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02/01/2014 Área: Unión Europea Fuente: Agroinformacion
Texto de Manu Garro, publicado originalmente en Agroinformacion.com
Si algo se ha caracterizado 2013 ha sido por la
aprobación de la PAC. Ha
habido muchos otros factores, como la bajada de los precios, las buenas cosecha
de cereales o vino y la mala del aceite, la falta de ayudas de las
administraciones nacionales, los numerosos daños en los cultivos con un
descenso de seguros y un largo etcétera difícil de enumerar. Pero todo ha
estado ‘tapado’ por ese visto bueno al acuerdo de la reforma agraria tras una
dura negociación a tres bandas en el seno de la Comisión y el Parlamento
Europeo que ha se saldado con unos resultados más que positivos para lo que
todos esperaban inicialmente. Pero la
PAC va a marcar también el año que acaba de empezar, ya que
se deberá cerrar a nivel nacional en otra negociación tan dura o más (por cercana)
con las CCAA y las OPAs. Un pulso que será tenso, quizás, porque empieza a
haber cada vez más voces que temen que ésta sea la última PAC tal y como ahora
se entiende y se dé paso a otra basada en el mercado.
Y es que durante estos meses que han ido desde que se cerrará antes de
verano un acuerdo de mínimos a nivel nacional sobre la PAC, con la creación de esas
Mesas Técnicas que deberán ser las encargadas de definir los aspectos más
controvertidos de la reforma, y el ruido político y sindical que se ha ido
generando sobre las pretensiones no sólo de cada comunidad autónoma, sino de
cada organización agraria en cada una de estas regiones, desde el Gobierno,
pero también desde la propia Unión Europea se ha ido vendiendo un mensaje que
empieza a preocupar: “La PAC
debe servir para depender menos de la propia PAC”.
Y no se trata de un comentario suelto, sino de una sucesión de declaraciones
políticas de los altos cargos del Ministerio, desde el propio ministro Miguel
Arias Cañete hasta su secretaria general de Agricultura, Isabel García
Tejerina, pasando por el presidente del FEGA, Fernando Miranda. Voces muy
comprometidas y sabedoras de todos los entresijos que hay detrás de la
negociación europea y que se ha visto ‘refrendada’ por el presidente de la Comisión de Agricultura
del Parlamento Europeo, Paolo de Castro, quien en una entrevista dejaba bien
claro que “hay que potenciar las oportunidades de negocio en nuevos mercados y
promover los productos europeos. Espero que la negociación de 2017 pueda poner
más "al centro" la empresa y el trabajo, que son el corazón de una
posible reducción de la próxima PAC”.
Y este mensaje empieza a calar entre las
administraciones autonómicas que ven que, por un lado, pueden estar ante la
última oportunidad de arañar hasta el último euro para repartirlos en su
comunidad, y por otro calculan que si la reforma deja de ser esa hucha de
dinero que les sirve para conseguir fidelidades y votos, van a tener que hacer
un trabajo que en la mayoría de los casos no se ha hecho, como apostar por
hacer realmente competitivo al sector agroalimentario no a nivel regional o
nacional, sino internacional. Y para eso hace falta invertir y no sólo gastar
lo que llega de Europa.
Un ministro que no da puntadas
sin hilo
Y en esta línea, según reconoce fuentes
autonómicas, se aplica la apuesta del ministro Miguel Arias Cañete de impulsar
su Ley de Cooperativas, la Ley
de Calidad Alimentaria y su insistente modelo de aplicación de la actual PAC a
nivel más nacional que regional, consciente de que en unos pocos años quizás no
valga, por citar un ejemplo, tener una gran cooperativa aceitera en el sur de
España, sino una mucho más grande a nivel nacional, que venda en el exterior
‘Aceite de España’ y no sólo determinadas denominaciones (que seguirán teniendo
su valor intrínseco, pero que no deberían trabajar por libre sino de la mano de
la ‘competencia’).
Miguel Arias Cañete, pese a sus defectos y
a las distintas posturas que se pueda tener sobre su manera de entender al
sector, ha demostrado que no da puntadas sin hilo. Desde que llegó al cargo ha
sabido en todo momento hacia dónde quería ir. Ha logrado un acuerdo de la PAC que nadie esperaba
inicialmente, ha puesto en marcha una serie de medidas y leyes que miran no a
corto plazo, sino a intentar cambiar (con lo que ello conlleva) el modelo de
producción y el futuro de un sector, y se deja la piel para conseguir que las
mejoras que se están alcanzado a nivel internacional no sean flor de un día,
sino un modelo a seguir.
Tal vez porque sabe que la PAC, tal y como ahora la entendemos, puede tener los días contados y quiere que, para cuando llegue el momento, el país, pero sobre todo el sector, esté preparado para el cambio que se puede avecinar.
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