como su hermano David (presentador de La Resistencia, en Movistar+) se criaron en la comarca que más territorio aporta al Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas (Jaén), donde el intenso verdor de la vegetación palpita entre escarpadas montañas. Este es el escenario de Música en Segura, el festival que tendrá lugar entre el 15 y el 19 de mayo.

Hoy, las campanas de la iglesia repican. Indican que esta mañana Segura de la Sierra ha despertado con un habitante menos. Pero dentro de poco, los visitantes esporádicos aumentarán repentinamente la habitual población de aproximadamente 140 habitantes. Como ocurre desde hace seis años, cada mes de mayo "empezarán a llegar músicos de muchas partes de España y de países de Europa; clásicos, flamencos, de jazz...". A diferencia del "embalsamado" contexto en el que normalmente se escucha música clásica, aquí vienen intérpretes "que puedan ponerse las botas de montaña". Serán unas 15.000 personas, calcula el organizador, las que vivan la emoción de la música en directo en un contexto tan idílico como inusual: "Al segundo día, el público que viene al festival conoce el nombre de pila de los músicos y si tienen hijos o si son vegetarianos".

Sonarán melodías en la fábrica de aceite, cuya acústica bien merece el máximo sello de calidad que luce el oro líquido aquí producido. Sonará al amanecer, en una aldea de apenas ocho habitantes donde "los vecinos son ultraenrollados y hacen dulces y mistela para la gente". Sonará en el campo, en los baños árabes y en la iglesia, así como en las residencias de ancianos y durante los conciertos para escolares que Broncano señala con especial entusiasmo: "Tienen la misma edad que tenía yo cuando me topé con la música".

El relámpago de la 'musicofilia'

Veraneaba con sus padres y su hermano en Santiago de Compostela (A Coruña) cuando una tormenta obligó a la tropa familiar a refugiarse en un concierto de la Orquesta Sinfónica de Galicia. Con 8 años, "ese vendaval de sonido" le dejó varios días sin habla. Experimentó "un ataque de musicofilia, un estado mental muy intenso que es también el significado de la música". Asegura que ese "encantamiento con el milagro de las emociones que transporta el sonido" debería propiciarse más a menudo y eso "es también lo que intentamos crear en el festival".

De pequeño, cuando aprendía palabras que le parecían curiosas, las repetía hasta la saciedad y lo mismo ocurrió con la música: obsesionado con el sonido del oboe, le dio la barrila a sus padres hasta que estos consiguieron que el Ayuntamiento de Orcera montara una banda municipal. A falta de oboes, aprendió a tocar el clarinete. Pasaba las tardes con Mozart, Haydn y Beethoven y a los 9 años tuvo su propio programa de música clásica en Radio Segura. Consiguió convertirse en clarinetista profesional recorriendo las dos horas de ida y las dos de vuelta que unen Orcera con el Conservatorio de Jaén, terminando su formación en Madrid y en el Royal College of Music de Londres.

Allí conoció a la que se convertiría en su mujer, Felicity Smith, una cantante mezzosoprano neozelandesa con la que empezó a imaginar el festival. Era una especie de hijo compartido con el que soñaban juntos, proporcionándose mutuamente el ánimo necesario para materializar la proeza de cualquier emprendimiento cultural. También fue allí, en Inglaterra, donde se vio contagiado por "ese perfil de gente lanzada que se toma el ancho mundo como su casa", que se anima a "iniciar cosas sin saber muy bien a dónde van a llegar". Sin experiencia de ningún tipo en gestión cultural, recuerda Daniel que "a todas luces era una bella locura".

Un homenaje al amor por la música

Como los salmones, que nacen en agua dulce, pero pasan gran parte de su vida en el mar hasta que el instinto dicta que es hora de emprender el viaje de regreso, Daniel se topó entonces con un colosal viaje río arriba. Cualquier obstáculo era sorteable gracias al ánimo compartido, pero Broncano tuvo que enfrentarse con un súbito giro: "Felicity murió de golpe ocho meses antes del primer festival, un hecho que dio la vuelta a mi vida". Las palabras nunca conseguirán describir el dolor de un duelo, pero sí existe un nombre para explicar la motivación que le llevó a seguir con el festival: resiliencia, esa asombrosa capacidad de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro. No existía mejor homenaje: "Hay que hacerlo porque a ella le habría encantado".

Daniel Broncano toca el clarinete en el festival Música en Segura.

El salmón llegó a destino y, contra todo pronóstico, la Sierra de Segura se llenó de música. Y no solo una, sino cada vez más veces. El festival de mayo se complementa con otra edición en noviembre y, a partir del 2020, un programa de residencias hará que músicos de todas partes habiten la sierra, colaborando en proyectos que luego serán mostrados al público en el contexto de Música en Segura.

Cultivando música en la España rural

Si la melomanía es una especie de locura o tendencia al furor vinculada a la música es, posible que Daniel la padezca, pero se trata de un mal cuyo contagio es beneficioso. Prácticas culturales como la suya son capaces de transformar el entorno, fortalecer la comunidad, generar autoestima y dinamizar la economía sin caer en la mirada paternalista que caracteriza los discursos construidos desde lo urbano. Para que la fórmula funcione, es imprescindible poner a la población local en el centro. En el caso de Música en Segura, los lugareños no solo conforman la mitad del público del festival, sino que además hicieron posible la primera edición mediante sus donaciones: "Era gente de la sierra a la que le daba muchísimo orgullo que se hiciese algo con esa ambición y con esa apuesta por la calidad".

Cuando se observa esta España vaciada, que no vacía, uno puede echarse las manos a la cabeza y, con razón, reivindicar mayor atención hacia los pueblos que vemos difuminarse. Es necesario hacerlo pero, más aún, crear alternativas y propuestas: "Un componente fundamental de cómo ocupar esa España también es con imaginación y con creatividad", afirma Broncano. Daniel considera que "a veces prejuzgamos y hay una especie de concepto de lo rural muy cerrado, pero hoy en día afortunadamente, en un mundo muy conectado, hay muchas formas de desarrollo por explorar".

Vivir en un pueblo no siempre significa tener que dedicarse a la agricultura, la ganadería, a ni siquiera al turismo. Su deseo es "inspirar a más gente a que confíe en sus ideas y les dé una oportunidad. El ser un modelo de desarrollo económico a partir de cosas no obvias". Al latido de la España vaciada que retumbó en los tambores de la manifestación el pasado marzo pueden añadirse melodías que hagan aparecer nuevas canciones de futuro. No podemos dejar que el medio rural agonice. La revuelta de la España vaciada ya está en marcha y, a veces, suena a música clásica.

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