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imagen: M. Medinilla S.

Arde el monte y todos miran hacia el cielo esperando la llegada de los helicópteros y hacia el camino aguardando a los miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Pero el fuego es tozudo una vez que comienza a morder la vegetación, los árboles, la masa forestal su control se hace difícil y costoso.

Apagar un incendio es más caro que evitar su origen. "El problema es que no se ha limpiado el monte. Que el  monte es un polvorín si no se limpia. Yo no quiero brigadas de incendios, quiero brigadas que expurguen pinos, que quiten matojos, que recojan leña para que no haya incendio. Y así, además, se daría trabajo a la gente del pueblo, explica Rafael Lisarde, alcalde de Yátoba (Valencia) en declaraciones al diario El País. En este sentido, el saber de los hombres del medio rural deja patente que "los incendios forestales se apagan en invierno".

El decano del colegio de Ingenieros de Montes, Carlos del Álamo, ha asegurado a la Cadena SER que "el monte de hoy no se aprovecha como se ha hecho tradicionalmente". Tras el desarrollo de las zonas rurales en los últimos años, "el monte no ha encontrado todavía el camino para su aprovechamiento". En esta línea plantea fórmulas como la utilización de la biomasa canalizada hacia combustible renovable

En este mismo sentido se pronuncia el director técnico de Ingenieros por Naturaleza, Antonio Cansinos, quien propone rentabilizar el monte con la construcción de plantas de biomasa que aprovechen la broza y los restos de limpia y poda para crear biocombustibles o abonos vegetales: "Este tipo de plantas incentivan el mantenimiento y limpieza del monte y generan empleo", señala.

La despoblación, factor de riesgo.

La despoblación de las zonas rurales es uno de los factores que influyen en la propagación de incendios, según el ingeniero: "Si la población se va, el monte queda abandonado a su suerte, por lo que un pequeño fuego puede ser letal. Del mismo modo, podemos decir que un monte útil y bien utilizado fija población".

Por otro lado, "un excesivo conservacionismo de las zonas boscosas se puede convertir en un excelente caldo de cultivo para la propagación del fuego. El monte hay que mantenerlo limpio y, sobre todo, tiene que ser útil para el territorio; si se mantiene totalmente virgen, carece de utilidad para los pobladores y nadie se encargará de preservarlo y protegerlo", asegura Cansinos.

En cuanto a las tareas de mantenimiento de las zonas boscosas, Cansinos recomienda evitar el contacto entre las copas de los árboles, habilitar caminos para llegar a zonas de difícil acceso, recoger las piñas (cuyo contenido en resina las hace altamente inflamables) o no dejar crecer en exceso las jaras. "Estas tareas solo son posibles si el monte es útil; es decir, si es beneficioso para los habitantes de un territorio. De no ser así, el monte queda abandonado, por eso, hay que poner en valor los espacios naturales".

En la Comunidad Valenciana, donde se están produciendo los incendios forestales más voraces en lo que va de verano, "el problema no es puntual, sino estructural", según declaraciones de José Andrés Torrent, miembro de Grupo del Grupo de Investigación en Ciencia y Tecnología Forestal  de la Universidad Politécnica de Valencia, a Europa Press citadas por El Mundo.

Torrent explica que el monte se encuentra en situación de abandono: "el problema que tiene el monte es que está abandonado: ya no hay ni aprovechamiento de leñas, ni gente; se han abandonado cultivos y no existe ganadería porque no es rentable, lo que ha provocado que se haya llenado de maleza y eso es una bomba de relojería que estalla cuando hay mucho calor, viento de poniente o alguien causa una chispa".