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"La crisis está incorporando al mundo rural mujeres con mucha formación"

23/09/2009 Área: Juventud y Mujer Fuente: ARA

Belén Verdugo Martín (50 años), agricultora ecológica con una explotación en Piñel de Abajo (Valladolid) desde hace 19 años, compagina las labores agrarias con el compromiso sindical en favor de las mujeres que viven en territorio rural. Responsable del Área de Mujeres de COAG y presidenta de la Confederación de Mujeres del Medio Rural, Belén Verdugo participa este fin de semana en XVIII Encuentro de Mujeres de COAG que se celebra en Muga de Sayago.

—¿En que situación se encuentra la mujer del medio rural, ha encontrado su espacio propio, se reconoce su trabajo?

—Está cambiando, aunque no de una forma general. Al igual que el resto de la sociedad, las mujeres estamos cambiando, avanzando y adquiriendo una consideración en cuanto al espacio. Tenemos logros y estamos representando un papel totalmente en primera línea. En el medio rural hay mujeres que también están en esta situación, pero no es la mayoría.

—¿Resulta más complicado?

—El medio rural sigue siendo un medio difícil para que las mujeres consigan ese nivel de avance y de liberación de algunos prejuicios, algunos estereotipos, de algunos papeles tradicionales. Aunque hay muchas ventajas, porque ahora mismo los medios de comunicación están llegando a los hogares de cualquier territorio. Y a esos niveles sí que es posible que las mujeres conozcan las demás realidades y puedan reaccionar e incorporarse con su participación. Pero todavía no es general el que grupos de mujeres reafirmen estos avances y den el paso. Quizá no se crean las posibilidades, las oportunidades necesarias. O puede ser el peso de esa imagen colectiva, de ese medio rural que tiene guardar ciertos rituales de identidad porque sino parece que se va de las manos ya toda la cultura y toda la historia. Entonces ahí algunas mujeres no se atreven a incorporar algunos avances que ya se han tenido en otros espacios de la sociedad.

—Pero ahí están las nuevas generaciones, con otra mentalidad...

—Desde luego; tanto las nuevas tecnologías que están llegando como esa generación de hijas y de hijos jóvenes que vienen con otros planteamientos, con otra valoración de la calidad de vida y de formas de estar en el mundo. Todo eso ayuda para que las mujeres del medio rural vayan incorporándose; lo que pasa es que los ritmos son más lentos, aunque también hay que respetarlos porque no se puede forzar tampoco a mujeres que han tenido un pensamiento, una forma de entender la vida y que, de repente, rompan con ella. Tienen que tomarse su tiempo y asimilar.

—Para que esas nuevas generaciones puedan consolidarse en el medio rural y reivindicar su espacio, necesitan posibilidades y perspectivas de futuro. ¿Existen?

—Tenemos ahora una situación de bastante expectativas. Un problema muy grave ha sido la emigración de jóvenes y de muchísimas mujeres que no se han encontrado a gusto en el medio rural, tanto por ese tipo de convivencia cerrada como por las pocas posibilidades para desarrollar su actividad profesional. Eso ha provocado una sangría inmensa. Muchas mujeres y jóvenes se han marchado.

—¿La crisis económica puede contribuir a cambiar esa tendencia?

—Pues parece ser que, debido a la situación que se está viviendo, hay bastante población urbana y población que fue también del campo, que se ha dado cuenta de que volver a los pueblos no es ninguna tontería. Volver con un convencimiento de la importancia de su actividad y de su presencia en el medio. El desastre del mundo económico está afectando a muchísimos empleos que se consideraban que iban a ser la solución de una vida que iba a superar el subdesarrollo rural y resulta que ahora mismo está en una situación muchísimo más conflictiva. Las crisis están llevando a muchas personas a la desesperación y a entender que en el medio urbano es muchísimo más difícil la vida. El medio rural, además ofrece la posibilidad, tanto de producir los alimentos como de tener otro tipo de vida más saludable que pueda ser alternativa a la vida estresante de la ciudad, porque mucha gente está absolutamente enferma de un estilo de vida tan trepidante y económicamente tan difícil. Además, ahora mismo la incorporación al medio rural se está dando en mujeres con muchísima formación.

—Un aliciente a la hora de ser más reivindicativas, más críticas...

—Y que además tengan una consideración profesional justa. Porque, hasta ahora, la mujer que vivía en el campo y estaba muy bien preparada, casi tenía que disimular que sabía mucho, porque se entendía mal que una mujer pudiera saber más que el hombre. Y debido a esas circunstancias, las mujeres se veían en un mundo un poquitín agobiante. Ahora no; ahora se reconocen esos logros.

—La producción ecológica se revela como un atractivo para mujeres y jóvenes...

—Sí, porque es una agricultura que respeta el medio, que tiene una visión de la actividad muchísimo más satisfactoria para la persona porque sabes que estás gestionando la vida. Y a la vez son explotaciones de una dimensión más pequeñita –no quiere decir que por no sea sostenible–, puede ser rentable pero quizá incorporando otra serie de actividades como puede ser la transformación de alimentos, el área formativa, pedagógica... Muchas mujeres están trabajando y acogiendo grupos, a los cuales les explican y les hacen participar en la propia actividad, lo que llamamos agroturismo, agropedagogía.

—En ese contexto de esta nueva etapa se aprueba la Ley de Desarrollo Rural, ¿esa Ley piensa en la mujer?

—Bueno, no es una ley para mujeres, es para todo el sector. Desde nuestro punto de vista, elimina la actividad agraria y la ganadería porque la deja, de alguna manera, apartada del estatus que tenía antes. El marco de actuación política es un marco para toda la sociedad, es decir, no tiene ninguna función de discriminar en principio. Lo que tendremos que intentar es ver si, con esa Ley, es posible superar las discriminaciones que teníamos antes. Los apartados sociales de esa ley tendremos que trabajarlos de alguna manera para que, en su desarrollo, en los programas y planes de las comunidades autónomas, las propuestas sirvan para mejorar en igualdad toda la sociedad. Que se defiendan los aspectos sociales, entre ellos los de las mujeres.

—¿Se podrá frenar la pérdida de valor del mundo agrario?

—El panorama es que la mayoría de la población vive en las ciudades. El medio rural es la reserva cultural, medioambiental y, por qué no, de una cultura humana. Tiene esa importancia básica. Con esa Ley podemos presentar todas las alternativas que creamos posibles para que esos espacios de desarrollo de la Ley tengan en cuenta esas alternativas. Podemos hacer un análisis crítico y reflexivo, y presentar propuestas para beneficiarnos de programas y, en el caso de que haya fondos, de su financiación.

—¿Qué aportan encuentros como el que celebran mujeres de toda España en Muga a lo largo de este fin de semana?

—Son espacios donde las mujeres nos cargamos de energía. Significa cariño, mucho apoyo, mucha fuerza; significa que nos carguemos las pilas y que a veces un abrazo, un apretón de manos o una lágrima son tan importantes como todas las páginas de los documentos con los que trabajamos. Es un cariño especial el que nos tenemos porque sabemos que nos estamos apoyando aunque no estemos físicamente juntas, que trabajos en red. Saber que es muy importante por lo que estamos trabajando y además hay otras mujeres, de las que somos herederas, a las que tenemos apoyar. Y en el mundo otras muchas que lo están pasando mal. Somos conscientes de los problemas alimentarios y de desde nuestra organización podemos ayudar a mejorar la situación en favor de un modelo más sostenible y solidario.

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