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El 2% de la población de pequeños pueblos mantiene el 35% del territorio catalán

28/07/2016 Área: Exclusión social Fuente: sostenible.cat

La población tiende a concentrarse en las poblaciones grandes o medianas. Casi la mitad de la población mundial vive en las grandes ciudades. Cataluña no es una excepción. Pero este hecho coexiste con otro fenómeno: una tercera parte de los municipios de Cataluña tienen menos de 500 habitantes.

En efecto, de los 948 municipios catalanes, 327 no llegan al medio millar de personas censadas. Y si consideramos, no los municipios, sino los núcleos de población, este modesto stock demográfico es aún más bajo, porque muchos de estos municipios tienen la población distribuida en dos o tres núcleos o bien directamente diseminada en caseríos o pequeños vecindarios. La Cataluña de las ciudades, pues, coexiste con la de los pequeños pueblos con menos de 500 habitantes, o micropueblos como se les llama.

La suma de todos los habitantes de estos 327 municipios apenas llega al 2% de la población catalana, unas 130.000 personas. Pero estos 327 municipios representan el 35% del territorio catalán. Tenemos un desacoplamiento importante que la realidad administrativa parece querer ignorar: no disponemos de legislación diferenciada, las competencias y obligaciones municipales son prácticamente las mismas en todo el territorio. Hace tiempo que lo sabemos, pero no hemos sido capaces de encarar este hecho de manera satisfactoria. Por eso tenemos un problema territorial serio.

Una primera reacción es fusionar municipios. Ha habido varias tentativas y algunas propuestas serias y bien hechas, pero excesivamente sectoriales, con el aparente único objetivo de robustecer el censo demográfico. Me temo que no es el camino. Muchos de los municipios actuales ya son el resultado de fusionar dos o tres de los anteriormente existentes, sin que la medida haya resuelto gran cosa, porque los núcleos de cada uno de los viejos municipios continúan funcionando a su aire. El presupuesto municipal se hace más grande con la fusión, pero también el territorio a gestionar, al tiempo que permanece la dispersión demográfica. Yo mismo vivo en un municipio de 342 habitantes, resultado de fusionar tres, y con nueve núcleos de población diferentes, entre pueblos y vecindarios.

El escaso 2% de la población que vive en pequeños pueblos y vecindarios de menos de medio millar de residentes mantiene el 35% del territorio catalán

Se comprende que haya surgido una Asociación de Micropueblos de Cataluña (AMC). Hace unos meses celebró una importante jornada de trabajo en Sant Martí de Campmajor que reunió a un centenar y medio de delegados provenientes de toda Cataluña. No era una reunión para pedir, sino para concertar actuaciones. Me parece admirable. La actitud del pedigüeño asistido que practica la estrategia de la subvención no parece ser la de la AMC. Lo celebro. Habrá que ver cómo responde el interlocutor.

El interlocutor somos un poco todos, pero sobre todo la administración pública. Las personas son del pueblo que son y no quieren dejar de serlo. Esto se debe respetar. Pero no todos los pueblos tienen la dimensión escalar por los tiempos que corren. Esto también se debe entender. En todo caso, una tercera parte de nuestro territorio gravita sobre un 2% de la población. La han de gestionar bien y se les ha de contraprestación para hacerlo. Las cuencas visuales tienen autor, no basta a disfrutarlas gratis yendo de excursión. Los bosques que no rinden, los pastos que no dan suficiente no subsistirán siendo sólo mirados. Deberíamos patrimonializar nuestros valores paisajísticos y ambientales y asumir coralmente los costes de su mantenimiento. Los balances socioambientales están mal hechos porque nos desentendemos de la mayoría de las partidas.

En todo caso, me parece que deberíamos desacoplar los servicios de los sentimientos. Una cosa es agregar municipios pequeños y otra mancomunar actuaciones. De igual manera, una cosa es hacer de jardinero de los urbanitas y otra de gestor del territorio y de sus servicios ambientales, regulación hídrica incluida. En 2010 todavía había 143 municipios catalanes que no disponían de planeamiento urbanístico porque no podían pagarlo. Todavía hoy muchos micropueblos no pueden hacer frente a las obligaciones que la ley les exige. Es una situación impropia del país avanzado que decimos ser. El imaginario nacional tiene una dimensión territorial evidente, no podemos esperar que se ocupen de franco la gente de los micropueblos. Sólo el 6% de nuestro territorio es urbanizable y sólo el 2% está efectivamente edificado. No lo parece, porque el 94% no urbanizable (para ser exactos, el 98% no urbanizado) sobrevive como puede, a la espalda de un porcentaje irrisorio de nuestra población. Deberíamos replantearnos esto.

Y, de repente, el Priorat se moviliza. Es una pequeña comarca interior de 500 km2 y sólo 10.000 habitantes, con 23 municipios que son casi todos micropueblos. Pero tiene un montuoso paisaje agrario sensacional, fruto de grandes esfuerzos de muy poca gente, que quizá sea pronto reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Y qué reconocimiento le hará nuestra propia ciudadanía, más allá de celebrar los vinos? En nuestro país, demasiado territorio gravita sobre el esfuerzo cotidiano de masa pocos.

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