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El pionero programa UCLM Rural aprueba con nota en la lucha contra la despoblación en Castilla-La Mancha

25/10/2021 Área: Desarrollo rural Fuente: ABC Castilla-La Mancha

  • Sonia, Álvaro, Laura o Gema son cuatro de los 56 jóvenes universitarios que realizaron este verano prácticas en pequeños pueblos. En 2022 habrá más plazas y más financiación.

Reportaje de Mariano Cebrián, publicado en ABC Castilla-La Mancha.

Salir al fresco por la noche es una de las imágenes y de las costumbres más arraigadas de los pueblos en verano. Un hábito que Sonia Bernabé adquirió este año durante los tres meses que estuvo de prácticas, de julio a septiembre, en Elche de la Sierra (Albacete), gracias al programa ‘UCLM Rural. Universitarios ante la despoblación', puesto en marcha de forma pionera por la Universidad de Castilla-La Mancha.

Esta joven de 24 años es natural de Redován (Alicante) y estudiante del último curso de Ingeniería Forestal y del Medio Natural en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos y de Montes (Etsiam) de Albacete. En Elche de la Sierra se empapó a la perfección de lo que es vivir en el medio rural e incluso se siente ya como una elcheña más en un pueblo que cuenta con poco más de 3.500 habitantes.

«Pasé de no conocer a nadie, cuando llegué en julio, a que los vecinos me invitaran a todas horas a comer, cenar o charlar. Incluso mis padres me tenían que venir a visitar, porque no volvía a casa en fin de semana ni siquiera», cuenta a ABC. Sonia es una de los 34 universitarios que durante el pasado periodo estival se repartieron por varios pueblos del vasto territorio de Castilla-La Mancha con el UCLM Rural, una especie de «beca Erasmus» interior en el epicentro de la despoblación.

Ésta ha sido la primera convocatoria del novedoso programa, que busca acercar a los universitarios a las zonas despobladas. Y ahora, durante los tres meses que van de octubre a diciembre, otros 22 jóvenes estudiantes harán los mismo, con lo que serán en total 56 los participantes en esta primera edición de UCLM Rural. «Un rotundo éxito», como dio a conocer el rector de la institución académica, José Julián Garde, quien se comprometió a trabajar por incrementar la oferta de prácticas para el próximo año, puesto que en el actual solo han podido cubrir una parte de las solicitudes.

Así lo anunció la semana pasada durante la presentación del informe de resultados. La vicerrectora de Innovación, Empleo y Emprendimiento, Ángela González, explicó que han sido más de 300 las solicitudes de alumnos para cubrir esas 56 plazas de prácticas en 180 empresas e instituciones adheridas al programa. Todas ellas están asentadas en municipios de menos de 5.000 habitantes de las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo.

Con esta iniciativa, los estudiantes reciben una beca de 500 euros brutos al mes, y para aquellos que no residan en el municipio en el que realizan la práctica se concederá una bolsa de ayuda de 450 euros en concepto de desplazamiento y manutención.

El guante del rector lo recogió el vicepresidente del Gobierno de Castilla-La Mancha, José Luis Martínez Guijarro, quien avanzó que la Junta de Comunidades incluirá financiación para UCLM Rural en el nuevo contrato-programa que está negociando con la universidad. Una iniciativa que alabó por conseguir uno de los objetivos del Ejecutivo castellanomanchego: intentar mantener a los jóvenes en los pueblos y en las zonas rurales de la región.

Algo que Sonia se ha tomado al pie de la letra. Además de mimetizarse con los vecinos de Elche de la Sierra y conocer ya como la palma de su mano la Sierra del Segura, ha estado trabajando en su ayuntamiento para hacer un inventario de caminos del término municipal. «No todo iba a ser ocio, comer, hacer deporte y pasarlo bien», dice risueña esta casi ingeniera forestal, que se ha sentido como en su casa por los montes de la comarca. Incluso pudo ser testigo de las consecuencias del incendio acaecido este verano en el cercano municipio de Liétor, que quemó a finales de julio 2.500 hectáreas.

«Un antes y un después»

«El programa UCLM Rural ha supuesto un antes y un después para mí, porque me ha servido para poner en práctica ‘in situ' los conocimientos adquiridos durante la carrera. Si ello, además, puede ayudarme a encontrar una salida laboral, mejor que mejor». Así describe su experiencia la estudiante de cuarto curso de la Etsiam de Albacete, que puede presumir también entre sus compañeros de haber montado en un helicóptero de la base aérea de Cañadillas, en la localidad albaceteña de Molinicos, propiedad del Gobierno autonómico y destinada a la lucha contra incendios y emergencias. De ello, y de las prácticas estivales, da testimonio en el álbum de fotos que tiene publicado en sus redes sociales.

Sonia estaba el curso pasado buscando prácticas a través de la universidad y así es cómo conoció esta novedosa iniciativa, que cree que tiene mucho recorrido en una región tan castigada por la despoblación. «Los jóvenes somos el futuro y el futuro de Castilla-La Mancha pasa porque podamos quedarnos en nuestra tierra y en nuestros pueblos, donde creo que hay una posibilidad real de desarrollar un proyecto de vida y laboral», manifiesta con orgullo. Por eso, esta universitaria recomienda a sus compañeros y a futuros estudiantes el programa UCLM Rural, «en el cual repetiría sin dudarlo».

Éste es el sentimiento generalizado de todos los jóvenes que han hecho prácticas en pueblos este verano. Tal es el caso también de Álvaro Fernández, alumno de último curso de Farmacia en Albacete, que una mañana de julio llegó a la única botica con la que cuenta San Carlos del Valle, una localidad ciudadrealeña con poco más de 1.100 habitantes y una plaza mayor que cautiva.

Natural de La Solana, municipio muy cercano y de mayor tamaño, Álvaro no dudó ni un momento en solicitar estas prácticas cuando se enteró de que estaban bien remuneradas, «algo que últimamente no es muy común». Tuvo suerte de que le concedieran la beca y así es cómo llegó a San Carlos del Valle, donde dice que fue muy bien acogido tanto por sus compañeros en la farmacia como por los vecinos en general.

Con tan solo 22 años, todo el mundo que lo veía durante los primeros días se hacía la misma pregunta: «¿Quién es este chico tan joven que está ahora en la farmacia?». Varias veces tuvo que responder lo mismo: «Estoy de prácticas».

Eso sí, algunos paisanos ya saben también que su abuela paterna era del pueblo. Lo contó más de una vez durante los tres meses en el pueblo, donde, a pesar de que aún coleaban las últimas oleadas de la pandemia, Álvaro estuvo muy sosegado en su puesto de trabajo.

La tranquilidad y la simpatía son los principales valores con los que se queda de los cristeños, como se conoce a los vecinos de San Carlos del Valle, este estudiante de quinto curso de Farmacia. Cuenta como anécdota el día que recibieron los test de antígenos para detectar el coronavirus. «No sé cómo se enteraron en el pueblo de que ya los teníamos, no lo sabía ni yo. La gente se volvió loca e incluso nos llamaban a todas horas para reservarlos», recuerda.

Álvaro no descarta volver a trabajar allí si se diera la oportunidad y, al igual que Sonia, recomienda el programa UCLM Rural. «Te abre las puertas para poner en práctica tus conocimientos de la carrera y a tener una primera experiencia laboral», explica Álvaro. Aunque reconoce que «la realidad de los pueblos pequeños es complicada, porque no hay tantos servicios como en las ciudades», asegura que «se puede vivir muy cómodamente y hay más contacto directo con la gente».

De la misma opinión es Gema Peñalver, que este pasado verano lo pasó haciendo prácticas en la Universidad Rural Paulo Freire, en El Real de San Vicente (con menos de 1.000 habitantes), del Campus de Talavera de la UCLM. Allí, esta estudiante de último curso de Educación Social en Cuenca pudo desarrollar sus conocimientos en esta materia en contacto directo con el tejido asociativo y vecinal de este pequeño pueblo serrano.

Identidad rural positiva

La joven de 21 años, natural de Camuñas (Toledo) pero con residencia en Alcázar de San Juan (Ciudad Real), destaca el apoyo que tuvieron en todo momento por parte del Ayuntamiento del Real de San Vicente y de su alcalde, Jorge Luis Martín Sánchez.

Su trabajo consistió en hacer un proyecto de «revalorización de la comunidad, desarrollando varias iniciativas, como una exposición para fomentar una identidad rural positiva, en la que quisieron participar todos con telas, pinturas, esculturas,...; algo que fue muy bonito», subraya emocionada.

Atraída por el programa UCLM Rural, también llegó hasta Belmonte (Cuenca), que tiene poco menos de 2.000 habitantes, la paisana Laura Tercero. Estudiante de último curso de Comunicación Audiovisual en Cuenca, ejerció de ‘community manager' en el ayuntamiento, encargándose de sus redes sociales y haciendo vídeos promocionales.

«Tenía en mente otras prácticas, pero me llamó la atención esta iniciativa para dar vida e intentar repoblar los pueblos». Ése era el objetivo que buscaba con su práctica esta joven de 26 años, natural de Enguídanos. Ella participó en varios eventos organizados por el Ayuntamiento de Belmonte, como ‘La noche de las velas', en un pueblo que tiene mucha actividad durante todo el año, no sólo en verano. Eso sí, reconoce que le hubiera gustado que su labor hubiera sido complementada con otro estudiante de Humanidades o de Turismo para lograr una mejor promoción.

Al igual que los otros compañeros de prácticas, Laura estaría dispuesta a repetir una experiencia como la que ha tenido este verano, «porque mezcla el talento joven con el mundo rural». De lo vivido durante los tres meses allí, se queda con las entrevistas que realizaron a los vecinos que participaron en algunas de las películas que se han rodado en Belmonte. Entre ellas, destacan ‘El Cid', rodada en el famoso castillo de la localidad y protagonizada por Charlton Heston y Sofía Loren;, o ‘El crimen de Cuenca', una cinta dirigida por Pilar Miró. Basada en hechos reales, algunos de los extras fueron los propios familiares de los implicados, y a los que la estudiante de Comunicación Audiovisual pudo conocer.

Pero la vida, como todas las películas, tienen un principio y un final. Y, en el caso de todos estos estudiantes universitarios, las historias y aventuras vividas durante el verano de prácticas del UCLM Rural llegaron a su fin el 30 de septiembre.

Ahora les tocará escribir el guión de su propia película, la de su futuro más próximo. Tan solo ellos sabrán cuál será su destino, pero los pequeños pueblos donde vivieron tres meses apasionantes permanecerán para siempre en su memoria. Seguro que allí serán recibidos con los brazos abiertos. Todo sea para intentar acabar con la despoblación.

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