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Artículo de Diego Santamaría, publicado en El Correo de Burgos. 

Hace ya más de un año, un grupo de profesionales de diferentes campos afincados en Las Merindades abordó la posibilidad de diseñar un calendario de actividades capaz de llegar a toda la comarca, desde los pueblos pequeños hasta los grandes municipios. No dudaron en plantear su idea al Centro de Desarrollo Rural (Ceder) Merindades, que se sumó al proyecto porque «encajaba» con una de sus «prioridades»: la «gestión cultural y de ocio de manera coordinada» enmarcada en el programa Eventum.

Los promotores de la iniciativa, bautizada como Proyecto Aldaba, llegaron con los deberes hechos de casa. Propusieron un programa de actividades que abarca un sinfín de disciplinas. Yoga, astronomía, ornitología, arquitectura popular, encuadernación japonesa, elaboración de productos lácteos... Cada profesional «aporta sus conocimientos» a través de una oferta «global» que se mantendrá activa hasta finales de año. En total, 15 municipios y sus pedanías se beneficiarán de una propuesta que además genera una «actividad económica» para este grupo de personas «vinculadas al territorio» e «inquietas por hacer cosas».

Tal y como detalla el gerente de Ceder Merindades, José Luis Ranero, coordinar un calendario de actividades tan amplio y en tantos pueblos resultó «difícil». Por ello, a los ayuntamientos se les ofreció la posibilidad de seleccionar fechas pero no talleres. No obstante, el proyecto está «abierto a determinados cambios» en función de las necesidades de los pueblos participantes.

El principal objetivo del Proyecto Aldaba es «repartir la oferta cultural, desestacionalizarla de alguna manera en el territorio y tratar de que sea lo más universal posible». Partiendo de esa premisa, las fechas fijadas en el calendario no se solapan con las épocas de mayor actividad como la «temporada estival o Semana Santa», de ahí que en julio y agosto -salvo casos puntuales como el de Cuesta Urria- se haya previsto un parón para retomar los talleres a partir de septiembre.

La financiación del proyecto, presupuestada en 24.000 euros, se reparte al 50% entre el Ceder y los ayuntamientos implicados. Ranero asegura que esta fórmula conlleva un «abaratamiento de los costes» para los pueblos, que a partir de ahora se retroalimentarán gracias al boca a boca y el flujo de visitantes.

Durante la presentación de Aldaba en La Parte de Sotoscueva, la presidenta del Ceder, Nuria Ortiz, celebró la implicación de «casi el 60% de los municipios de la comarca» con el fin de garantizar la «mejora de las oportunidades de ocio de las personas en el medio rural desde el medio rural». Tampoco se olvidó de los «profesionales activos y proactivos del territorio», precursores de una «generación de actividad» que dio sus primeros pasos este fin de semana en San Zadornil, Valle de Losa, Tobalina, Medina de Pomar, Cuesta Urria, Merindad de Sotoscueva, Valdeporres, Valdivielso y Villarcayo.

El experto en ornitología y parte activa del proyecto, Josu Olabarría, reconocía ayer a través de las redes sociales el «lujo cultural» que supone una oferta de estas características para Las Merindades. También hizo balance de su primer taller, el sábado en San Zardornil, al rememorar una «inolvidable jornada de pajareo» para todos los públicos que se repetirá en Virtus (Valle de Valdebezana) el próximo fin de semana.

Para el alcalde de Villarcayo, Adrián Serna, el Proyecto Aldaba es una «buena iniciativa» para «potenciar la cultura de la comarca». Por lo tanto, considera «muy importante que tantos ayuntamientos se hayan sumado» a una propuesta que «nace para quedarse», apunta el gerente de Ceder Merindades. Claro está, el grupo de acción local y los profesionales involucrados realizarán un «seguimiento» de los talleres para analizar su aceptación, aunque insiste en que «la idea es que se mantenga» durante los próximos años.