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José Manuel Merino, gerente del GAL Montaña Palentina y vocal por CyL de REDR: «Más que llenar la España vaciada, habría que acercar servicios a la España remota»

14/05/2020 Área: LEADER Fuente: El Mundo/Diario de Castilla y León

.- E. M.

José Manuel Merino es gerente del GAL Montaña Palentina y vocal de Castilla y León en la Junta Directiva de la Red Española de Desarrollo Rural. Es pesimista sobre el futuro de muchos pueblos porque percibe un estancamiento en el crecimiento de actividades económicas.

Entrevista de Laura G. Estrada, publicada en El Mundo/Diario de Castilla y León

Pregunta.- Apuntaba recientemente el presidente de REDR que, debido a la crisis del Covid se percibía un aumento de proyectos para invertir en casas en los pueblos, bien para uso particular o bien para alquiler turístico. ¿Se aprecia esta dinámica en Castilla y León?

Respuesta.- El repunte está dándose en algunas regiones, especialmente en comarcas con climatología más suave, con proximidad a la costa o con tipología de poblamiento disperso (parcela, independencia, etc.) pero en Castilla y León esa tendencia no es la actual. Hubo un breve periodo inmediato a la crisis de 2008 en el que se detectó una reactivación del mercado inmobiliario rural y que fue más intenso en 2015 y 2016. A partir de entonces, en las comarcas más rurales de la Comunidad, es decir, las más alejadas de las ciudades, los proyectos de inversión en casas son escasos. Hay mucha oferta de venta de viviendas, pero la demanda es muy baja.

P.- ¿Descarta que aquí haya habido un cambio del modelo de inversión en las últimas semanas como en otras zonas?

R.- Quizás es un poco pronto para notar tendencias. No obstante, sí podemos decir que las consultas están siendo, como venía siendo habitual ya, para pequeñas inversiones por parte de personas que pretenden darse de alta como autónomos o autónomas, y para proyectos de modernización por parte de microempresas. 

P.- ¿Entonces sí hay mayor interés empresarial?

R.- Estamos teniendo muchas consultas de cara a la realización de pequeñas inversiones para adaptación de empresas, especialmente del sector turístico, comercial y agroalimentario, a los nuevos protocolos que emergen de esta pandemia: dotación de medios de prevención, acciones formativas y equipamiento de desinfección. Especialmente desde el sector turístico (rural, activo y ecoturismo) se está pidiendo a los Grupos de Acción Local iniciativas de cara a reforzar la imagen de destino turístico comarcal basada en los amplios espacios, la baja densidad de ocupación y las garantías de salud y sostenibilidad.

P.- ¿Habéis constatado más diferencias respecto a los últimos años?

R.- Aparte del efecto directo de las medidas a tomar frente al Covid-19, la tendencia en los últimos años se ha mantenido constante: interés en nuevas actividades, especialmente de servicios a la población (comercio y servicios personales especialmente), agroalimentación y turismo rural. Quizás la mayor diferencia estriba en el mayor peso de proyectos de ampliación y modernización frente a creación de actividades y empresas. Ello puede ser síntoma de un estancamiento de la demografía de las comarcas y de un menor proceso de crecimiento de la actividad económica rural.

P.- ¿Qué papel juegan los Grupos de Acción Local (GAL) en el ámbito social y económico?

R.- La crisis demográfica y económica en el medio rural no han parado, ni siquiera parecen ralentizarse. Pero habrá que admitir que estos procesos no son resultado de Leader, del mismo modo que hay que asumir que los programas Leader y los GAL no tienen la capacidad suficiente para conseguir la totalidad de objetivos que las estrategias de desarrollo plantean. Porque la función de Leader no es el desarrollo rural de su territorio; su función es ser una herramienta para ese desarrollo rural innovando en métodos y acciones, demostrando la viabilidad u oportunidad de determinados elementos, cooperando con otros territorios y siendo espacio de colaboración entre agentes comarcales. En este sentido, los GAL juegan un papel importante para la cohesión en cada comarca de los agentes socioeconómicos públicos y privados. Así mismo, en muchos casos, los GAL son instrumentos de identificación comarcal y catalizadores de objetivos y anhelos comunitarios.

P.- ¿Hay mercado residencial y turístico en esta Comunidad?

R.- Sin duda, hay mercado potencial. Pero es general en estos momentos el mayor peso de la oferta: es raro el pequeño pueblo de nuestra región que no muestra media docena al menos de ‘se vende'. Sí que existe una demanda, sobre todo para vivienda, en las cabeceras de comarca y justamente en esas localidades es en las que la oferta escasea. Incluso en comarcas cercanas a grandes ciudades, como el sureste de Segovia o Merindades de Burgos, por ejemplo, la demanda de viviendas para cualquier uso -residencial principal, secundario o turístico- está casi paralizada.Y un dato que subrayan todos los agentes que he consultado es la sobrevaloración de los inmuebles puestos a la venta, tanto viviendas como terrenos e, incluso, ruinas.

P.- ¿Hay alguna provincia o zonas determinada de la Comunidad que resulte más ‘atractiva' para el inversor?

R.- Hablando de Leader, puede decirse que las nueve provincias de Castilla y León cuentan con un atractivo similar de cara a la inversión. Ello no es óbice para que determinadas comarcas sean más dinámicas y generen inversión de manera más constante. Hablamos, por ejemplo, de comarcas cercanas a los núcleos urbanos o con concretos sectores económicos muy asentados y con fuerte entramado de pequeñas y medianas empresas, por ejemplo de transformación forestal o producción vinícola.

P.- ¿Qué peso tiene Castilla y León en relación a las inversiones de particulares?

R.- En el ámbito de Leader 2014-2020, que comenzó a ejecutarse en 2016, en Castilla y León se han aprobado 1.846 proyectos empresariales (44 de media por comarca). Estos proyectos han supuesto la creación de más de 1.200 empleos y la consolidación de casi 6.000 (1.243 y 5.828, respectivamente).

P.- ¿En qué sectores pueden estar las empresas más interesadas en establecer su sede de operaciones en un entorno rural?

R.- Son casos contados los de empresas que se plantean seriamente trasladar sus sedes o centros de operaciones desde a ciudad al medio rural. En algunos casos lo que se plantea es que sus plantillas trabajen desde el medio rural, que es una situación diferente. Hay que valorar la firme decisión de muchas grandes y medianas empresas que, nacidas y radicadas en el medio rural, se esfuerzan por mantener sus sedes y centros de producción en su pueblo. Por el contrario, sí es frecuente el interés de profesionales de determinados sectores (arquitectura, diseño, artes) por radicar su actividad en alguna de nuestras comarcas. En todo caso, actividades mayormente vinculadas al mercado urbano y, por tanto, de difícil asentamiento permanente.

P.- En la actualidad hay mucho espacio industrial disponible. ¿Qué tiene que pasar para impulsar su ocupación?

R.- Para ocupar el espacio industrial hacen falta empresas, empresarios y empresarias, ya sean emprendedores o veteranos. Y para facilitar esa ocupación se requieren condiciones ventajosas, además de la ‘calidad' del medio rural: precios adecuados, bonificaciones fiscales o buenas comunicaciones. Y existencia de personal capacitado o condiciones para su acogida.

P.- ¿Y para llenar esas casas vacías de las que hablaba antes? 

R.- Las casas vacías plantean la problemática básica de su privacidad. Al fin, es la propiedad quien pone las condiciones para su ocupación. Y mientras el medio rural no ofrezca realmente calidad de vida, no sólo paisaje, tranquilidad y aire puro, las casas se seguirán vaciando y se seguirán cayendo.

P.- ¿Hay gente las prefiere como segunda residencia más que para trasladarse a vivir?

R.- Está claro que gran parte de la población percibe los pueblos como una posible residencia vacacional. Pero en estos momentos es menos intensa la creación de segunda residencia, por motivos económicos. Son pocas las personas que se plantean seriamente su mudanza al medio rural. Tenemos la experiencia, que surgió en Leader del proyecto ‘Abraza la tierra'. Sí que hay gente dispuesta a venir a vivir a los pueblos, hay múltiples razones que empujan a estas nuevas familias rurales. Y estas familias agradecen que haya personas y plataformas que faciliten su acogida. 

P.- ¿Ha servido la pandemia para que haya un cambio de percepción?

R.- Creo que gran parte de la población siempre ha apreciado el estilo de vida rural, aunque no ha tenido la oportunidad o la valentía de orientar su vida en ese sentido. La situación que estamos viviendo está poniendo de manifiesto una serie de características positivas de la vida rural que se estaban olvidando... incluso por los propios habitantes de los pueblos: el acceso a productos de primera necesidad, la ausencia de aglomeraciones o los desplazamientos no masificados son circunstancias que se están volviendo a valorar. La avalancha a los pueblos del fin de semana del 13 y 14 de marzo hubiera sido una anécdota en fechas posteriores si las restricciones de la declaración del estado de alarma hubieran tenido en cuenta el hecho diferencial rural: la cuarentena hubiera sido menos dura.

P.- ¿Estamos a tiempo de revertir ‘la España vaciada'?

R.- Si de lo que se trata es de rellenar la España vaciada, el tema está muy muy complicado. Quizás haya que plantearse trabajar para el acercamiento de los servicios, públicos y privados, a la ‘España remota'. Cuando la España remota, la rural, la alejada de las concentraciones de población y servicios, tenga razonablemente accesibles servicios básicos de calidad (educación, sanidad, cultura...), entonces dejará de ser remota y, quizás, con los servicios, afloren los nichos de actividad, el empleo y, por tanto, la población.

P.- ¿Hay zonas ‘condenadas a la extinción'?

R.- Rotundamente sí, si las políticas públicas y las decisiones privadas siguen como en las últimas décadas. Como mucho, podremos alargar la agonía con proyectos, programas, ideas y ocurrencias.

P.- En estas últimas semanas, las redes sociales bullen con imágenes de entornos rurales, con mensajes donde instan al Gobierno a fijar criterios diferentes a las ciudades para el confinamiento y la desescalada. También los gobiernos regionales piden que se tengan en cuenta las casuísticas de las pequeñas poblaciones. ¿Cree que los criterios del aislamiento se elaboran desde la óptica ‘urbanita'?

R.- Más bien diría que se elaboran pensando en las magnitudes. Comprendamos que no se podría regular absolutamente todo el territorio nacional con normas adecuadas a cada circunstancia. ¿Dónde pondríamos el límite? Si lo ponemos en la provincia, habría que preguntarse qué tiene que ver la desescalada en la ciudad de Palencia con la Montaña Palentina. Y si ponemos el límite en la comarca, habría que tener en cuenta las diferencias sustanciales entre La Pernía y Aguilar de Campoo. Y si ponemos el límite municipal: ¿no son diferentes los modos de vida en Aguilar de Campoo y en Vallespinoso de Aguilar? Gobernar debe de ser muy difícil. Gobernar una pandemia debe de ser dificilísimo. Y si, además, hay que gobernar ‘a la medida' en estas circunstancias... no quiero estar en la piel de quien toma las decisiones.

P.- En los últimos años las instituciones públicas se centran en garantizar una buena conectividad para lograr el asentamiento de población en núcleos pequeños. ¿Con una buena cobertura o una buena conexión a internet se resuelven los problemas?

R.- Está bien que las instituciones apuesten por una buena conectividad, pero habrá que recordarles que es su competencia. Cuánto invertimos todos los españoles para hacer llegar la luz a todos y cada uno de los pueblos. Cómo se apoyó con dinero público a empresas privadas para conseguir que el teléfono -al menos una línea por pueblo- llegara hasta el último rincón. ¿No son capaces las instituciones de articular mecanismos para llegar con la fibra óptica al pueblo más remoto, a Piedrasluengas o a Vidrieros? Está claro que la conectividad no es la solución a los problemas. Pero, sin duda, es un gran avance para igualar las oportunidades de la población en el acceso a servicios básicos. Y un elemento que revalorizará los pueblos.

P.- ¿Puede el teletrabajo facilitar el asentamiento?

R.- Sin duda, el teletrabajo puede facilitar el asentamiento de población. Y esa población arraigará cuando además de teletrabajar se implique en la vida social y económica del pueblo. A esa gente habrá que reconocerle que no tuvieron la suerte de nacer en el pueblo pero tuvieron el valor de optar por vivir allí.

P.- Hablaba el presidente de REDR de que hay que solucionar las ‘grandes carencias'. ¿Cuáles son esas grandes carencias en Castilla y León y cómo se solucionan?

R.- En primer lugar, los servicios básicos de calidad, con un nivel homologable al siglo XXI y con una accesibilidad adecuada. Y eso requiere un esfuerzo de innovación y de inversión. Y para ayudar, se requiere cambio de modelos de planificación y gestión. Nuestras instituciones han de analizar cada una de sus decisiones y preguntarse: ¿esta decisión es adecuada para el medio rural o incide aún más en su marginalidad?

P.- ¿Cómo ve el futuro de la Comunidad en una década?

R.- Si seguimos el mismo camino, de Castilla y León quedará tan sólo la ‘y'. La urgencia ha de remover las conciencias y las actitudes de quienes planifican y deciden. Y cada vez el medio rural es más consciente de sus necesidades y de sus fortalezas. Hay que tener claro que sin pueblos no hay futuro.

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