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El guardián de la venta o el último Quijote de La Mancha

17/07/2017 Área: Eventos y Publicaciones Fuente: El Mundo

  • El escritor y periodista Manuel Juliá se adentra en el corazón de La Mancha para hacer un recorrido literario por los lugares del Valle de Alcudia que incluyó Cervantes en los capítulos X al XX del 'Quijote', desde la Venta de la Inés, donde resiste como guardián de la historia cervantina del lugar Felipe Ferreiro junto a su hija Carmen, pasando por los campos del Horcajo y el Puerto de Niefla, hasta la Cascada de la Batanera. Esta serie cervantina 'moderna' se publicará a lo largo de seis capítulos.

Artículo de Manuel Juliá, publicado originalmente en El Mundo.

Las encinas se agarran a la tierra y soportan su aspereza o su verdor. Su ser es el de estar en un retiro permanente. Mientras viajo a la Venta de la Inés pienso que desde su silencio vieron el trasiego de Cervantes por el camino real que iba de Toledo a Andalucía, el que hicieron los romanos y siguieron los pastores de Castilla hasta llegar a Alcudia para que el ganado pudiera pastar en aquellas tierras llenas de suculentas hierbas.

Mientras avanzo por la N-420 hacia el sur, y llego a Alcudia, atrás quedan Puertollano y Brazatortas, veo estas tierras solitarias enhebradas a una inmensa belleza que hubo de germinar en la mente ávida de Cervantes. Aquellas florestas y aquellas selvas de Alcudia y Sierra Morena eran el ámbito ideal para la vida azarosa y el retiro penitente de su caballero andante.

Viajo a la Venta de la Inés para hablar con el último ventero cervantino, Felipe Ferreiro. Quiero conversar con él antes de comenzar el recorrido literario que realizaremos unos amigos por los lugares de Alcudia que incluye Cervantes en los capítulos X al XX del Quijote. Vamos a leer in situ algunos pasajes. Creemos que es una maravillosa manera de leer el Quijote. Sentir el paisaje como lo pudo sentir Cervantes. Es un bello día primaveral. Me acerco a la gran recta del valle. Salgo de la nacional en el km 129. Recorro un camino pedregoso. Cruzo la Finca Cerro Verde y la alquería de la Divina Pastora, donde ayer se albergó la Venta del Molinillo. Al frente las antenas del Puerto de Niefla. Enseguida la Venta de la Inés.

Felipe Ferreiro me espera en la puerta con sus 80 años amarrados a la vida. Lo recuerdo de hace años. Ya conocía su batalla por guardar la historia cervantina de Alcudia. Ni los abogados ni los juicios le han quitado el deseo de lucha. La tarde es hermosa. Después de saludar a Carmencita, que ejerce de guardiana del hogar, le pido que nos sentemos en uno de los bancos de la entrada. Felipe no espera preludios para trasladarme su estado de ánimo.

- Me han dejado solo Manuel. Ganamos las viejas batallas, hemos conseguido que la Venta de la Inés y la Fuente del Alcornoque sean BIC (Bien de Interés Cultural Histórico) pero hemos perdido la guerra. Todos se han cansado de luchar contra lo imposible. Yo sigo y seguiré. Estaré lo que me quede de vida guardando la historia de estos campos que Cervantes inmortalizó.

Me imagino a Felipe Ferreiro armando caballero a don Quijote. Los veo en la caballeriza que aún queda. Don Quijote está delante de él. Felipe tiene en su rostro la solemnidad que requiere la ocasión. A ambos apresa un sueño. El de don Quijote ya lo conocemos. El de Felipe guardar el rastro de caballero y escudero por las sendas de Alcudia. Don Quijote tenía un encantador que escondía sus libros. Felipe tiene su dragón particular, alguien a quien llama El Poderoso, Gervasio de Vicente Arenal. Es el dueño de la finca que le envuelve, La Cotofía. Lucha para que respete el valor literario de estos parajes. Todas sus fuerzas son para eso. El reconocimiento de la Venta. Recibir a los visitantes. Mantener vivo el recuerdo para que no ocurra con ella como con la Fuente del Alcornoque o el río Tablillas, que fueron cegados.

- Alcudia impregna a Cervantes con su paz, su belleza y su zozobra de los caminos Manuel. Estuvo pasando por el camino real 50 años. Según Villuga, 1546, por aquí había cuatro ventas cercanas, la del Molinillo, El Alcalde, Tejada y El Cuadrado. En ellas pernoctaría.

Felipe tiene los ojos pequeños, azules, brillantes, misteriosos. Los cierra cuando habla. Se expresa de carrerilla. Imita la voz de los secretarios de los juzgados. Debe ser porque lleva mucho tiempo por ellos. Ahora pugna por el uso del agua para la Venta.

- Dice Astrana Marín, y su amigo Edgar Agostini, que de la Venta del Molinillo, que es donde comienza Rinconete y Cortadillo (en los fines de los famosos campos de Alcudia), se pasaba a la del Alcalde, «que está a media legua más adelante», como escribe Cervantes. Está en la sierra de la Umbría de Alcudia. Era más pequeña que la del Molinillo, pero tenía mejor edificio pues valía 1500 ducados mientras que la otra 1400. Este dato se dice en la respuesta nº 55 de las Relaciones Topográficas de Almodóvar del Campo, realizadas por iniciativa del Rey Felipe II.

La prodigiosa memoria de Felipe se manifiesta en todo su esplendor. Todo sale de su cabeza. No mira ni libros ni apuntes.

- Después de pasar por diferentes dueños, en 1746 la compra Jacinto García Lozano, quien casa en 1761 con Inés Ruiz Castellanos. Muere Jacinto en 1774, y su mujer se pone al frente de ella, y por explotarla más de 30 años todo el mundo comienza a llamarla Venta de la Inés.

Sigo pensando que no otro que él habría sido merecedor de nombrar caballero a don Quijote. No habría reparado en la falta de juicio de su huésped. En su soledad Felipe imagina que don Quijote aparece por el camino real. Va a la Fuente del Alcornoque. Da libertad con su lanza a las aguas que nacían con el sabor del musgo de las peñas. Abre el curso del río Tablillas que se desangra de vacío entre los helechos y las piedras, estancado en las cercanías de La Cotofía.

- En la propuesta técnica para la declaración de BIC -me dice encendido- se escribe que «la conducción de agua del río Tablillas a la Venta se ha visto modificada por la rotura de la misma y la ubicación de una esclusa metálica que permite desviar su cauce hacia el pantano construido cerca de la Venta por el actual dueño de La Cotofía».

Don Quijote y Felipe habrían ido a juzgados, periódicos, televisiones, radios para decir que los árboles, las fuentes, los riachuelos, las vaguadas, los bosques del camino real que pasaba por Alcudia y Sierra Morena, tienen la mayor parte de las letras que hay en el Quijote de 1605.

- Era la mejor venta de la ruta. Tenía correo de postas y se servía de comer. Astrana no creía descaminado suponer que esta Venta fuera la elegida por Cervantes en su imaginación al crear la celebérrima del Quijote. Lo escribió así en un artículo publicado en el Boletín de la Casa de la Mancha en 1959, número ocho.

Felipe mira hacia los bosques con sus pequeños ojos azules. Parece que absorbe con ellos el alma de los árboles, que se comunica con el pensamiento de esos seres sin carne.

- Cualquier viajero del camino real a Sevilla, en el siglo XVI, conocería la Fuente del Alcornoque. Allí saciaría su sed y descansaría. La fuente es el primer lugar físico que cita Cervantes después de Puerto Lápice. Y cuando acaba el discurso de la pastora Marcela don Quijote le dice a Vivaldo que no se va con él a Sevilla, que prefiere quedarse por estas sierras para limpiarlas de ladrones malandrines. Desde ese momento todo el Quijote de 1605 sucede desde aquí a Sierra Morena.

Hace frío. Llega el viento fresco de la umbría. Le digo a Felipe que nos pasemos adentro.

- Sí, vamos con Carmencita -su hija paralítica que, aunque tiene más de 50 años, parece una niña triste-.

Pasamos adentro pisando el mismo suelo que pisó Cervantes. Al fondo está Carmencita frente al fuego. Sonríe al vernos pasar después de su dulce siesta.

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